La sequía deja sin agua un año más un humedal clave en el equilibrio de Doñana

Esta laguna era el último refugio en época estival para la flora y fauna que necesita estos enclaves para su supervivencia. Las organizaciones conservacionistas lanzaron ayer su voz de alerta y lamentan la mala gestión el espacio natural, como así lo indicó ayer el coordinador de la oficina de WWF en Doñana, Juanjo Carmona. A su juicio, «el secado de la laguna demuestra la mala gestión que se ha llevado en los últimos años en relación al acuífero en Doñana y a la sobreextracción a la que se ha sometido a sus aguas subterráneas».

Desde WWF se reivindica la puesta en marcha de acciones y medidas «contundentes para que en cuanto empiece a llover se pueda recuperar el acuífero». Según Juanjo Carmona, «no se podrá recuperar si se continúan con políticas como las que el Partido Popular pretende llevar en Doñana, como es la amnistía de fincas ilegales, que es una llamada a continuar con este tipo de prácticas, lo que ha conducido al acuífero y a Doñana a su peor momento de la historia».

El representante de WWF para Doñana sostuvo que «ya no es solo que tengamos años de malas lluvias y sequía, sino que además hemos esquilmado las grandes reservas acuáticas que tenemos en el subsuelo y no nos podemos acostumbrar a esta situación ni culpar exclusivamente a la sequía, hay que tomar medidas para recuperar el acuífero».

Desde Greenpeace mostraron también su «indignación por la agonía de Doñana y lamentaron el secado de la laguna permanente de Doñana que se alimenta por las aguas subterráneas, algo que nunca antes había ocurrido y ahora se ha producido durante dos años consecutivos, por lo que estamos ante la crónica de la muerte anunciada de uno de los humedales más importantes del mundo», subrayaron.

Denuncia

Además, esta organización conservacionista considera que el secado de esta laguna pone de manifiesto la gravedad de la situación hídrica de este enclave natural que es Patrimonio de la Humanidad y es uno de los más protegidos de España.

Para Greenpeace, el estado actual «es fruto de la sobreexplotación y mala gestión del agua que se hace fuera de los márgenes del espacio natural protegido», apuntando directamente «al crecimiento y transformación de miles de hectáreas en regadíos intensivos, unido a las extracciones masivas e ilegales de agua subterránea y a la modificación de canales y cauces».

Por su parte, el director de la Estación Biológica de Doñana, Eloy Revilla, se mostró optimista y puso de manifiesto que se pueden hacer muchas cosas, añadiendo que el plan de acción «pasa por reducir de manera importante el consumo de agua del acuífero y ajustarlo a la capacidad de uso sostenible».

Eloy Revilla explicó que esta protección del acuífero «afecta no solo a la agricultura, tanto a la legal como a la ilegal, sino también al consumo humano, en este caso de Matalascañas, ya que los ecosistemas acuáticos son muy agradecidos en cuanto a restauración y responden muy rápidamente».