Triunfo grande de Emilio de Justo en su presentación en Villanueva del Arzobispo
El diestro extremeño cortó tres orejas a su lote de toros de Santiago Domecq en un festejo con aforo lleno según límite covid
ÁNGEL A. DEL ARCO
Domingo, 25 de abril 2021, 00:17
La plaza de toros de Villanueva del Arzobispo es, sin duda alguna, una de las más bonitas de nuestra provincia. Ayer lucía radiante desde ... primera hora de la mañana, cuando los trabajadores del coso terminaban de engalanarla para el festejo de la tarde. Es un coso taurino que inspira al artista, al torero en sus sueños de realizar la faena soñada. En sus instalaciones se ven carteles en los que se refleja parte de la historia taurina de este coso, con momentos que están grabados a fuego en un pueblo que vive con intensidad la fiesta de los toros.
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En la mañana de ayer y gracias a la empresa Tauroemoción, volvimos a vivir otra jornada intensa, donde la tauromaquia tomó de nuevo el protagonismo perdido durante una pandemia que ya dura demasiado. Una alegría ver los aledaños del coso taurino con mucha gente alrededor, unos en busca de una entrada haciendo cola en las taquillas, otros intentando entrar en los corrales para ver los toros que luego se lidiarían por la tarde, sin olvidar a los curiosos en busca del personaje para hacerse una foto o pedir un autógrafo, sin olvidar que los hoteles, bares y restaurantes estuvieron a tope durante todo el día. Todo sirve, la tauromaquia es eso y mucho más.
Para el comienzo del festejo, las seis de la tarde, los tendidos estaban abarrotados de público, a pesar de la tarde, fría y lluviosa. Ni que decir tiene que cumpliendo con todas las normas sanitarias impuestas por la Junta de Andalucía, respetando el metro y medio de distancia entre espectadores, tomando la temperatura a la entrada del coso y el uso de mascarilla durante todo el festejo. Gran ambiente en los tendidos con el invitado de lujo de la televisión que tan importante labor de divulgación hace.
Como curiosidad los tres toreros actuantes, Diego Urdiales, Emilio de Justo y Juan Ortega, hacían por primera vez el paseíllo en Villanueva del Arzobispo. Una novedad que cayó muy bien entre los aficionados locales y sus muchas asociaciones y agrupaciones taurinas.
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Por la puerta de chiqueros fueron saliendo los toros reseñados de la ganadería de Santiago Domecq, un sexteto que tuvo una buena presentación, armónicos y con el trapío adecuado y quizás un punto por encima de una plaza de tercera categoría. Su juego en conjunto resultó noble, aunque con la única pega de la escasez de fortaleza en algunos de los cornúpetas.
El riojano Urdiales
Había interés en ver por primera vez al riojano Diego Urdiales –en verdad había interés en ver a los tres– y aunque no tuviera excesiva suerte con su lote de toros no defraudó en sus dos turnos. Sus formas clásicas se hicieron presentes desde el primer capotazo, aunque con su primero apenas si pudo disfrutar de alguna embestida buena. Con el capote dibujó algún capotazo que tuvo calidad aunque sin poder rematar el inicio ante unas embestidas desclasadas y sin energía. Tampoco nada que destacar en los siguientes tercios.
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No se le vio al riojano convencido, dibujando un inicio de faena por bajo en la que sobresalió algunos muletazos que tuvieron el empaque habitual de un torero que maneja los engaños con sumo temple. El animal ni tuvo fuerzas ni ganas de seguir la muleta de un toro que tan sólo encontró el lucimiento en momentos aislados, sobre todo por el pitón derecho. Al natural, una sola serie de la que no dejó nada para el recuerdo, aunque como decimos tampoco había material para mucho mas. Eso sí, se tiró a matar con rectitud cobrando una estocada entera algo atravesada lo que retardó en demasía la muerte del apagado y desclasado toro de Santiago Domecq.
El cuarto fue uno de los toros más bonitos del encierro, abrochado de pitones, su presencia suele gustar mucho a los toreros. Esperábamos mucho y nos encontramos de principio con bastante poco. Nada con el capote, tampoco en el quite y tampoco en los posteriores tercios.
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No brindó la faena, saliéndose a los medios con soltura para iniciar las series en redondo, sufriendo una fuerte colada de la que se escapó de milagro. No fue el toro de Santiago Domecq un dechado de virtudes, dejando el torero de Arnedo destellos fugaces de su inmensa clase pero sin redondear una labor lucida. Derechazos y naturales en labor de largo metraje pero sin un convencimiento claro por parte del torero. Lo mejor llegó al final en una serie con muletazos de uno en uno con temple y buen gusto. Mató de una gran estocada que tiró al toro sin puntilla cortando una oreja.
Gran momento de De Justo
Emilio de Justo está siendo el torero del que todo mundo habla en este principio de temporada. Sus dos actuaciones anteriores en Almendralejo y Sanlúcar de Barrameda se saldaron con triunfos apoteósicos demostrando un altísimo nivel, toreando con empaque, profundidad y clase. En la tarde de ayer, consiguió un rotundo éxito cortando dos orejas de su primer oponente, un toro de Santiago Domecq que fue premiado con la vuelta al ruedo, animal que no se cansó de embestir desde que apareció por la puerta de chiqueros. Con el capote se salió a los medios en el recibo para poner la plaza en pie en el posterior quite por chicuelinas, bajando la mano rematando de una excepcional media verónica.
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Ya se atisbaba las buenas condiciones del toro cuando Emilio se fue al centro del platillo a brindar la faena de muleta. El inicio fue excelso doblándose por bajo en una primera serie que puso la plaza en pie. En el centro del platillo se plantó el torero y dándole mucho sitio y distancia le cuajó tres tandas sobre el pitón derecho bajando mucho la mano llevando largo la entregada embestida del toro de Santiago Domecq. No bajo el son al natural, al contrario, cuajando varias tandas en las que llevó cosido la codiciosa embestida, con naturales que fueron eternos llenos de profundidad y clase.
Una gran faena de Emilio de Justo con empaque y lleno de gusto que remató con doblones por bajo llenos de torería para cerrar una gran obra. Se mató a matar en la suerte de recibir quedando la espada muy baja, el toro cayó rodado desatándose una fuerte petición que fue atendida por el presidente concediendo las dos orejas y la vuelta al ruedo al toro.
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Con el quinto de la tarde de nuevo se lució con el capote, sobre todo en el galleo con el que llevó el toro al caballo, demostrando sus ganas en rematar su tarde en su debut en la plaza de toros de Villanueva del Arzobispo. El quite al delantal levantó una gran ovación por parte de un público totalmente entregado con el torero extremeño.
De nuevo se lució en un poderoso inicio de bajo por bajo, para posteriormente con las zapatillas clavada en la arena cuajarle estupendas series por ambos lados. Sin duda alguna se encuentra en el mejor momento de su carrera y eso se nota en todo lo que hace en el ruedo, conectando rápidamente con los tendidos.
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Largos y profundos salieron los muletazos, sobresaliendo una tanda final sobre la diestra, relajando la planta y otra más sobre la derecha sin la ayuda de la espada. Todo un espectáculo Emilio de Justo en la tarde de ayer en una tarde que pasará a la historia de la plaza por su forma de torear. Se tiró a matar como un león, pero lastimosamente para él encontró hueso hasta en dos ocasiones, cobrando a la tercera una estocada entera y algo delantera dejando el premio a una sola oreja cuando su labor de muleta hubiera merecido mucho más.
La sensibilidad de Ortega
El tercer espada de la tarde fue el sevillano Juan Ortega que regó el albero de la plaza de toros de Villanueva del Arzobispo con el aroma de su inmensa torería en un majestuosa recibo a la verónica, meciendo el capote, recordándonos a los mejores capoteros de la historia.
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Para el recuerdo y la memoria de todos los que allí estuvimos nos quedará un cambio de manos de la derecha a la izquierda que duró una eternidad en el inicio de la faena. Labor que no pudo ser completa por las condiciones flojas de un toro que tuvo calidad pero poca fuerza, aunque no fue impedimento para que el torero dibujara el toreo más despacio que se recuerda por estos lares.
No hay en estos momentos torero que maneje los engaños con mayor sensibilidad, despaciosidad y gusto, un deleite para los sentidos. Labor que le faltó la contundencia que le faltó al toro en forma de energías y emoción, aunque nos quedamos con esos bellos pasajes del toreo añejo, el de siempre, el que pone el bello de punto. Una pena sus fallos con los aceros, en el primer envite sufriendo una fuerte voltereta de la que salió dolorido y con una cornada envainada de la que tuvo que ser operado por el Doctor Rafael Fuentes Martos, cirujano de la plaza, necesitando dos pinchazos y estocada casi entera, siendo fuertemente ovacionado tras aviso.
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Se le vio mermado a Juan Ortega en la lidia con el capote al sexto de la tarde, motivado por el malestar de esa cornada que llevaba en su muslo derecho.
Pero no se conformó el sevillano que destapó el tarro de las esencias en la faena de muleta, parando de nuevo los relojes en su toreo de muleta, tanto con la derecha como al natural, dónde surgieron muletazos que duraron una eternidad. Se hizo grande el menudo torero que enamoró a un público que se entregó a la sensibilidad de un diestro que siente el toreo desde lo más profundo de su ser. Disfrutó e hizo disfrutar cómo ya no nos acordábamos. Son toreros necesarios en estos tiempos de tanta vulgaridad. Pinchó antes de la estocada definitiva cortando una oreja que para nada hace justicia a lo visto en el ruedo de Villanueva del Arzobispo.
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