Entendimiento mutuo para que las aguas vuelvan a la calma en Peal de Becerro
Colectivos gitanos, con el histórico Juan de Dios Ramírez a la cabeza, se reúnen con autoridades y Fuerzas y Cuerpos del Estado en busca de «paz»
La expulsión de gitanos de Martos en verano de 1986, con la quema de sus viviendas. La manifestación del 84 en Torredonjimeno que acabó con ... otra casa en llamas. La marcha despavorida de 70 gitanos de Castellar en 2008 tras una pelea entre 'payos' y gitanos que terminó en violentas trifulcas en el pueblo. «No nos podemos permitir volver atrás en el tiempo», afirman desde colectivos y partidos políticos, que hacen lo posible porque Peal de Becerro no se suma a la lista de dramas que marcan un pueblo con el odio y el antigitanismo.
El apuñalamiento mortal a Álvaro Soto la madrugada del sábado al domingo en el municipio pealeño agitó unas aguas que causaron preocupantes olas el lunes. Tras la detención de cuatro sospechosos, de etnia gitana, y la puesta en libertad con cargos de dos de ellos, se convocaron concentraciones en repulsa por el crimen. No obstante, en la manifestación se «colaron» radicales que fueron los que fomentaron los actos violentos de después, con el vuelco de varios coches, pintadas en paredes y el incendio, al parecer provocado, en una vivienda del barrio con mayormente familias gitanas.
«Pido que se propicie la paz y el entendimiento, que los Servicios Sociales actúen con estas familias, que están en malas condiciones y pasan hambre»
Juan de Dios Ramírez Heredia
Esta es la idea que comparten desde colectivos gitanos, que achacan los disturbios a grupos minoritarios, porque «el pueblo de Peal no es así». El propio alcalde, David Rodríguez, lo defendió, que hizo un llamamiento a la calma e insistió en que los pealeños deben demostrar la buena convivencia mantenida hasta ahora «con todas las familias». «David es un gran alcalde y está verdaderamente acongojado por lo sucedido, tanto como podría estarlo yo», aseguró Juan de Dios Ramírez Heredia, presidente de la Unión Romaní Española desde su fundación (1986).
Este abogado y periodista viajó desde Barcelona para conocer en persona lo ocurrido en Peal, por lo que tuvo la oportunidad de hablar con el alcalde pealeño; el teniente coronel de la Guardia Civil, Francisco José Lozano, y el delegado en funciones de la Junta en Jaén, Jesús Estrella. Ramírez fue el primer diputado en el Congreso de la comunidad gitana, el primero en dar un discurso en el Parlamento español en 1978. Político retirado y activista, compartió su preocupación por los hechos en la provincia.
Achacó lo ocurrido a «grupos racistas que envenenan» la situación y a sus gentes. Subrayó que esto es antigitanismo, odio y racismo, «ni más ni menos», y que es «horrible» que por un «terrible crimen estén pagando justos por pecadores». Explicó que las familias «tuvieron que huir con lo puesto». Ahora están «escondidas, no podemos comunicar su ubicación, por su seguridad», pues ya tuvieron un susto en Puente de Génave, de donde también se vieron forzadas a marcharse ante la escalada de tensión en el ambiente. «Pido que se propicie la paz y el entendimiento, que los Servicios Sociales actúen con estas familias, que están en malas condiciones y pasan hambre», insistió.
Paraguas de la ley
María del Carmen Carillo, presidenta de la Asociación de Mujeres Gitanas 'Sinando Kalí' en Jaén, hizo hincapié en que «hay miedo» por los altercados. «Lo primero es lamentar la muerte del joven, y también destacar que la concentración del lunes se desarrollaba al comienzo de forma pacífica, con la manifestación de dolor de un pueblo», comentó.
Sin embargo, no pasaron desapercibidos los carteles y gritos de 'fuera gitanos' de algunas personas que «no están por la paz, guardan odio y promueven el antigitanismo, y debemos recordar que todos estamos bajo el paraguas de la ley, que es la que está actuando y es lo que cuenta», dice.
Partidos políticos como Izquierda Unida también hicieron un llamamiento a la calma. La coordinadora provincial, Mamen Barranco, apuntó que ningún suceso «puede justificar actitudes violentas de naturaleza racista» y pidieron que se «recobre la normalidad desde el respeto y la solidaridad». Es lo que todos quieren en el municipio y fuera de él, que las aguas vuelvan a la calma en Peal de Becerro y en Jaén.
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