Patrimonio de Granada
La Abadía del Sacromonte rejuvenece 300 añosTras veinte meses de trabajos, finaliza la intervención que ha permitido la recuperación de 2600 m2 de fachadas de los siglos XVII y XVIII, donde han aparecido algunas sorpresas
La faena comenzó en mayo de 2022 y ha finalizado hace unos días, en diciembre. Veinte meses para rejuvenecer el aspecto de un edificio que ... se empezó a construir cuando se encontraron los libros Plomos del Sacromonte y las reliquias de los santos, entre 1595 y 1598, y que registró sucesivas ampliaciones entre los siglos XVII y XVIII. Sí, el aspecto de la Abadía del Sacromonte porque la intervención en esta joya patrimonial de Granada se ha centrado en 2600 metros cuadrados de fachadas, entre las famosas cuevas donde fueron hallados los supuestos huesos de San Cecilio, copatrón de la ciudad, y la entrada de visitantes.
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Un 'lifting' en toda regla que ha tenido un coste de 1,1 millones de euros financiados íntegramente por el Plan Alhambra y una obra que ha recuperado el esplendor de un alzado que parecía casi abandonado (y sin el casi). Las fotos del antes y el después hablan por sí solas. «El objetivo era lavarle la cara a la Abadía», asegura el arquitecto responsable del proyecto, Antonio Martín.
Había fingidos con desperfectos, tejados sueltos, maderas podridas, barandas oxidadas, carpinterías en estado lamentable, cables colgados, registros de servicios (cámaras, electricidad, telefonía...), aguas sin canales que afectaban al suelo, faltas en las cornisas, ventanales cegados... una pena. La actuación ha consistido, básicamente, en quitar todo lo que sobraba, restaurar los elementos deteriorados –incluidos los esgrafiados, similares a los que hay en el convento de Santa Paula– y el saneamiento general de todos los paños, en los que había, incluso, alguna pintada.
Las ventanas que dan a la cripta, situadas en el friso inferior de piedra, estaban cegadas con ladrillos de doble hueco de los que se fabricaban hace cincuenta años. Ahora se han abierto, se han restaurado todas las maderas y se han colocado mallas que cumplen una doble función.Por una parte, evitar que puedan entrar animales –fundamentalmente estorninos– y, por otra, facilitar la visión desde el exterior de ese hipogeo, donde hay algunas lápidas y enterramientos, aunque los huesos fueron sacados de las tumbas en una fecha que se desconoce.
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El sello de la sabiduría
También resulta de enorme interés la rehabilitación de la policromía. Especialmente la de la última planta de la portada de la iglesia. Pinturas con referencias al Sello de Salomón, uno de los motivos reiterados en toda la Abadía. Una estrella que aparece en los Plomos y que el obispo que mandó construir la Abadía, Pedro de Castro y Quiñones, ya convirtió en una seña de identidad. El Sello de Salomón representa la sabiduría.Y realmente la Abadía siempre ha sido eso, un lugar de conocimiento y estudio donde se formaron algunos de los personajes más ilustres del siglo XVII como el ministro Francisco Saavedra, cuyo retrato, obra del mismísimo Francisco de Goya y Lucientes, cuelga en el museo de la propia Abadía. Una verdadera maravilla.
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Se han picado todos los revestimientos colocados a lo largo de los siglos de una manera bastante aleatoria. El planteamiento de Antonio Martín permite al 'espectador' hacer una lectura de la evolución de la Abadía a lo largo de los siglos. Solo hace falta tomar un poco de perspectiva para observarlo. Es más, ha permitido que se entrevean 'cosas' que posiblemente serán objeto de estudio en los próximos años. Por ejemplo, en el zócalo pétreo se observa un pequeño rebaje donde se apunta un posible arco de grandes dimensiones. ¿Puede tratarse de una entrada que propusiera primigeniamente Ambrosio de Vico, antes de que Pedro de Castro recurriera al hermano jesuita Pedro Sánchez, cuyo gran referente era el Escorial? El hecho cierto es que en los primeros grabados de la Abadía no se aprecia que ahí hubiera ningún tipo de apertura.
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La puerta monumental de la Abadía, los tres arcos que permiten el acceso a la zona exterior –donde se halla la cruz–, también parecen nuevos. El observador inquieto apreciará un cambio que tiene su trascendencia. Tras la retirada de todas las impurezas que había en la placa situada debajo de las tres estrellas, se puede leer el año 1764, cuando todos los libros de historia refieren 1704. ¿Qué ha sucedido? Pues que ha aparecido el 'rabillo' del seis. Hasta ahora se pensaba –porque así se leía– que aquello era un cero. Esta arcada, que representa el triunfo de la cristiandad, luce ahora con todo su lustre tras la reparación de todas las fisuras y la erradicación de los añadidos.Por cierto, se ha corregido también unos grados la inclinación de la cruz de hierro que corona este conjunto.
¿Más novedades? Se ha colocado en su sitio, en la Capilla del Bautismo, el escudo arzobispal de Pedro de Castro, que erraba por la Abadía –la pieza encajaba a la perfección en el hueco–. Y se ha habilitado un portalón en el Colegio Viejo para que el Cristo de los Gitanos pueda acceder al templo del tirón los Miércoles Santos.
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La Abadía del Sacromonte, uno de los grandes tesoros de Granada, se muestra ya al mundo con el 'brillo' que nunca debió de perder. Ahora solo falta que los granadinos terminen de redescubrirla.
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