Nuestro verdadero yo
«El ser humano tiene una capacidad innata para poder ejercer eso que llamamos ensoñación que es como empezar a generar una realidad diferente a través de recuerdos y pensamientos»
Miguel Arranz
Psicólogo
Sábado, 8 de noviembre 2025, 11:53
«Y de pronto el recuerdo apareció. El sabor era el del trocito de magdalena que los domingos por la mañana en Cambray, cuando iba ... a darle los buenos días a mi tía Léonie, me ofrecía después de haberla mojado en su infusión de té». Así relataba Marcel Proust en 'En Busca del Tiempo Perdido' lo que llamamos desde la ciencia de la Psicología una reactivación de la memoria autobiográfica evocada por un simple estimulo sensorial.
El ser humano tiene una capacidad innata para poder ejercer eso que llamamos ensoñación que es como empezar a generar una realidad diferente a través de recuerdos y pensamientos. Ese estar en Babia, que alguna vez nos han reprochado y que nos han hecho salir bruscamente de ese reino fantástico, es el producto de una sofisticada evolución de nuestro cerebro y el responsable de todo ello es lo que se llama la Red Neuronal por Defecto (DMN para los entendidos) y en el que intervienen diferentes áreas cerebrales. ¿En qué la usamos a diario? Vamos al lío.
Soñar despierto
En situaciones donde puede que nos aburramos (una clase anodina, el artículo de un pelmazo, un viaje en tren desde Almería...) activamos casi automáticamente la DMN que nos desconecta de nuestro entorno y nos hace imaginar escenarios, recordar momentos o pensar en planes para dominar el mundo en un futuro. Todo menos atender a algo que no nos motiva y nos hastía.
Recordar momentos personales
Una magdalena, como le pasaba a Marcel; un perfume o una canción determinada pueden llevarnos a nuestra memoria autobiográfica y poner a nuestra DMN a echar humo. Ese poder evocador logra literalmente hacernos salir de la realidad y, muchas veces, ay, suspirar con honda congoja al recordar estancias o personas que ya no volveremos a cruzarnos con ellas.
Pensando en nosotros mismos
Si después de una discusión con una amistad o pareja, nos ponemos a evaluar si hemos acertado o hemos metido la pata hasta las trancas, estamos activando la DMN pues pensamos en nuestras emociones, propósitos y decisiones y esa reflexión nos hace casi siempre saber más de nosotros mismos.
Ponerse en el lugar del otro
Desde la terapia, el ejercicio de la empatía suele ser clave para poder resolver muchos de nuestros problemas que alteran nuestro bienestar psicológico. Es un acto que nos cuesta a menudo hacer y que, cuando por fin nos salimos de nuestro egocentrismo, nuestra DMN se activa y nos ayuda a cambiar nuestro punto de vista y reflexionar de manera más acertada.
Duermevela
Ese estado entre fusco e lusco, que decía el genial fabulador gallego Álvaro Cunqueiro, que es cuando nos rendimos al sueño o nos despertamos casi sin saber quienes somos, y donde nuestra mente flota entre pensamientos, imágenes o recuerdos variopintos, es también gracias a nuestra red neuronal por defecto, que nos mezcla sensaciones que serán el material de nuestros sueños.
Esta DMN es la antagonista de la redes atencional y ejecutiva, que son las que nos ponen en la realidad y las que nos ayudan a dar respuestas a los estímulos y retos que nos pasan en nuestro día a día. Nuestro cerebro no tiene un único lugar para cada función sino que pone en juego diferentes áreas según sean los tipos de sensaciones a las que nos enfrentemos y que luego organiza para hacerlas recordar: unas veces queriendo y otros sin querer, como puede ser la aparición del fantasma de ese perdido amor de la nada solo por escuchar una canción ... o tomarse una magdalena.
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