Caminata hasta la cueva ibera de la Lobera en Castellar para presenciar el Equinoccio de Primavera
Actividades ·
El Ayuntamiento había programado una serie de actos que comenzaron con la recepción de clanes en el patio de La ColegiataJOSÉ ANTONIO GARCÍA-MÁRQUEZ
JAÉN
Domingo, 26 de marzo 2023, 18:06
Unos con ropa deportiva o de calle, otros ataviados al uso ibero, bien de guerreros, bien de sacerdotisas, lo cierto es que fueron muchas las ... personas que caminaron hasta la Cueva de la Lobera en Castellar para presenciar el Equinoccio de Primavera en una de las gruta principales de la serie de cavernas naturales por las que transitaron los pueblos iberos. Como estaba previsto, en el ocaso de un día luminoso, la luz del sol se coló por el hueco que para tal fin hicieron los antiguos moradores del santuario ibérico de los Altos del Sotillo, popularmente conocido como Cueva de la Lobera para que a lo largo de la gruta se volviera a proyectar la imagen evocadora de los exvotos de bronce que se ofrecían a modo de ofrenda.
El equinoccio, conocido también como 'æquinoctium', que significa 'noche igual' en latín, es un fenómeno astronómico que ocurre dos veces al año, en primavera y en otoño. En el hemisferio norte, el equinoccio de primavera marca el inicio de la estación que ha toma el relevo al invierno. En Castellar, quienes tuvieron el acierto de acudir a la gruta pudieron disfrutar con la contemplación de este fenómeno singular, mágico, con fuerte carga de simbolismo. Un ritual que los antepasados oretanos supieron estudiar y materializar para conseguir que la imagen de la divinidad quedara proyectada sobre la pétrea estructura de la cueva. Para ellos el equinoccio conllevaba un cambio de ciclo agrario, además de ofertar protección, sanación y fecundidad.
Aceite y vino de rosas
Para sacar el mayor partido a la singular visión, el Ayuntamiento había programado una serie de actos que comenzaron con la recepción de clanes en el patio de La Colegiata, siguieron con un desfile por las calles castellariegas y concluyeron con la peregrinación a la Cueva de La Lobera. Allí se produjo un acto de salutación a la Diosa Madre y se realizó la tradicional degustación de pan, aceite y vino de rosas.
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