El sector del aceite suma conquistas a la espera de las grandes batallas de la PAC y el precio

Este lunes, las organizaciones agrarias y Cooperativas Agroalimentarias, ante la mejora de la situación epidemiológica y salvo giro de los acontecimientos, anunciarán movilizaciones y tractoradas por toda Andalucía para protestar por la convergencia de las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) propuesta por el Gobierno, que en el peor de los escenarios podría reducir hasta en un 50% el dinero que llega de subvención de Europa a Andalucía.

«Un año después de tener que desconvocar las grandes movilizaciones nos encontramos en una situación que ha empeorado bastante el horizonte del sector agrario en Andalucía por el nivel de recortes que vamos a recibir, especialmente en Jaén por los derechos históricos del olivar», señala el gerente y portavoz de Asaja-Jaén, Luis Carlos Valero. «Por hectárea nos daban más que a otros cultivos. La futura PAC nos trae grandes nubarrones a la agricultura profesional. Vamos encaminados hacia una tasa plana y eso significa la ruina para el olivar de Jaén. Aquí puede significar el recorte hasta los dos tercios de la ayuda que se percibe actualmente. El 98% es vital-dependiente de las ayudas, no es rentable por el fruto. Sin ayudas el olivar jienense no es competitivo y se muere. Si había motivos para movilizaciones, hoy hay muchos más», recalca Valero.

«Jaén, si cambia el sistema, es el que más pierde», avisa también Cristóbal Gallego, máximo representante del olivar de Cooperativas Agroalimentarias de Andalucía. La PAC da por hectárea unos 623 euros en Jaén, 343 en Andalucía y 219 en España, explica, por lo que de ir a una convergencia «la provincia será la que más se deje en el camino», advierte.

En este tiempo de pandemia apenas ha habido protestas aisladas (como una cacerolada en junio o una marcha en vehículos hace unos días sin respaldo de las grandes organizaciones agrarias). Lo que no quiere decir que no se haya seguido trabajando ni que no se haya avanzado; de hecho, se han logrado algunas de las exigencias de aquellos días de cortes de carreteras y movilizaciones.

La más importante probablemente sea la autorregulación, histórica demanda del sector. Publicado el real decreto ya en el BOE (en octubre se conocerá el reglamento) permite que el Gobierno, sin consultar a Bruselas, retire producto de manera obligatoria hasta la campaña siguiente o incluso destinarlo a uso no alimentario.

Con ello se favorecerá la recuperación de los precios en origen en situaciones con más oferta que demanda. Expertos del sector aseguran que «de haber existido hace dos años (cuando hubo una campaña casi récord) hubiera evitado la actual crisis».

Otro logro, incluido en las peticiones de los manifestantes hace un año, es la suspensión de los aranceles de Estados Unidos (en vigor desde el jueves), el mayor mercado extracomunitario y con grandes posibilidades de crecimiento (antes de imponerse España era el primer exportador a este país).

En principio la decisión es para cuatro meses, pero el Ejecutivo central confía en desterrarlos para siempre, como confirmó la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, ante los envasadores esta semana en Jaén.

Estos aplauden también la marcha atrás a la prohibición de vender aceite virgen extra en envases de plástico. Un triunfo a medias ha sido la exclusión del sistema de etiquetado Nustriscore, en marcha ya en otros países y que en España se implantará de forma generalizada en breve. Un semáforo de colores en el que el oro líquido sale mal parado por su alto valor calórico, colocándolo al mismo nivel que el aceite de colza.

Sin embargo, la sectorial califica de «insuficiente» la decisión y pide que se le otorgue «la máxima calificación de calidad alimentaria, la que corresponde a un producto con propiedades tan extraordinarias para la salud». También se ha aprobado la norma que regula los paneles de cata con unos requisitos más exigentes.

Además, se confirma que la campaña 2020-21, por los efectos de las lluvias y el bajo rendimiento graso del fruto, ha sido mucho más escasa de lo previsto en el aforo oficial (rectificado hace un mes a la baja), con Jaén produciendo medio millón de toneladas de aceite, 150.000 menos de lo estimado, y a nivel nacional cerca de 1,4 millones, cuando se apuntaba a 1,68.

Todos estos factores llevan a pensar que el sector oleícola se encuentra en un momento crucial para lograr un aumento de los precios y estabilizarlos.

«Las salidas de aceite están siendo muy importantes y con una cosecha que va a ser muy baja en marzo, ya que hay muy pocas cuadrillas trabajando, entendemos que el escenario tiene que ser una subida y una consolidación de los precios», señala al respecto el responsable de olivar de COAG Andalucía y secretario general de COAG-Jaén, Juan Luis Ávila.

En la misma línea se pronuncia el responsable nacional de la sectorial de olivar y aceite de UPA y secretario general de UPA Jaén, Cristóbal Cano, que se muestra esperanzado a tenor de la menor cosecha y de la importante demanda nacional e internacional de aceite de oliva con una comercialización «un 10% superior a la pasada campaña», a pesar de la pandemia. Es decir, se consume más aceite de oliva. A esto suma «la afortunadamente poca relevancia de las importaciones».

«Todo esto debe servir de respaldo al aumento de los precios en origen, especialmente en el olivar tradicional, por cuanto estamos atravesando un momento perfecto: producción media, comercialización elevada, alta demanda en el mercado nacional y en las exportaciones y suspensión de aranceles. El sector olivarero debe aprovechar la coyuntura para conseguir que los precios, finalmente, se estabilicen dentro de la rentabilidad de nuestras explotaciones», concreta Cano.

«Está fructificando el trabajo, pero el mercado sube porque existe la ley de la oferta y la demanda. España este año tiene más aceite que el pasado y sin embargo sube porque hay menos en el mundo. Túnez tuvo 350.000 toneladas el año pasado según el COI, o puede que más, y este se estima su producción en unas 120.000», pone como ejemplo Cristóbal Gallego.

Entre los factores positivos destaca «el binomio aceite de oliva-salud que está funcionando. Por los datos parece que el canal horeca (hoteles, restaurantes y cafeterías), con sus excepciones, utiliza poco aceite de oliva. En los últimos meses el consumo ha aumentado. El sector cárnico se ha podido ver afectado porque la restauración ha estado cerrada o en mínimos, pero al aceite de oliva no. La restauración tiene que valorarlo y apostar por él, por salud», subraya.

La estimación de Cooperativas de consumo interior en los últimos cinco meses es de 268.000 toneladas, cuando en toda la campaña anterior se alcanzaron 519.000. El mercado está vivo.

«Los consumidores están dispuestos a pagar por aceites de la máxima excelencia. Ese es el camino para, de una vez por todas, superar la grave crisis de precios», apostilla Cano.

El pago que reciben por su oro líquido agricultores y productores ha subido un 25% desde el verano, según el sistema Poolred, pasando de estar por debajo de 2 euros el kilo a 2,5 de media. A pesar de que en los últimos días ha llegado a 2,6, aún no alcanza los umbrales de rentabilidad en gran parte de los olivares tradicionales de Jaén (en torno a 2,7 según los últimos estudios). Muy lejos en cualquier caso de los 3,6 euros de principios de 2018.