El Tronío se volcó en el homenaje a Luis Fernández. E. X. C.
La Mirilla

El trabajo de todo un año de los caseteros granadinos

Las casetas nos sorprenden, normalmente, porque con su trabajo de todo el año son mucho más que música y alegría

Encarna Ximénez

Domingo, 15 de junio 2025

Son el alma del Corpus. Parece, a quienes no las conocen, estructuras preparadas para bailar, comer, disfrutar y para recibir a seres queridos. Y todo ... eso es cierto, pero hay mucho más.

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En primer lugar, el trabajo de todo un año, porque si no hay convivencia, los días de feria se quedarían sin contenido. Se trata de establecer una relación que vaya más allá de lo puramente lúdico.

De eso sabe mucho el presidente de la Federación de Casetas Tradicionales, Claudio Rodríguez, al que encontré en una preciosa reunión en El Aljibe, donde disfrutaba con su familia y con sus amigos de la Peña Zafra –sí, la de los dulces–: «Mi Tourmalet –me contaba– termina con el pregón, luego, las casetas ya funcionan a su manera». Y es que, salvo incidencia de importancia –que, esperamos, no ocurra– vuelvo a la misma idea, todo funciona porque se trabaja durante todo el año. Y, lo mejor, con una estupenda comunicación con el ayuntamiento que este año ha realizado una mejora visible del ferial y que, para el próximo –ojalá– va a poder finalizar la renovación.

Y es que, una cosa es el calor que hace que el mediodía –en el que yo subo– sea difícil en las calles y, otra, es que en el interior de las casetas, el ambiente es magnífico.

Lo viví en El Tronío, donde había muchos socios y eso que la noche anterior, la de la inauguración, no se habían retirado muy temprano. Pero es un grupo con ganas, y así me lo contaba Alberto Ortega, con el que compartí un buen rato, junto a su mujer, Carmen y su hija Martina; y con buenos amigos como Rosa y Silvia García, y mi querido Antonio López. Una reunión que se complementaba con Luis Fernández, que había recibido la noche de inauguración un homenaje de la caseta de la que fue presidente más de tres décadas, que brindaba con su amigo Ángel Luna. Iba a ser una foto de familia y lo fue, pero ¡qué gran familia! Me tuve que subir a una silla para pillarlos a todos.

También pasé por Viva la Pepa, donde mi compi Ángel Mengíbar preparaba uno de sus estupendos reportajes. Nos intercambiamos información porque, lo dicho, en el Corpus siempre hay muchas ideas, y nos encanta descubrirlas para después contárselas.

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Por ejemplo, la Federación de Caseteros lleva unos años promoviendo una insignia que, de forma voluntaria, adquieren cada una de ellas –las casetas– para regalarlas a sus amistades. Y, este año, han decidido continuar pero darles un carácter solidario.

En concreto para la asociación Almanjáyar en familia, un proyecto en el que el párroco Juan Carlos Carrión se ha involucrado. Y, entre unos y otros, han conseguido batir récords y superar las cinco mil unidades. Una de ellas, gracias, ya la puedo lucir con todo el orgullo del mundo.

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Y, como pasa siempre, me quedo con cosas en el tintero, pero esto no termina aquí. El Corpus acaba de empezar. A disfrutarlo.

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