Marikilla, todo menos sencilla. Ella, con su desparpajo algo gamberro y su destreza en la batería, fue el alma y vida de la gran gala ... CAU el miércoles pasado. Una presentadora jocunda y más que idónea para una tarde, en la que el palacete de Quinta Alegre, cedido por el Ayuntamiento de Granada, vio transitar el ecuador del Festival de este año, organizado por la Escuela de Circo y Artes Urbanas de Granada, con sede en Ogíjares.
Publicidad
Un plantel de artistas jóvenes, unos ya en sazón y otros a media cochura, ejemplos del nuevo circo que con tanto esfuerzo y tan poco apoyo se hace en y desde Granada. También algunos invitados como ese dúo de Mallorca llamado Curolles, idea o locura. Como ya reflejó IDEAL, todo comenzó el lunes con el espectáculo de calle de La Fam Teatro que paseó al Aquiles gigantesco desde las Batallas hasta el río. Luego la chica con su montón de maletas camino de la cuerda floja, un dúo Makenrous de jugadores de ping pong que se tragan las pelotas antes de abofetearlas con la pala, Mario un equilibrista que sube y baja por el tubo sin soltar su Fender ni su rictus casi serio.
Mucho público entregado, decenas de niños sentados en primera fila, en alfombrillas dispuestas para ellos, porque todo estuvo cuidado con ese aparente descuido que tan bien hace la gente sin corbata. Un ambigú como en los cines de verano, la música siempre a punto y las luces justo las necesarias. El crítico nota cada vez más injerto del circo con el teatro, más argumento para que Sara abra su maleta, más coreografía entre la anécdota y la dificultad. Claro que siempre se hará necesario buscar mejores guiones que sepan enhebrar las proezas.
Ayer dos nuevas compañías cerraron este Festival. De nuevo, como telón de fondo, el caserío granadino, una ciudad que se merece un bien circo como el que, tan esforzadamente, le ofrece la Cau.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión