EL RAYO VERDE

Surrealismo a la andaluza

La campaña de las municipales y las negociaciones de la investidura se van a solapar: todo parece muy desquiciado

LALIA GONZÁLEZ-SANTIAGO

Sábado, 9 de mayo 2015, 00:34

En la mañana de ayer en Los Bermejales, una antigua zona de chabolas sevillana reconvertida en residencial, un ciudadano llamado Lenin Castro cedió a Juan ... Ignacio Zoido, alcalde y candidato del PP-A, una hormigonera, para que la utilice «como elemento de campaña». Es rigurosamente cierto, o así lo anunciaba una nota del PP provincial. No es que la política andaluza sea surrealista, el calificativo escogido por Susana Díaz para describirla. Esto roza el realismo mágico, por lo menos. Lenin Castro debe de ser un eslabón avanzado de la lucha generacional. Su nombre no hace pensar que sus padres fueran precisamente devotos votantes del PP, como él parece, pero el hecho de aceptar una hormigonera «como elemento de campaña» aún resulta más inquietante. Dejémoslo ahí.

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Unos kilómetros más allá, frente a la Macarena, en el Parlamento andaluz se convocaba para la semana que viene un nuevo 'trueno de las tres', como cada tarde en Macondo, y todos los portavoces repetían por las esquinas como un mantra: «esto es la crónica de una derrota anunciada».

La campaña electoral para las municipales y las negociaciones para la investidura se van a solapar, en un 'tour de force' desasosegador. Todo parece muy desquiciado: Los socialistas aseguran que la incapacidad de Susana Díaz para ser investida no les desgasta, pero su estado de nervios dice lo contrario y han renunciado a convocar plenos cada 48 horas. Incluso piensan que pasará factura en las urnas a sus rivales. Su seguridad en este sentido es aplastante, y se basa en su fuerza electoral sobre el terreno, indudable, pero el argumento de que los demás deberán explicar su negativa no parece suficiente. Lo que temen precisamente los otros partidos es que les reste votos abstenerse en la investidura, o sea apoyar al PSOE, y por eso se escudan en todo tipo de excusas o maniobras que desafían la inteligencia.

Así vemos escenas tan peregrinas como que el portavoz de C's. Juan Marín, se marchara ayer sin hacer declaraciones, camino de la rueda de prensa que daba Albert Rivera en un hotel de Sevilla. El joven líder emergente debe tener más cuidado con lo que hace. Dejar a su hombre en Andalucía en evidencia, como hizo el pasado martes desempolvando nuevas condiciones sin avisarle, no resulta la mejor práctica.

Podemos, dice el PSOE, no le coge el teléfono, pese a que desde Madrid Pablo Iglesias parece abrir resquicios al apoyo. La ambigüedad puede ser calculada o resultado de un carajal interno considerable. Es uno de los misterios de la legislatura.

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Pero los 'nuevos políticos' serán todo lo contraculturales que quieran, pero no son tontos. Frente a la pretendida frescura hay en ellos una pose estudiada, artificiosa, acartonada. A la hora de la verdad responden como veteranos: ya se han dejado de oír sus quejas acerca de que «el Gobierno secuestra al Parlamento». La razón, que han cobrado. Su inquietud se basaba en la falta de acuerdo para disponer de la asignación correspondiente y fijar el número de asesores. El asunto se ha desbloqueado. Serán más de los que hasta ahora tenía el Parlamento, algo que casa mal con su discurso tan tajante contra los cargos de libre designación, la administración paralela etc., y la Cámara tendrá que ampliar su presupuesto para pagarles.

Esto no es surrealismo ya, no. Ni realismo mágico, no tiene gracia ni exuberancia. Tiene otro nombre. Quizá dadá, versión Duchamp. El del urinario.

Así que, en fin, queda la duda de si habrá que recurrir a alucinógenos para conseguir ver algo claro en todo este singular y colorido panorama.

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