Dónde comer en Almería según un experto en pescado

Dónde desayunar

Depende de «dónde amanezca el día», arranca José Manuel. En El Ejido, lo tiene claro: La Barra de José Álvarez por su tostada de tortilla. «La calidad es incuestionable y el ambiente, perfecto». Si está por Almería, apuesta por Ibéricos Ortuño, donde el jamón «marca la diferencia», y La Chumbera: «Una tostadica al sol no se mejora»..

Para el vermut o tapa

El chef suele optar por La Ruta:«Me gusta mucho, tiene variedad, buena cocina y siempre está animado». Y si el día lo lleva hacia el Cabo de Gata, en Casa Pepe, en San José. «El sitio es privilegiado, y con unas vistas inmejorables para una tapilla de pescado frito al mediodía, con el mar delante».

Para comer

José Manuel no titubea: Casa Joaquín, en la capital. «El producto que tiene Joaquín no lo tiene nadie. Tiene un ojo tremendo para seleccionar lo mejor del mar, siempre está un paso por delante». ¿Un plato recomendado? «El rape es buenísimo, pero el otro día probé una ventresca que estaba espectacular. Da gusto ver que alguien cuida así el género».

Merienda, café o una copa

«Aquí hay muchos sitios, pero no soy de los que se sientan a media tarde con un café y algo dulce». Eso sí, si la ocasión pide una copa, lo tiene claro: La terraza del HO:«Ambiente, buena música y se está a gusto, que es lo que uno busca cuando ya empieza a bajar el ritmo del día».

Para cenar

«Intento evitar el centro, porque ya estamos ahí todo el día. Prefiero otros entornos, como Almerimar, donde hay sitios interesantes como el Chiringuito Flamingo o algún local en la plaza». Y si decide hacer una pequeña escapada, «Samambar, en Rodalquilar, o La Ola, en La Isleta del Moro, son sitios con mucho encanto. Buena cocina, entorno precioso y ese aire distinto que se agradece».

Un producto del mercado

«En Almería, lo del mar es otra historia: si hay atún de la zona, no lo dudo. Es una maravilla». Lo tiene claro: el mercado en Almería es un reflejo del entorno, y hay que saber mirarlo con cariño y respeto para descubrir verdaderas joyas.».

Un souvenir gastronómico

«Yo lo tengo claro: una caja de tomates. Tengo muchos amigos de fuera, sobre todo en Madrid, que cada vez que vienen, es raro que no se vayan con una caja debajo del brazo. Es un regalo sencillo, pero lleno de identidad».