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La Academia de Bellas Artes premia a pintores, coleccionistas e intérpretes
Reconocimiento de la institución a las artes plásticas y la música en el acto de inicio de curso, que tuvo lugar en el Centro Falla
J.A.M.
GRANADA
Martes, 2 de octubre 2018, 20:23
Un año más, la Real Academia de Bellas Artes inició su curso con la entrega de sus medallas y reconocimientos. Un acto académico que marca ... en buena medida el inicio del curso cultural, y que siempre reviste una singular brillantez. Una institución, la Academia, que cada año realiza una amplia actividad, donde adquieren especial significación iniciativas como el ciclo de órgano o el concurso de fotografía Carlos Pérez Siquier.
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El discurso inaugural del curso corrió a cargo de José Palomares, quien destacó, en primer lugar, la importancia del aniversario de la toma de posesión del maestro Manuel de Falla como académico, 90 años atrás. Del mismo modo, recordó la relación del Centro Cultural donde tuvo lugar el acto y la institución.
Seguidamente, entró a fondo en el tema de su disertación, en torno a la interpretación musical y el valor y reconocimiento en las profesiones docentes. Una visión cariñosa y ensalzadora de la labor del profesorado, ya desde las primeras etapas de la enseñanza. Recordó el hecho de que se atiende más a la teoría que a la práctica musical, de tal manera que se resta importancia a la solvencia de los profesores a la hora de interpretar la música y mucho más a sus conocimientos y labor estrictamente investigadora. Palomares recordó que un premio internacional de interpretación o los recitales ofrecidos en prestigiosas salas se valoran como un curso de 30 horas, lo que construye un gran agravio comparativo.
Desde el punto de vista de Palomares, trasplantar los baremos universitarios a los conservatorios superiores en aras de una confluencia en el Espacio Universitario Europeo (el conocido proceso de Bolonia). Tampoco se conoce que una buena parte de los abandonos de los alumnos en los conservatorios tiene que ver con la capacidad de enseñanza artística de los profesores. «Nos encontramos con profesores muy solventes en lo científico, pero que no saben cantar ni tocar un instrumento. La actividad investigadora debería ser accesoria, no principal».
El declive de la importancia de la música y la dificultad para acceder a la música contemporánea son otras de las claves de un futuro que se presenta incierto, para el académico José Palomares. Sus títulos se equiparan «bondadosamente» con los grados universitarios, pero en la práctica se les considera como centros de enseñanza secundaria.
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Emigrados a la fuerza
Dicho esto, recordó varios casos de jóvenes intérpretes como Guillermo Pastrana, Ramón Ortega o el propio Ricardo Gallén, docentes e intérpretes en el exterior por la falta de incentivos para hacerlo en nuestro país. «Parece que el factor de impacto manda sobre la calidad de los intérpretes a la hora de la formación musical», dijo. El de Pau Casals, que seguía estudiando a los 90 años, «porque sentía que estaba haciendo progresos», es un ejemplo palpable de esa vocación por lo artístico que hoy por hoy, el esquema actual de las enseñanzas desincentiva. desgraciadamente.
Un largo aplauso del público acompañó el final del discurso, antes de la entrega y la medalla como académico correspondiente a Bernardo Palomo, que hizo el académico Carmelo Trenado. De inmediato se pasó al acto de entrega de las medallas y distinciones. La primera en recibirla fue la pintora Ángeles Agrela, seguida por el guitarrista Ricardo Gallén, el también pintor Ricardo García Hernández, el director de la Escuela de Arte Blas Calero, la pianista Marisa Montiel y Juan Manuel Segura Bueno y Francisco Jiménez Rodríguez, coleccionistas de arte e impulsores del proyecto Casa Ajsaris.
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Acto seguido, el director de la Real Academia, Jesús García Calderón, destacó en un discurso los méritos que confluían en los premiados. Ángeles Agrela, una artista esencial en nuestro tiempo. Ricardo Gallén, un virtuoso desde que a los cuatro años comenzara con su carrera musical, llena de premios de gran prestigio. En el caso de Ricardo García, habló de la importancia del conocimiento y la indagación en su obra, y destacó que tras un cuarto de siglo desde su primera exposición en el Palacio de los Condes de Gabia, su trayectoria es intachable y ha superado todas las adversidades.
Al mencionar a Blas Calero, destacó su compromiso con la enseñanza de las Bellas Artes, y su papel en la creación de las escuelas superiores de diseño de Andalucía. También alabó el concurso Marisa Montiel, una referencia para los jóvenes intérpretes, que mantiene su nivel asegurando el futuro de la educación musical. Finalmente, felicitó a Segura y Rodríguez, entre los mayores coleccionistas de arte granadino en una época difícil, en que han salvado muchas obras interesantes. Para ellos pidió un mejor tratamiento público e institucional por ese esfuerzo.
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