Ver fotos
«Desde que la reina de mi 'Graná' está ahí, no me ha faltado pan en toda mi vida»
La capital celebra el día de la Virgen y del Turismo sin procesión pero con ambiente gracias al buen clima y al visitante patrio
Lunes, 28 de septiembre 2020, 00:23
La mañana olía a domingo que tiraba para atrás. Pronto quedaron a la vista los madrugadores de chandal feo y perro guapo, los juerguistas trasnochados ... meciendo la última caña o las parejas tristes que miraban por el retrovisor del taxi cómo se hacía pequeño su pisito de fin de semana. Pero no era un domingo cualquiera aunque lo pareciera. Era el último de septiembre, el de la Virgen, que coincidía en este loco 2020 con el Día Mundial del Turismo. Ese sector que llora hoy la pérdida de los extranjeros, la caída del consumo o las limitaciones que impone la guerra contra el virus.
Publicidad
Suerte que están los nuestros; los de aquí; los que casi nunca fallan; aquellos a quienes se les han quedado las calles, las plazas, los parques y los monumentos más bonitos de España para ellos solos. En Granada su presencia ayer se hacía omnipresente: hacían cola para entrar en la Alhambra, bajaban con cuidado la Cuesta de los Chinos, se hacían selfies junto a Mario Maya o escuchaban una bulería bien 'tocá' en la plaza de las Pasiegas.
«Hay mucha más gente de lo que yo pensaba», reconocía ayer Miguel Ángel, uno de los comerciantes del mercado de artesanía del Paseo de los Tristes. Sonreía bajo una gorra poco calada y delante de un cartel en el que se podía leer una palabra:'Micazuki'. «Quiere decir cuarto de luna creciente en japonés», apuntaba.
Después de ocho meses habían vuelto a la calle. «Es una alegría», reconocía al ver cómo creía y crecía ese goteo incesante de vidas e historias que surcaba el mediodía. «Andrea y Julia, en este río suele haber muchos gatos. A ver si veis alguno», le decía un padre a sus hijas frente al Bañuelo, donde siete personas esperaban para entrar a las 12.27 horas.
Enfrente se hablaba de David Roberts en un corrillo. «Era un pintor muy imaginativo», comentaba entre risas una guía que explicaba la Puerta de los Tableros a una docena de turistas concentrados. El relato sonaba en castellano, que últimamente es el único idioma que se oye en una Acera del Darro, en la que ayer un niño se resistía a quitarse la cazadora a pesar de los infructuosos intentos de sus padres. Era el mundo al revés, por eso la única japonesa que se encontraba en la plaza de las Pasiegas cuando se disfrutaba de una velada flamenca era la bailaora. Y al compás del 'yali-yali' muchos pudieron hacer balance del fin de semana en unas terrazas que acabaron llenas en la zona de la Catedral.
Publicidad
De la Granada de Diego de Siloé a la del Darro embovedado en Puerta Real. Allí la música era otra: la de un gaitero, la del trasiego constante de los vehículos o la de un dúo de xilofonistas cuyo ritmo acompasaba los paseos en la Carrera de la Virgen. En esta zona ya nadie llevaba cajas de piononos sino de tortas. «Es que hoy tenemos visita», decía una señora elegantemente vestida. Iba con su marido, que no hablaba, simplemente contemplaba el panorama.
Coleccionistas de moneda hacían negocio en la zona y en los bancos del Campillo se sucedían las tertulias de señores mayores que pasaban la jornada a la sombra de los plataneros. «Tengo lotería de Doña Manolita, tengo el trece para navidad...», cantaba un lotero frente a la Patrona. Allí había una cola sobre todo de mujeres esperando a entrar en misa. Había impaciencia y dolor por no poder ver a la virgen de las Angustias en procesión. También aquí había turistas, sobre todo venidos de otros puntos de la provincia. Ellos y los locales aprovechaban la espera para contar milagros o los frutos de una veneración que este año pervive contra las inclemencias de una pandemia.
Publicidad
Hay mucho que agradecer, según creía una señora muy emocionada ante la «reina del cielo», la de su 'Graná' de las entrañas. «Es que desde que está ahí no me ha faltado un trozo de pan en toda la vida», confesaba frente al frontispicio del templo mientras se limpiaba las lágrimas.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión