Juanma Moreno y Susana Díaz, en el debate de la Comunidad. EFE

Una oposición responsable

Andalucía en el Veinte ·

El apoyo de los partidos a la Junta es lo deseable ante la dureza de la pandemia, pero también que su ejecutivo deje el triunfalismo

Domingo, 1 de noviembre 2020, 00:17

La dura situación que se avecina en la lucha contra la pandemia de coronavirus, con un nuevo confinamiento domiciliario en algunas zonas de Andalucía, no ... solo necesita de un gobierno decidido a «coger el toro por los cuernos», como pide la líder de la oposición, Susana Díaz, al presidente de la Junta, Juanma Moreno; También requiere de una oposición responsable que aún en la discrepancia legítima sea capaz de cooperar en dar confianza y certidumbre a una población cada vez más descorazonada con tantos mensajes contradictorios. El Gobierno de la nación ha decidido, tras las quejas de la primera ola contra la autoridad única por parte de los poderes territoriales, que la compleja arquitectura del estado de las autonomías asuma el mando de las restricciones en esta segunda curva disparada de contagios y muertes. En democracia, incluso en situaciones como la de la pandemia, la discrepancia es esencial, pero utilizar esta como arma de confrontación para sacar rédito político es un gran error cuando lo que está en juego es la salud.

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El estado autonómico permite que la confrontación se juegue en varias ligas, de gobiernos contra gobiernos y de partidos contra gobiernos. En el caso de Andalucía, el bipartito de PP-Cs que preside Moreno se encuentra con una oposición débil por las vicisitudes internas de cada una de las fuerzas políticas, desde el PSOE de Susana Díaz muy tocado por la pérdida del Gobierno de la Junta; una Adelante Andalucía fracturada y en plena guerra interna y Vox, al pairo de los intereses nacionales de su líder Santiago Abascal. Esa debilidad le resta eco a sus voces y favorece al PP de Moreno, cuya figura ha crecido a nivel autonómico y nacional con la pandemia. Pero el bipartito que preside está en minoría y necesita de esa oposición para sacar iniciativas tan importantes como el proyecto de ley del Presupuesto de 2021, cuya aprobación se prevé para este martes. El PP prefiere de socio a Vox, con el que le ha sido cómodo pactar, pero el partido de Abascal no es ahora garantía de estabilidad de un ejecutivo ante el reto de la pandemia. Por ello, al PSOE de Susana Díaz, quien siempre ha sacado pecho de sentido de Estado, se le ofrece una oportunidad única de convencer a Moreno de que la mejor opción para Andalucía es un acuerdo de los tres grandes partidos. Sería la primera vez que el principal partido de la oposición apoyase unas cuentas de un gobierno de la Junta, pero todo lo que estamos viviendo es una primera vez.

Díaz ha ofrecido apoyo a Moreno y el consejero de Hacienda, Juan Bravo, se ha reunido con representantes socialistas para hablar de las cuentas. Lo que ha trascendido de esas reuniones es desconfianza mutua, una mimbre frágil para hacer la cesta del acuerdo. El PSOE, que no puso líneas rojas al principio salvo exigir más dinero para sanidad, educación y empleo, ha recuperado el veto a Vox cuando ha conocido que las cifras coinciden con las que pide por algo obvio, porque estos son los presupuestos de la Covid. Para convencer de su voluntad de arrimar el hombro y de que no está en otra pose de estrategia cara a su liderazgo interno, a Díaz solo le bastará con no presentar una enmienda a la totalidad y dejar pasar el proyecto de ley al Parlamento. Sería un gesto de credibilidad, pero los socialistas no parecen estar en ello, maniatados por lo que pasa en Madrid entre Sánchez y PP.

Quizás Moreno tenga que poner más de su parte porque Díaz tiene razón cuando critica que su ejecutivo maquilla la realidad de su gestión con menos PCR por habitante y diez veces menos rastreadores de los que dice tener, o presume de un comité de expertos que son casi todos cargos por decisión política de la Consejería de Salud. Por no hablar de ese triunfalismo del «aquí nos hemos adelantado». Todo para rivalizar con el Ejecutivo de Sánchez. Estando el patio como está, con las cifras de hospitalizados y fallecidos disparadas y media Andalucía confinada, chirría seguir oyendo ese estribillo después de cada Consejo de Gobierno.

El presidente lleva toda la pandemia hablando de consenso y mano tendida, pero cuando dijo el pasado miércoles que había comunicado a los líderes de la oposición el cierre de Andalucía, no fue él sino el vicepresidente, Juan Marín, quien llamó a los portavoces y 15 minutos antes de la comparecencia. Susana Díaz hizo que se pusiera al teléfono José Fiscal, el portavoz parlamentario. Moreno no ha ejercido la interlocución con Díaz que él exige a Pedro Sánchez con Pablo Casado. Y si a Casado no le sirve que le llamen los ministros, tampoco Díaz tiene que conformarse con los consejeros.

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