Stéhphane, subido en la escalera, muestra las estrellas a la familia Marín, en Sky Andaluz, en Alhama. RAMÓN L. PÉREZ

Por amor a las estrellas de Granada

Sky Andaluz ·

Stéphane y Flavia abandonaron una cómoda vida en Suiza para construir en Alhama su gran sueño: un observatorio astronómico «en el mejor cielo de Europa»

Domingo, 6 de noviembre 2022, 00:26

En el silencio de la noche, los pies de la familia Marín crujen la tierra como si fueran gigantes. Rafa, de 11 años, levanta la ... mirada y atraviesa flotando el universo hasta tocar la hermosa Albireo. Al volver, se encuentra a un divertido Stéphane subido en una escalera, navegando un telescopio que podría haber diseñado el mismísimo Frank Gehry. Abrigados por las sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, al amparo de la inmensa Maroma y con el horizonte de Sierra Nevada, las estrellas hablan un nuevo idioma. Desde la nebulosa del Cisne al cementerio de M–57, sus ojos recorren más de 200 millones de años. «Para terminar, veamos Saturno», dice Flavia, con una sonrisa blanca y carioca que ilumina la madrugada. «¡Parece mentira!», exclaman los visitantes. Ellos, Stéphane y Flavia, se abrazan con una ternura brillante. Después de todo, esta noche, como todas las anteriores, es fruto de una peculiar, valiente e inspiradora historia de amor que empieza en Suiza y termina aquí, en Granada.

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La historia de Stéphane y Flavia sería más fácil de creer si fueran dos extraterrestres que chocaron su nave contra la Tierra y decidieron quedarse para contar lo que habían aprendido en sus aventuras espaciales. Pero no. La verdad es mucho más mágica. Stéphan nació en Brasil y con pocos meses se mudó a Suiza. «Mi padre trabajaba en Nestlé y de los 0 a los 11 años pasé por Suiza, Nicaragua y México», de ahí que hable un español muy fluido. «Y de los 11 a los 22 viví en Río de Janeiro». A los 22 se instaló en Zúrich, se casó, tuvo dos hijos y se convirtió en banquero. «Tenía clientes de todas partes, así que me pasaba el día saltando entre el inglés, el francés, el portugués y el español», dice. Tras el divorcio, empezó a sentir que quería algo más de la vida. Que tenía otros sueños. Y entonces fue cuando Flavia le encontró en Facebook.

Stéphane y Flavia, en la entrada del domo-planetario. RAMÓN L. PÉREZ

El día que Stéphane entró en la clase de Flavia, en Río, ambos tenían once años. «Él era el rubito de ojos azules que decía que todo se hacía mejor en Suiza», recuerda ella, entre risas. Fueron compañeros de colegio durante años: él la miraba a ella como si fuera una supernova y ella creía que él estaba perdido en un agujero negro. Así que nunca se cruzaron. Flavia se casó, tuvo dos hijos y se convirtió en Bioquímica. «Hice un posdoctorado en Madrid, por eso hablo español», apunta. Luego se divorció y, un día, curioseando por Facebook, se encontró con el rubito de clase. Y le escribió.

Stéphane y Flavia, de 55 años, iniciaron una vida juntos en Zúrich. Una vida cómoda en todos los sentidos que, sin embargo, se quedaba corta. «Yo era un apasionado de la astronomía y contagié mi amor a Flavia –dice Stéphane–. ¿Y si dejo de ser banquero y creamos algo para contagiar a otros?, pensé. Así nació Sky Andaluz».

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Tres elementos

El domo y el centro de visitantes. R. L. P.

Sky Andaluz es un complejo situado en un terreno tranquilo y silencioso de Alhama, a menos de una hora de Granada. Un espacio amplio compuesto por tres elementos: un centro de visitantes, equipado con una completa cocina, sofás, baño y un porche; un llamativo domo–planetario; y un impresionante telescopio dobsoniano (de base móvil) de cuatro metros de alto. «Ronda los 60.000 euros y su corazón es un espejo cóncavo de 40 kilos con un espesor de 5 centímetros –explica Stéphane–. Si el espejo tuviera el tamaño de España, la mayor montaña tendría dos centímetros, ese es el nivel de pulido. Una maravilla que nos hicieron a medida, como el resto de las piezas».

El complejo cuenta con un centro de visitantes, con cocina, sofás y baño; y un domo planetario donde se proyectan varias películas antes de iniciar la sesión

El telescopio, el más grande de Andalucía y el segundo de España, es una auténtica obra de arte. «Tiene el tamaño mínimo para ver las cosas de verdad. Para nosotros lo importante es que esto sea una experiencia bonita porque solo tenemos una oportunidad de dar una buena impresión de la astronomía. Una sola. Y queremos que sea inolvidable». Porque Sky Andaluz es una experiencia, pero también un hogar, el de Stéphane y Flavia. Un proyecto en el que han invertido 450.000 euros con el único objetivo de hacer realidad un sueño. «Era banquero y mi cara estaba así –hunde las comisuras y baja los hombros al suelo–. Yo quería volver al Stéphane de 8 años, el niño que cuando comenzó a conocer la astronomía no tenía con quien compartir su juguete. Quiero que venga gente de todas las edades, contarles estas maravillas y quizás, quién sabe, cambie la vida de algún niño que descubra una vocación. Si eso ocurre, voy a estar muy feliz».

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El telescopio, durante la noche. R. L. P.

¿Y qué pinta una pareja suiza–brasileña montando un observatorio en Alhama de Granada? «Pasé cuatro años buscando el mejor sitio de Europa para lo que queríamos hacer –subraya Stéphane–. Necesitamos un sitio que estuviera próximo a una ciudad, pero no demasiado por la contaminación lumínica; y que fuera una meseta llana, sin obstáculos, más o menos alto y con el cielo despejado. Miré Grecia, Italia, España, Portugal… Hasta que un día encontré Alhama, el mejor sitio de Europa». Llegaron a Granada en julio de 2020, consiguieron la licencia en septiembre de 2021 y, cuatro meses después, en enero, abrieron sus puertas.

El boca oreja

Sky Andaluz recibe visitas durante todo el año. La entrada individual cuesta 35 euros y, si es en grupo de cinco, 90 euros (cada persona extra en un grupo, 15 euros adicionales). Además, si alguien –individuo o grupo– quiere disfrutar del telescopio de manera exclusiva, puede reservar el espacio por 300 euros. Empezaron con unos pocos y tímidos observadores, a penas un puñado, y hay semanas que pasan por allí más de 140 personas. «Y sigue subiendo. Cada mes es mejor al anterior. El boca oreja está funcionando muy bien», dice alegre Flavia.

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La pareja forma un equipo fabuloso, atravesar su puerta es lo más parecido a entrar en la casa de David el gnomo –pero con aires de Larry David–. Su hospitalidad tan entrañable es el cimiento de una experiencia de cuatro horas que arranca con la cena. «A veces traen bocadillos, otras usan la cocina. Cada grupo como quiere». Y, a continuación, hay doble sesión de cine en el domo planetario. Los visitantes se tumban en cómodos sillones y observan dos películas que se proyectan en la cúpula. Una rato alucinante en el que, al tiempo que se aprenden los conceptos básicos de la astronomía y los telescopios, es imposible no imaginarse volando entre las estrellas.

R. L. P.

«Los años luz son una unidad de medida y de tiempo –cuenta Stéphane a la familia Martín, al terminar las películas en el planetario–. Eso significa que lo que vemos en el cielo sucedió hace muchos años, así que es una manera de viajar en el tiempo». Flavia, iluminada con una tímida luz rojiza, abre la puerta del domo y pide a los visitantes que no saquen el móvil. «Debemos acostumbrar los ojos a la oscuridad, para disfrutar de la noche». Conforme salen, la madre de Rafa le susurra al oído «¿te está gustando?». Él, pisando con fuerza sobre la tierra, responde que sí, que mucho, y se pone a buscar algo en el cielo. «Las estrellas pueden parecer lejanas, pero lo cierto es que todos nacimos de una estrella. Fuimos hechos allí dentro, existimos por ellas», dice Stéphane. Flavia, cómplice, les habla de la Osa Mayor, de Antares y de Saturno, con el que terminarán la velada.

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«¿Alguien quiere un chocolate caliente?», ofrecen Flavia y Stéphane. Los Martín regresan al porche, se sientan, piden deseos fugaces y charlan sobre galaxias, cúmulos y estrellas enanas. «¡Hasta pronto!», se despiden. Ellos, la pareja extraterrestre, la supernova y el rubito, vuelven dentro y sonríen satisfeschos. La suya es una historia de amor que resplandece a millones de años luz.

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