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El otoño avanza en la ribera de la Cuesta de los Chinos J. E. GÓMEZ

De Los Tristes a los Mártires, una ruta para disfrutar del otoño en Granada

Pasear entre la Cuesta de los Chinos, el bosque y los Mártires es vivir la plenitud de la naturaleza teñida de ocre

Jueves, 7 de noviembre 2019

Un cauce con rompientes y pequeñas cascadas discurre al pie de la muralla de la Alhambra, entre los palacios y las huertas del Generalife. Es ... el sobrante que la Acequia Real devuelve al Darro y que, a su paso bajo las torres de los Picos, la Cautiva y las Infantas, genera un verdadero oasis, un ecosistema de ribera en el que sobreviven especies autóctonas con otras de jardinería que han convertido la Cuesta de los Chinos, la del Rey Chico, en un paraíso para la flora y fauna que rodea la fortaleza roja. Con la llegada del otoño, el paisaje torna al ocre. Los álamos tornan su color verde hacia amarillos y rojos, al igual que los plátanos de sombra, mientras los Ginkgo biloba agitan sus hojas en forma de abanicos dorados.

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Árboles y arbustos cambian el color del paisaje mientras se 'preparan' para sobrevivir al frío del próximo invierno

Ascender a la Alhambra desde Plaza Nueva por la Cuesta de los Chinos y pasear por el bosque de Gomérez y lugares como el Carmen de los Mártires, es dejarse llevar por el paisaje, de respirar el paraíso de otoño sin salir de la ciudad, incluso entender los biorritmos de la naturaleza y los impulsos que genera en la flora y fauna que habitan los espacios verdes, incluso en los que forman parte del núcleo urbano.

Estanque del Carmen de los Mártires; paseo central del bosque de la Alhambra; parra virgen en la Cuesta de los Chinos J. E. GÓMEZ

Desde que a las 9.50 horas del pasado 23 de septiembre entró oficialmente el otoño, la naturaleza comenzaba a mostrar pequeños síntomas de la llegada de una estación puente entre el verano y el la invernada. La vida se prepara para resistir el frío y la escasez que ha de llegar en diciembre. La vegetación cambia progresivamente de color. Los castaños de indias del paseo central de la Alhambra son un escaparate del proceso de cambio. Las grandes hojas pasan del verde al rojo mediante numerosas tonalidades que cambian con el paso de los días, incluso mantienen toda la gama cromática en una misma hoja. Estos colores, el dominio del ocre, es el resultado de la estrategia de las plantas para resistir a las inclemencias del tiempo. Cuando ya ha entrado el otoño es habitual que los suelos se hielen y las plantas tengan más dificultades para conseguir los nutrientes que necesitan, por lo que mantener una gran cantidad de hojas resulta muy costoso en cuanto a 'comida' se refiere, y es preferible desprenderse de lo que en ese momento puede considerarse un lastre. Es la razón por la que los bosques se llenan de hojarasca, de residuos vegetales que, por sí mismos, también se convierten en un contingente de energía para otros seres vivos, animales y plantas, ya que en pocos días serán materia orgánica en descomposición que un ejército de invertebrados, e incluso las propias plantas, aprovecharán.

El paseo, desde los Tristes

Los árboles de la ribera del Darro se han cubierto de amarillos y rojos, incluso las higueras han dejado el verde y comienzan a mostrar sus ramas desnudas. Álamos, tarajes, fresnos y arces pueblan las laderas de la Alhambra. Desde Plaza Nueva, por el puente del Aljibillo, la cuesta de los Chinos asciende por el primitivo barranco entre el Generalife y los palacios. Es caminar entre una explosión de color rodeados por el sonido del agua y la presencia de las muirallas de tierra roja.

Desde Las Mimbres, el paseo baja hacia el Carmen de los Mártires, donde hay que dejarse llevar por las tonalidades de los arbustos del jardín francés, de los caminos bordeados por cientos de madroños que mantienen, en una misma rama, racimos de flores (campanitas blancas), frutos verdes, amarillos y los rojos ya maduros. En el estanque, los álamos dejan caer sus hojas sobre el agua y los frutos amarillentos del espino de fuego comienzan a virar al rojo.

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Para volver a la ciudad, el paseo central del bosque de la Alhambra es un oasis de verdes y ocres. La puerta de Bibrambla se enmarca entre castaños de indias, plátanos de sombra y arces.

Al atardecer, el sol se filtra desde el oeste a través de las ramas, cada día más desnudas. Deja entrar rayos de luz que iluminan las acequias. El agua vuelve al Darro

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