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Patricia, en el mostrador del Herbolario Dimam del Zaidín, respaldada por algunas de sus infusiones y tratamientos. RAMÓN L. PÉREZ
Infusiones frente a la crisis

Infusiones frente a la crisis

Abierto por coronavirus ·

Tisanas y aceites esenciales en un herbolario que también dispensa calor humano

JESÚS LENS

GRANADA

Domingo, 29 de marzo 2020, 01:09

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Paso muchas veces por la puerta, pero nunca había entrado. El local es chiquito, pero está magníficamente aprovechado, sin un resquicio libre. Herbolario Dimam hace que, al entrar, automáticamente bajen las pulsaciones. Es un remanso de paz, cálido y afectuoso, en mitad de la jungla de cemento gris y asfalto semiabandonado en que se han convertido nuestras ciudades.

–¿Cómo lo estás llevando?

Patricia es de esas personas capaz de mostrar su amplia sonrisa incluso a través de la mascarilla que le cubre la cara.

–Es difícil, para qué nos vamos a engañar. Soy mamá de dos peques de cinco y siete años y es difícil organizar la familia. Además, en mi tienda, más que clientes, tengo amigos y es muy duro mantener las distancias. La gente viene con miedo. Y el miedo conlleva prisas. Casi nadie se para a hablar.

Patricia tiene claro quienes son los campeones de este confinamiento: «Los niños. Es muy duro para ellos. No vale solo con las tareas educativas y a distancia. Necesitan salir, correr y desfogarse y les está resultando muy complicado».

Y para los padres que los tienen en casa, claro. Como si fuera un doble confinamiento. Si a todos nos cuesta, a la chavalada más inquieta y nerviosa, mucho más.

En el herbolario Dimam, uno de los productos estrella de estos días es el alcohol de romero, muy bueno para desinfectarse. Y el aceite del árbol del té. Patricia nos da una fórmula para fabricar nuestro propio desinfectante: agua con alcohol o alcohol de romero y por cada 100 ml, añadir unas 15 gotas de aceite de árbol del té. Se puede llevar en un botecito con dispensador si hay que estar obligatoriamente en las calles.

Patricia procura que todos los pagos se hagan a través de tarjeta, pero si alguien tiene que hacerlo en efectivo, le da desinfectante de manos. Toda preocupación es poca.

¿Otros productos que se estén vendiendo especialmente bien estos días? «Muchas infusiones para subir las defensas, para cuidar el sistema respiratorio. Mis clientes de siempre ya saben lo que tienen que tomar, pero tengo otros nuevos que se llevan jaleas, por ejemplo. La jalea con propóleo equinacia y liquen de Islandia es muy buena para el sistema respiratorio. O la infusión de eucalipto, albahaca y tomillo».

¿Y qué tal con los nervios y ansiedades? «Hay gente a la que le está costando mucho gestionar esta situación. No es solo el miedo al contagio. Es la tensión de compatibilizar el teletrabajo, el trabajo de la casa y a los peques todos el día allí encerrados. Estoy vendiendo muchas infusiones relajantes para ayudar a combatir la tensión que genera el coronavirus: las preparadas con azahar, tila, melissa y espino blanco funcionan muy bien. O el aceite esencial de lavanda que, aplicado en la sien, calma mucho».

Como la inmensa mayoría de quienes siguen abriendo en los tiempos del coronavirus, Patricia cierra desde el mediodía. «Cierro un poco más tarde, como a las dos y media, para que quienes también siguen trabajando puedan venir al salir de sus negocios».

Aunque Patricia recibe muchos pedidos por whatsapp y los clientes solo tienen que recoger y pagar, los hay que buscan aunque sea un par de minutos de charla. «Las palabras levantan el ánimo. Ese hablar humano que tranquiliza y anima a algunas personas y que a mí también me reconforta», señala Patricia. «Aunque no nos podamos abrazar, nos reímos a través de una mascarilla», señala con buen humor.

Y recuerda lo que pasó aquel primer fin de semana en que se decretó el estado de alarma y la gente se llevó buena parte del género que tenía en la tienda. «Tengo clientes que necesitan una alimentación especial y consumen productos que no hay en los supermercados (siropes sin azúcar, copos, hamburguesas vegetales, leches enriquecidas...) que, ante la posibilidad de quedarse sin ellos, se abastecieron más de lo normal. Ya no. En ese sentido, ahora todo se ha normalizado».

¿Un último consejo para gestionar esta crisis? «Imaginación y paciencia. Más de la primera que de la segunda dado que no nos queda más remedio que ser pacientes», señala Patricia, volviendo a sonreír.

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