IDEAL y... Miguel Ríos
1951-1960 | En blanco y negro ·
Supongo que en uno de esos periódicos de finales del año 58 fue donde mi padre leyó que en Almacenes Olmedo se necesitaban aprendices, momento crucial en mi vidaIDEAL
Jueves, 5 de mayo 2022, 16:18
¡Noventa años de IDEAL! (y pensar que solo tengo doce menos…) Mientras reflexiono para enhebrar la idea que me lleva a contar lo que ... el totémico periódico de mi ciudad significa para mí en su cumpleaños, el dato de los noventa años es lo que más me ha sorprendido. Su presencia ha sido tan capital en la vida de Granada, que siempre me pareció eterno. Aunque, pensándolo bien, nueve décadas para un periódico es un hito verdaderamente remarcable.
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En el recuerdo de mi infancia, el IDEAL de Granada aparecía por mi casa, de vez en cuando, bajo el brazo protector de mi progenitor. Puede que fuera en fechas señaladas o en días de fiesta. Mi padre lo leía en profundidad, y al finalizar la primera lectura el ejemplar salía de la butaca paterna para llegar al taquillón, donde esperaba para iniciar un recorrido del que toda la familia se aprovechaba menos yo. Por que yo, que era un niño, no estaba en edad para interesarme por las noticias o por los anuncios, ni mucho menos por las esquelas, una de las fuentes de interés primordial de aquel IDEAL de los años cincuenta.
Sin que este orden estuviera preestablecido, mi hermano ojeaba los avatares del Granada C.F., pasión que me contagió enseñándome las fotos de los futbolistas. Mis cinco hermanas se interesaban, por turnos o a mogollón, depende de lo excitante de la oferta, por los anuncios de las tiendas de moda donde aparecían las novedades de la temporada, la publicidad de las medias y la novedad de los tejidos de fibra de nailon. Las mayores, en plena confección de los ajuares para sus futuras bodas, también miraban los de menaje del hogar, y todas, los productos de belleza. Otra sección que despertaba mucho interés y comentarios sobre los artistas y sus vidas era la cartelera y los espectáculos que estaban o iban a pasar por la ciudad. Después de tamaño traqueteo el periódico quedaba manga por hombro, además de muy mutilado por los recortes que le infligían las tijeras de las interesadas en copiar un vestido, una falda, o guardar el anuncio de algún jabón suave para el cutis.
Al final de la cadena de uso, y sin querer ser prolijo, los restos de aquel periódico servían para envolver todo tipo de objetos, desde el jabón que hacía mi madre, al bocadillo que me llevaba al colegio. Se usaba para encender la estufa, el brasero y, en verano, para hacer sombreros y evitar así la insolación cuando íbamos de excursión.
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Supongo que en uno de esos IDEAL de finales del año 58 fue donde mi padre leyó que en Almacenes Olmedo se necesitaban aprendices. Momento crucial en mi vida, ya que, a pesar de que me costó un mundo vencer la cortedad que arrastraba del barrio, y soportar las pesadas novatadas de los dependientes más guasones que, de ser hoy, podría haber denunciado por bullying, el destino me llevó al mostrador de la nueva sección de discos bajo la protección de mi jefa y vecina Paquita. Y mi vida cambió. Cambió tanto que un día que, por desgracia no puedo precisar, mi nombre apareció en el periódico. Puede que ese fuera el IDEAL de mi vida.
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