Úbeda desea que sea un 'hasta luego'
Joaquín Sabina ofreció anoche en su ciudad natal un concierto muy especial que reunió a 10.000 personas
Alberto Román
Domingo, 14 de septiembre 2025, 12:19
Con la emoción a flor de piel, como viene siendo habitual en sus últimas visitas a Úbeda, Joaquín Sabina pisó anoche el escenario instalado en ... el campo de fútbol y se plantó ante sus paisanos para decirles 'Hola y adiós', despidiéndose en lo musical con un repaso de sus canciones más icónicas, esas que, aun siendo demasiado jóvenes para la eternidad que les aguarda, de tan nuestras ya no parecen venir de un cantautor, sino de las fuentes mismas de la tradición popular.
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El recinto estaba lleno hasta la bandera. Bajo los focos, el ubetense universal miró ante sí durante un buen rato a una multitud agradecida, pero lo hizo como repasando cada uno de los 10.000 rostros expectantes, como si buscara caras conocidas, de antes y de ahora. ¿Qué se le pasaría en ese momento por la cabeza, bajo el bombín, a quien hace seis décadas huyo de un pueblo en blanco y negro al que regresó medio siglo después, cual hijo pródigo, para descubrir una ciudad en color? Seguro que muchos sentimientos difíciles de expresar con palabras, aunque algunos de ellos fue capaz de verbalizarlos durante esta velada tan especial.
Hijo Predilecto
Sabina presumió de su papel de Hijo Predilecto, título que recibió oficialmente hace unos años, cuando se le otorgó además la Medalla de Oro de la ciudad con la que retomó una relación que andaba un tanto distraída. Se sintió en casa, arropado, y correspondió con creces. Porque, suele ocurrir, con el paso de los años las raíces tiran con mucha más fuerza.
Permítanme el chovinismo: ni el Royal Albert Hall de Londres ni el Madison Square Garden de Nueva York, por donde pasó esta gira hace solo unos meses, vibraron tanto como lo hizo anoche el campo de fútbol del Complejo Polideportivo Municipal 'Antonio Cruz' de Úbeda, donde el ubetense puso el broche de oro a la programación del Festival de Música de Verano (FestMuve). Y es que, por lo que sea, Sabina disfruta perdiéndose por estos Cerros, aunque finalmente tenga que perderse literalmente porque le salen familiares, amigos, vecinos y compañeros de pupitre de debajo de las piedras. Un ejemplo: si juntásemos en una clase a todos los que dicen haber estudiado con él, el aula tendría tamaño de polideportivo.
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La ciudad que le vio nacer, crecer, huir y regresar; la ciudad que le negó y finalmente le reafirmó porque sobraban los motivos, le sienta bien. Y no es solo culpa de los ubetenses, que aún los hay negacionistas de los méritos del artista y de lo que significa para Úbeda, sino también de quienes se desplazan desde cualquier punto de la geografía nacional para verle y escucharle donde empezó todo, entendiendo lo especial del reencuentro. Un dato: este fin de semana no ha quedado ni una cama libre a muchos kilómetros a la redonda, llegando a alcanzar algunas plazas precios desorbitados. El binomio Sabina-Úbeda, o Úbeda-Sabina, funciona.
Repertorio
Pero vamos a lo que vamos, que esto es una crónica musical. El concierto resultó espectacular. Aunque Sabina permaneció casi todo el tiempo sentado, estuvo atento, cómplice y orgulloso de los suyos, nervioso, entregado...
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Alrededor de una veintena de canciones de su amplísimo repertorio dieron para mucho, desde 'Lágrimas de mármol' hasta 'Princesa', pasando por 'Mentiras piadosas', 'Calle Melancolía', '¿Quién me ha robado el mes de abril?', 'Más de cien mentiras', 'Por el bulevar de los sueños rotos', 'Y sin embargo' o 'Y nos dieron las diez'. En esta última sonó con un matiz especial el verso «nos dijimos adiós, ojalá que volvamos a vernos».
Especial protagonismo tuvo el mítico disco '19 días y 500 noches' con la inclusión de un total de cinco temas, el que da título al trabajo junto a 'Una canción para la Magdalena', 'Ahora que…', 'Donde habita el olvido' y 'Noches de Boda'. No faltaron otros himnos sabineros como 'Tan joven y tan viejo' o 'Contigo', unidos a algunos más que sonaron por voz de sus músicos, como 'Pacto entre caballeros' que afrontó rotundo el guitarrista Jaime Asúa o 'La canción más hermosa del mundo' que asumió el multiinstrumentista y compositor Antonio García de Diego. La banda la completaron Josemi Sagaste al saxo y la percusión, Pedro Barceló a la batería, Laura Gómez al bajo, Mara Barros a la voz y los coros y, la última incorporación, Borja Montenegro a las guitarras.
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El último adiós
Unas dos horas después del 'hola' llego el momento del 'adiós', con todo el público puesto en pie, agradeciendo tanto como el autor ha aportado a sus vidas en forma de canciones o poemas; y un Sabina de nuevo mirando emocionado a la multitud, sombrero en mano, como repasando cada uno de los 10.000 rostros satisfechos, como si buscara caras conocidas, de antes y de ahora. Y entre ellas, quizá, la de un joven en blanco y negro a punto de montar en uno de esos sucios trenes que iban hacia el norte soñando con escribir, contar y cantar su propia historia. Una historia realmente increíble.
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