Unicaja Costa de Almería, golpe al corazón
Unicaja Costa de Almería pelea en desventaja para acudir a la Copa del Rey, una ausencia que no sucede 1990/91
En el relato que envuelve estas semanas turbias para el Unicaja Costa de Almería aparece la sensación de que la Copa del Rey, esa cita ... que iluminará el calendario del 26 de febrero al 1 de marzo en Valencia, empieza a alejarse como un barco que zarpa mientras el equipo aún busca su ritmo competitivo. El torneo copero reunirá a los ocho primeros equipos al finalizar la primera vuelta de la Superliga Masculina y desde la décima posición, con solamente tres puntos sumados y cuatro derrotas en cinco partidos, el conjunto blanquiverde observa cómo la clasificación se estrecha hasta volverse un pasillo exigente que obliga a caminar sin dudas y a contracorriente. La distancia hasta la octava plaza, cuatro puntos, impone un desafío sin margen de error, recortar casi un punto por jornada en las seis que quedan para el final de la primera vuelta, como si cada semana fuera un examen que no admite titubeos de ninguna clase.
Ese horizonte conduce, en caso de alcanzar esa octava posición en la clasificación, a un cruce inevitable con el intratable Guaguas Las Palmas –con dos equipazos en la plantilla–, un líder que ha ganado sus cinco encuentros con una superioridad que no deja resquicios, cediendo sólo dos sets y mostrando una solvencia que intimida. Valencia espera a los mejores de la competición, a quienes hayan sabido sostener su pulso en medio de la turbulencia y el acceso a ese escenario continúa siendo una posibilidad que obliga a soñar con orden y a competir con alma para llegar a una Copa del Rey que mantiene la 'fisonomía' de siempre, con enfrentamientos 'cruzados' entre primero y octavo, segundo y séptimo, tercero y sexto y cuarto y quinto.
Lo que queda
Los seis compromisos que quedan para el final de la primera vuelta de la Superliga Masculina reparten promesas y precipicios a partes iguales. El Unicaja Costa de Almería recibirá a Servigroup Benidorm en la sexta jornada, a un Conectabalear Manacor que llegaba como colíder a la última jornada disputada, en la novena, y al Instercap Asisa Tarragona SPSP, en la décima. Son tres partidos en casa que deberían permitir una reconstrucción emocional, una reconexión con la identidad de un grupo que hoy se siente algo desencajado. Pero lejos de Almería esperan tres colosos, que empiezan con Pamesa Teruel en la séptima jornada, Guaguas Las Palmas en la octava y Conqueridor Valencia en la undécima, tres salidas que exigen precisión quirúrgica y un nivel competitivo sin fisuras.
El obstáculo más duro, sin embargo, está dentro del propio equipo. La mala dinámica se ha convertido en un lastre silencioso que se cuela en cada arranque de set. Los jugadores que dirge Pablo Ruiz soportan 125 errores en las cinco jornadas –25 por partido– que pesan como una carga invisible, como si cada partido empezara ya condicionado por un aire de desventaja. La herida es más profunda en el ataque. En la única victoria, la conseguida ante UC3M Leganés, el equipo blanquiverde firmó un 64% de eficacia ofensiva que explicaba la fluidez de aquel triunfo. Desde entonces, la producción ha caído hasta un 43,5% de media, sostenida apenas por el 45% alcanzado ante Cisneros La Laguna en el último encuentro celebrado en el Pabellón Moisés Ruiz, porque en el resto de encuentros la eficacia del 43% se queda corta ante el rigor competitivo que impone la Superliga Masculina.
Obligados por el error
El dolor se condensa en los detalles, en esos lugares donde el voleibol decide destinos enteros. Muchos de los doce sets perdidos en estas cinco citas celebradas comenzaron con desventajas amplias que obligaron a remar desde demasiado lejos, siempre contracorriente, siempre acumulando un desgaste que termina por contaminar cada intento de remontada. Y aun así, entre la crudeza, hay destellos que invitan a no rendirse. No en vano ocho de esos doce sets perdidos se escaparon por la mínima, algunos después de disponer de bolas de set que pudieron alterar por completo la lectura de la temporada. En esos márgenes estrechos se adivina que lo que hoy parece una caída pronunciada podría haber tenido un tono más amable si un par de detalles se hubieran inclinado del lado del conjunto blanquiverde, con lo que el panorama actual sería bien distinto.
El equipo almeriense vive ahora en ese territorio incierto donde cada punto pesa como una sentencia y cada jornada redefine el ánimo. Aun así, el deporte siempre guarda un espacio para la resurrección, para el giro inesperado que rompe la inercia. Quedan seis partidos para descubrir si el Unicaja Costa de Almería puede transformar la duda en impulso y la desazón en una reacción feroz. La Copa del Rey sigue ahí, suspendida entre la obligación y el deseo, esperando un gesto de convicción que devuelva a los blanquiverdes a la senda que parecía suya. La historia aún puede virar, porque incluso en los momentos más oscuros late la posibilidad de un renacimiento que se recuerde durante años.
Además, no estar sería un duro golpe en la temporada en la que se cumplen 40 años en la máxima categoría. Ausente en la primera temporada, como es obvio, el conjunto blanquiverde se presentó para aprender en la 1990/91 y jugar en el Centro Insular de Deportes de Gran Canaria, quedando en cuarta posición. Después llegaron los títulos, con once conquistas y el mismo número de finales perdidas.
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