Socios y amigos de La Cachucha con la teja que entregarán en su concurso de quintillas. Ramón L. Pérez
La mirilla

Una lección de amor al Corpus

Cada caseta, desde las más antiguas a las nuevas incorporaciones, tiene tras de sí toda una historia de admiración a la fiesta grande de Granada

Encarna Ximénez de Cisneros

Domingo, 26 de mayo 2024, 23:24

Una se pregunta con el termómetro a tope si subo o no al ferial. Hay que hacerlo, claro, el trabajo manda. Y, algunas horas después, ... sin que el calor haya cesado, cambia el interrogante a un rotundo: «¿de verdad tengo que irme?». Y es que definir como ambientazo el mediodía del domingo es lo menos que se puede decir de una jornada con mucha gente, muchas ganas y con la belleza de los carruajes que llegaron al recinto ferial después del tradicional concurso de enganches que, un año más, se había celebrado a beneficio de la asociación Granadown.

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No pude estar, pero me lo contaron con detalle y supe que en él estaba el general de Ejército, Amador Enseñat al que, por cierto le siguen llegando los reconocimientos, en este caso la Legión al Mérito, que recibió en una ceremonia en el Cementerio Nacional de Arlington, durante su visita oficial a Estados Unido. Enhorabuena.

A quien si vi fue a Kike, feliz en uno de esos enganches paseando por las calles del recinto ferial, ante la mirada de su padre, Carlos Bocanegra con el que coincidí en la caseta La Alberiza, de la que muchas cosas tengo que contarles.

Pero empiezo con El Tronío, dando protagonismo a quienes son sus socios fundadores. Una preciosa iniciativa que les llevó al tres de mayo de 1988 cuando «vecinos y vinculados al barrio de San Ildefonso, en el entorno de la calle Nueva de Cartuja –celebrando el Día de la Cruz–, con vino, tapas, habas y salaíllas, y al ritmo del teclado del órgano de Juanje, decidieron hacerse con una caseta en el Real para poder acudir con la familia». Así tal cual lo contaban, una de esas historias que hacen más grande nuestras fiestas. Y lo mejor es que, próximos a las cuatro décadas de vida, en El Tronío no sólo se ha cumplido ese deseo, sino que ha superado las expectativas.

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Así me lo contaba Estefanía Agea, la presidenta –«me pillaron hace un año»– hablándome de todas las actividades que realizan los treinta y siete componentes que tienen en la actualidad y con lista de espera, amplia, para el próximo año.

Un presente y un futuro que gusta y mucho a esos socios fundadores, que recibieron el homenaje: José María Blanca y Mari Carmen Gallego; Roberto Castro y Rosa María Parejo; Rafael Juárez y Conchi Jiménez; Francis Martín y María González; Pilar Megías y Encarnita Muros.

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Ambientazo también en La Cachucha donde charlaba con Maribel Moreno de la historia de su caseta en la que llevan más de cuarenta años compartiendo muy buenos ratos. Ahora con otra responsabilidad porque su marido, Luis Capilla, es el presidente, pero con la misma ilusión. En esta caseta destacan unas carocas 'propias' que son el preámbulo del concurso que crearon hace cuatro años. «Queríamos algo diferente» y propusieron al resto de caseteros que se animaran a escribir quintillas con el ferial como tema. Y la idea ha cuajado, porque están recibiendo, un año más, bonitas propuestas que se valorarán por el jurado y recibirán el viernes una teja –otro toque original–, esa que, si se fijan, pueden ver en la foto de grupo que realizamos.

Esta caseta tuvo en sus inicios a miembros de los Coros y Danzas de la Asociación Provincial al que pertenecen Juan Ignacio Navarrete y su mujer, Pili Totos. Así la conocen –su apellido real es García– desde que entrara en el grupo que tenía la tradición de 'bautizar' a los novatos, «y yo llevaba una melena con diadema y se quedó lo del toto». Y no le importa «porque quien me llama así es porque es alguien querido». Toda una saga familiar porque han seguido la afición sus hijos Ángel y Nacho.

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