Un pregón con alma flamenca
La cantaora Alicia Morales proclamó las fiestas conjugando su cante con palabras que arañaron el alma
El Corpus es la feria de Granada. Pero también es la suma de muchos momentos. Uno de ellos lo vivimos este viernes por la tarde. ... El Ayuntamiento se vistió de farales para acoger con todos los honores el pregón de la cantaora Alicia Morales, que se ha ganado a base de talento el marbete de ser una de las grandes -el jueves, sin ir más lejos, compartió tablas en el teatro Pavón de Madrid con voces como la de Josemi Carmona en un recital de la Escuela de Música Creativa- .
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Durante los cincuenta minutos que duró su proclama, Morales demostró tres cosas. La primera, que es una artista de los pies a la cabeza. La segunda, que también es una magnífica oradora. Y la tercera, tan importante como las dos anteriores, que lleva Granada en el corazón. Desde el primer minuto se ganó al respetable recorriendo el patio con una cesta llena de rosas rojas y blancas que repartía a izquierda y derecha mientras entonaba 'Vendiendo flores'. Los olés se escucharon en la plaza del Carmen.
Una parroquia donde no faltaban amigos y sobre todo la familia, a la que aludió en reiteradas ocasiones a lo largo de su intervención y que también tuvo un papel protagonista al subir a cantar una rumba. Alguna lagrimilla cayó.
El escenario, maravilloso. Detrás de la tarima, escuchando con atención a la pregonera, los gigantes y cabezudos que desfilarán este miércoles entre multitudes. Delante, un público atento y cariñoso que veinte minutos antes ya hacía cola ante las puertas del consistorio. En el aforo, caras conocidas como la consejera de Fomento, Rocío Díaz. La alcaldesa Marifrán Carazo ejerció de anfitriona. Se agradeció, y mucho, los toldos que filtraban los rayos de sol, que ya declinaban a esa hora de la tarde. A pesar de ello, revolaron los abanicos, como lo harán a lo largo de estas calurosas jornadas de Corpus.
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Porque en esta proclama de las fiestas, que fue traducida a lengua de signos, hubo palabras hermosas, de esas que arañan el alma, pero también música. Morales, pelo recogido con tocado rojo y ataviada con un traje verde oliva de la diseñadora Nuria Carmona, intercaló sus sentidos recuerdos del Corpus con sus cantes largos, ricos y agudos. No faltó 'Cuatro lunares', esa sevillana que habla de los meses serranos de la primavera y de los picapedreros que pican las piedras con gracia y salero. Y tampoco 'Vendiendo flores', una de las canciones incluidas en el disco 'La novia de cristal' (2019). «Vengo vendiendo flores por las calles de Granada, las tengo de mil colores para quien las quiera mercar».
«Como mujer y cantaora me presento no solo con palabras, sino con el eco de mi cante», refirió. «Un cante que viene del alma, nace de lo más profundo de mi corazón, de mi raíz y mi fe, pero sobre todo de la fuerza de mi madre que me enseñó a querer este oficio y llevar siempre el nombre de Granada», afirmó.
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Morales, aquella niña que de chiquitita escuchaba a Pepe Marchena y la Niña de los Peines en la gramola de su abuela Clara, preparó un discurso sentido y bonito. Un discurso lleno de detalles y vivencias del Corpus, en el que se vieron representados todos los granadinos, pero sobre todo la gente de la cultura y el flamenco.
«Qué orgullo de tierra y qué orgullo haber nacido en un hogar de arte y afición al flamenco», dijo. «Mi vida y mi pasión que hay que seguir fortaleciendo y poniendo en el sitio que le corresponde», clamó. «Ya tenemos bienal y eso sin duda va a aportar mucho para ser Capital Europea de la Cultura en 2031». «Somos unos afortunados –prosiguió– de haber nacido donde Lorca, Falla, Curro Albaicín y los mejores guitarreros que de madera sacan sonidos que rompen con el quejío y hacen aparecer el duende».
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Alicia rememoró aquellos días de jaleo en casa de los Morales Sánchez, cuando las cuatro hermanas, Silvia, Karina, Clara y Alicia -la menor-, todas presentes, preparaban sus atuendos y arreos para salir a pasear como Dios manda por las calles de Granada primero y por real de Almanjáyar después. A veces a lomos de uno de los corceles que montaba Antonio, su señor padre.
También se refirió a la Tarasca, esa criatura mitológica que procesiona por Granada subida a un dragón. Y lo hizo en clave de tradición, pero sobre todo en clave de humor, que buena falta hace en tiempos de tribulación. «Granada es tierra de cambios, de reinvenciones, y la Tarasca no ha hecho más que transformarse en la manifestación pura de nuestra identidad popular, una celebración festiva, irreverente y a la vez única que pasea cada año en las entrañas de Granada».
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Pero sobre todo se refirió al Corpus como lo que es, un espacio propicio para la jarana, pero también donde cientos de trabajadores se ganan el sustento. Mucha faena de barra hacia dentro.
«Y si el Corpus es raíz, historia y rito, también es alegría compartida, cuerpos que se mueven, almas que cantan y mesas que se comparten», aseveró. «Porque cuando se encienden las luces del recinto ferial de Almanjáyar, Granada entera se pone el pañuelico y baila sobre el albero como si la tierra se hiciera compás».
Morales acabó con este alegato: «Así que venga, no lo dudéis ni un segundo, sacad vuestros trajes del armario y vestiros de Corpus, poneos el alma flamenca y el corazón dispuesto, salid a la calle con arte, salero y alegría, que esta fiesta es de todos y para todos».
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Sí, señoras y señores, hoy comienza el Corpus.
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