Familia de Linares pide ayuda para los ataques de ira de su hijo: «No es un mal chico, simplemente está enfermo»
La familia Quesada Pérez consigue que Rubén entre en lista de espera para una plaza en un centro residencial de Cambil
Lo único que un padre desea es que sus hijos sean felices. A pesar de las adversidad del mundo, de los obstáculos que le ponga ... la vida, que pueda superarlos y lograr esa felicidad. Es lo que quiere también la familia Quesada Pérez, bailenenses afincados en Linares hace más de 30 años, y padres de Rubén, diagnosticado de autismo a los dos años, de trastorno del lenguaje, TDAH, discapacidad intelectual moderada y ansiedad extrema. Esto ha estallado en la adolescencia, llevándolo a violentos ataques que no puede controlar y dirige hacia su familia, quienes con paciencia y cariño tratan de contenerlo, pero cada vez es más complicado.
«Desde muy pequeño Rubén siempre ha sido un ángel, un niño cariñoso, bromista y dulce, pero al cumplir los 15 años empezó a sufrir crisis de agresividad», contaba su madre, Manuel, momentos que él no es capaz de controlar y, al calmarse, «sufre mucho, no quiere hacernos daño y pregunta si estamos bien». En la actualidad es un adolescente de 17 años, con cuerpo más de hombre que de niño, y que de repente tiene uno de estos ataques de ira que afectan a su familia y a sí mismo, pues al tirar objetos, también se golpea y se autolesiona.
No se conoce la causa de estos ataques, solo que las crisis son cada vez más frecuentes y de mayor intensidad. Situaciones que otro adolescente podría gestionar de una manera diferente, a Rubén le cuesta por sus trastornos, por lo que necesita un tratamiento y una terapia más completa para hacerlo.
«El día a día no es sostenible», explica su padre, Miguel Ángel, que cuenta cómo llevan un año con llamadas al 112 en estas circunstancias límite, en las que la policía se hace cargo para contenerlo. «Pero es un parche y es perjudicial para él, pues lo único que pueden hacer es inyectarle calmantes que a la larga le puede provocar daño renal y eso no es calidad de vida», lamenta.
Por ello, la única solución que ven es que sea aceptado en una residencia asistencial. «Es muy doloroso separarnos de él, nuestro único alivio es saber que ahí lo van a cuidar bien y le van a ayudar a superarlo», contaba Manuela, y su marido añadía que «quizá nuestro hijo esté institucionalizado de por vida, pero tenemos la esperanza de que sea temporal, y que con el tratamiento y la terapia adecuada logre estabilizarse para que vuelva con nosotros lo antes posible».
La petición se realizó a la Junta de Andalucía hace más de un año y no había recibido respuesta, por lo que abrieron una recogida de firmas en chage.org para ser escuchados. Sin duda, su voz ha llegado, con repercusión mediática y casi 40.000 de las 50.000 firmas que requerían, les han contestado. La Delegación Territorial de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad en Jaén confirmó a IDEAL que Rubén está incluido en la lista de espera para ocupar una de las 40 plazas en el nuevo Centro Residencial para trastornos de conducta ubicado en Cambil, con titularidad y gestión por la Entidad Entrepinares del Mercadillo.
Así, la previsión, «a la espera de los últimos trámites del procedimiento de ocupación nuevas plazas, es que pueda incorporarse antes finalizar año», indican desde la Junta.
«Lo queremos con todo nuestro corazón, pero nos encontramos en una situación muy dura e insostenible», aseguraba Manuela. «Necesita entrar en una residencia asistencial para que le ayuden con sus problemas de comportamiento, que siga unas rutinas planificadas y que, en definitiva, sea feliz. No es un mal chico, simplemente está enfermo y necesita una ayuda que nosotros solos no le podemos dar», concluye.
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