Cazadores de asteroides en Granada

Miguel Sánchez (Granada, 1983) es informático y trabaja como administrador de sistemas web en la empresa Alight. «Pero mi hobby es la astronomía, qué le voy a hacer, siempre he sentido la llamada de las estrellas», ríe. Aunque lo cierto es que es mucho más que un hobby. Hace cuatro años, justo antes de que naciera su primer hijo, Gael, reinventó por completo su casa. «Como temía que no iba a poder salir al campo con el telescopio, como casi todos los fines de semana, metí una cuadrilla de albañiles, rompí el tejado y me hice el observatorio. Y lo cierto es que ahora observo más que antes, incluso. Al tener los telescopios encima del dormitorio, cuando todos duermen me vengo un ratito aquí».

«Cacé un objeto cercano a la Tierra, un asteroide potencialmente peligroso, Didymos», explica Miguel. «Eso fue relevante para que nos dieran el premio».

–¿Nos?

–Claro, yo soy miembro de la Sociedad Astrómica de Granada y simplemente tuve suerte. Este premio es para todos. Venga, vámonos, que esta noche subimos al Purche.

La furgoneta aparca en lo alto del Purche, con vistas a Sierra Nevada. Sergio Alonso, profesor de Informática de la UGR, y Antonio Román, zapatero, colocan en la puerta trasera unas guías de madera para que 'El Rover' pueda bajar. 'El Rover' es un carro de metal totalmente artesanal en el que viaja un enorme telescopio valorado en 30.000 euros. El carro, una vez liberado de su carga, se transforma en un puesto de trabajo donde colocar los ordenadores y enchufarlos a los telescopios. «No es 'El Rover', es 'El Roberto', ¡que estamos en España!», bromea Alexis Castillo, guardia civil y doctor en Química. Cuando llega Javier Flores, Físico en Calar Alto, Antonio exclama alegre: «¡Ya estamos todos, el equipo Polimele!».

Miguel Sánchez y el resto del grupo de la Sociedad Astronómica colaboran habitualmente con el departamento del Sistema Solar del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA), que lidera José Luis Ortiz. «En ese departamento caracterizan asteroides de todo tipo, sobre todo los que están más allá de la órbita de Neptuno», detalla Sánchez. «Esos asteroides son muy difíciles de ver, pero en el IAA son referencia mundial en la técnica de 'ocultaciones': cuando pasan por delante de una estrella y la eclipsan, los asteroides proyectan una sombra a la Tierra con la que podemos calcular su tamaño, forma, trayectoria...». El año pasado, la NASA pidió ayuda al IAA porque necesitaban información de un asteroide, Polimele, que pasaba justo por encima de nuestro país. «La NASA envió equipos a España, pero fuimos nosotros, con el IAA, los que conseguimos las mediciones».

La misión Polimele también sumó puntos a la candidatura al premio Shoemaker de la Sociedad Planetaria, que fundó, entre otros, Carl Sagan en 1980. Shoemaker fue un astrónomo que dedicó su vida al estudio de los asteroides y el premio nace para reconocer la labor de los astrónomos aficionados que colaboran en la medición de estos objetos espaciales. El premio son 6.000 dólares para equipamiento astronómico, dinero que emplearán en renovar la montura de uno de los telescopios y adquirir una cámara con más sensibilidad.

Los granadinos son cazadores de asteroides y, si hay algo sobre nuestras cabezas, ellos serán los primeros en saberlo. «La probabilidad de que caiga un asteroide es mínima, pero caer va a caer seguro. No se sabe cuándo ni dónde, pero de aquí a 10.000 años va a pasar», cuenta Sánchez. Por eso, precisamente, son tan necesarios los observadores amateurs como ellos. «Los grandes telescopios del mundo no dan abasto. Para eso estamos nosotros».

La Agencia Espacial Europea tiene un programa del que parte la subvención del premio de la Sociedad Planetaria. «Ayudamos a cazar asteroides difíciles de detectar. Cuando un observatorio profesional descubre un asteroide peligroso, necesitan corroborarlo rápidamente, así que hacen una llamada a los amateurs para que intentemos relocalizarlo por la zona donde se descubrió. Nosotros podemos hacer esas mediciones y aportarlas al Centro de Planetas Menores (MPC), asociado a la NASA, donde registran las órbitas y así colaboramos en su detección». Para colaborar en estas labores, hay que tener un código de observatorio que concede el propio MPC. El mío es Z07».

Anochece en la explanada del Purche. Miguel, Sergio, Antonio, Alexis y Javier se divierten mirando la Luna y Venus con la pasión del primer día. En las pantallas colocadas sobre 'El Roberto' repasan datos y coordenadas. Es la hora. «Cuando eres parte de estas actividades –termina Sánchez–, te sientes como un policía del espacio, disparando a los malos: ¡tú, quieto, aduana terrícola!». Y ríen todos, invencibles como niños.