Alfredo Tejada y Miguel Ángel Cortés, en el Corral del Carbón. J. F. Bustos
Crítica | Flamenco

Agua, aceite y carbón

Ciclo 'El Centro Artístico se pone flamenco' ·

El cantaor Alfredo Tejada y el guitarrista Miguel Ángel Cortés tomaron las tablas para «improvisar» una noche de talento en el Corral del Carbón

Jorge Fernández,Bustos

Granada

Sábado, 21 de mayo 2022, 01:21

El Centro Artístico, Literario y Científico de Granada se levantaba el miércoles con la noticia de que les había sido concedida la Granada de Oro, ... el máximo galardón de la ciudad, que se entregará el jueves, 2 de junio, en el Centro Lorca, en plena vorágine de sus actividades en torno al Centenario del Concurso de Cante Jondo de 1922, en un ciclo que se ha dado en llamar 'El Centro Artístico se pone flamenco', que comenzó por el mes de octubre de 2021. En estos días se concentran quizá los platos fuertes del programa: una serie de actuaciones de flamenco, coordinados por Juan de Dios Vico, expresidente de La Platería, y asesorados por el guitarrista Luis Mariano, con la colaboración de diferentes organismos. Así, el Patronato de la Alhambra y el Generalife ha cedido el Corral del Carbón para celebrar alguno de estos recitales.

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Este miércoles, en presencia de Rocío Díaz Jiménez, directora del Patronato, y Celia Correa, presidenta del Centro Artístico, tuvo lugar un recital de altas miras: el cantaor Alfredo Tejada (Lámpara Minera 2017), acompañado del guitarrista Miguel Ángel Cortés, dos de nuestros mejores representantes en sendas categorías.

Después de un pregón trasnochado por parte de Rafael Troyano, de la Cadena Ser, que se centró en que Granada es una tierra de talentos, pero incapaz de ponerse de acuerdo, los protagonistas de la noche tomaron las tablas para «improvisar» una noche de talento. Haciendo caso al flamenco antiguo, el programa se fue fraguando durante la velada. Era normal que el cantaor (con el guitarrista que le hubiera tocado) dijera los cantes según su inspiración del momento y, casi siempre, según las apetencias del público. Alfredo y Miguel Ángel se lo plantearon igual, no iban a cortar las alas al ángel de la luz. Hasta ahí bien. Dos fenómenos, como los reunidos, curtidos en cientos de batallas destilarían miel.

Su primera entrega vino por guajiras tradicionales, como las concibió Marchena, en las que el cantaor se regodeó a sus anchas, haciendo alarde del dominio y la belleza de su voz, pero haciendo paradas innecesarias y repeticiones sin motivo, jugando con los tercios como para obtener sobresaliente. El guitarrista, algo incómodo, luchaba por meter un acorde. De hecho, se tomó casi todo el concierto a manera de fandangos y derivados, en los que el toque se limita a ilustrar los silencios. En la malagueña se repitió el mismo esquema. El cante terminó con los abandolaos que grabó Morente en su disco 'Lorca', de 1998. Los altibajos de Tejada son dignos de aplauso y su deje caracolero no tiene precio. Pero la función era de dos y Cortés quedaba ensombrecido. Digamos que no se entendieron. Digamos que uno era aceite y otro agua, juntos pero no revueltos.

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En las cantiñas, Alfredo también se acordó del maestro Morente, aunque con una cadencia que distorsionaba todo remedo; y en la soleá apolá (culmen de la parsimonia) sacó a relucir a Cobitos y al Niño Jun, haciendo agradecidas concesiones a la guitarra. Liberación que fue plena en los tientos-tangos, en los que parecía haber tomado por fin el relevo en una tácita segunda parte. Sin embargo la milonga, dedicada a Andalucía (con letra tópica y simple, aunque interpretada con sentimiento y jondura), regresaron a la misma tónica. Tras los aplausos, aún se hizo entrega de un ramillete de fandangos comprometidos del sentir del cantaor.

No obstante, la noche se puede considerar positiva, con la actuación conjunta (por primera vez) de dos de los protagonistas del flamenco de hoy.

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