«Persigo la huella musical de nuestros ancestros para traerla al presente»
Música en Segura propone este jueves un viaje en el tiempo de la mano de Abraham Cupeiro y su colección de instrumentos de otras épocas y localizaciones
Ascensión Cubillo
Lunes, 23 de mayo 2022, 11:38
Para Abraham Cupeiro (Sarria, 1980), los instrumentos musicales son las únicas llaves que abren las puertas del pasado; máquinas del tiempo que permiten viajar a ... los orígenes del ser humano y, a partir de ahí, recomponer su historia. Esta es la propuesta con la que llega a la edición primaveral de Música en Segura el próximo 26 de mayo, donde presentará su proyecto 'Resonando en el pasado' a lo largo de una ruta entre Huelga Utrera y la Cueva del Agua, en plena sierra.
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–¿Es su primera vez en Música en Segura?
–Sí. Había escuchado mucho sobre este festival, lo bien organizado que está y la calidad de las propuestas, por eso cuando me llamaron me hizo muchísima ilusión. Estoy deseando ir.
– ¿Quién es Abraham Cupeiro?
– Un promiscuo musical. Abraham Cupeiro es un músico que desde siempre se interesó por la historia y que persigue la huella musical que han dejado nuestros ancestros para traerla al presente, e incluso para proyectarla en el futuro con instrumentos antiquísimos de más de 3.000 años. Un músico clásico salido de un conservatorio pero que siempre ha tenido el corazón y los oídos abiertos a otro tipo de músicas, porque al final la música es una sola.
– ¿De dónde le viene ese interés por recuperar músicas ancestrales e instrumentos antiguos?
– Empecé en la banda de música y ahí me saltó la vocación de músico. Cuando estaba finalizando la carrera, mi trabajo de investigación se basó en construir una trompeta como se hacía hace 300 años, y eso fue una llave que me abrió las puertas del pasado. Poder construirme yo mismo mis propios instrumentos me ha ayudado muchísimo en este periplo de búsqueda de esencias sonoras del pasado.
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– Su especialidad es la trompeta.
– Sí. Me licencié en el Conservatorio Superior de Madrid, pero desde pequeño ya tocaba muchos instrumentos. Siempre he tenido la curiosidad de aprender otros que no fuesen la trompeta.
– Usted es, además, una de las pocas personas en el mundo que toca el karnyx. ¿De qué época data este instrumento?
– De la Edad de Hierro, estaba expandido por toda Europa. Sabíamos de él por escritos, pero no se conservaban ejemplares hasta hace muy poco. De hecho, el único entero del mundo se desenterró en 2008 en la localidad francesa de Tintignac. Mantengo contacto con los arqueólogos que lo desenterraron y todos los años me invitan a tocarlo. Como es un instrumento que no está en las tiendas de música, yo he tenido que construirme el mío.
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– Eso requiere una labor importante de documentación e investigación.
– Sí. Hay mucho de investigación y de aprender a construir los instrumentos para, por último, dejarse llevar de forma artística y tocarlos utilizando las posibilidades que te dan.
– ¿Qué tomó como referencia para construir su propio karnyx?
– Lo construyo a partir de una moneda romana en la que aparece un karnyx. Comprobando las medidas del original se ve que son casi de las mismas dimensiones, hay muy poquitas diferencias. Se trata de una suerte de casualidades que se dan en la vida y que permiten que sigamos llevando este sonido aterrador de un instrumento de guerra, pero también transformándolo para hacer música del presente.
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– ¿Lo llevará a Música en Segura?
– Sí. Este y otros instrumentos que hemos recuperado enterrados en la lava de Pompeya. Instrumentos del Paleolítico, de la Edad Media... de todas las épocas y de todas las geografías. Haremos un recorrido a lo largo de nuestro planeta a la vez que buscamos en el pasado más remoto.
– También toca la corna, un instrumento de tradición gallega.
– Sí, lo tocaban los pastores. Fue encontrado por un paisano mío, Carlos Tallón, en mi pueblo, Sarria. Es una suerte increíble poder tocar un instrumento original como este, no es una réplica; soplar por él es como evocar a los pastores que antaño lo hicieron resonar en los verdes valles de Galicia.
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– ¿Cuántos instrumentos tiene en casa?
– Unos 200.
– ¿Y cuál es el más raro?
– Son todos raros y todos tienen sus anécdotas. En este festival, además de tocar, las contaré porque es importante oírlos, verlos pero también conocer su trastienda histórica. Ahí es donde encontramos muchos matices y detalles que los hacen más humanos, si se puede decir así.
– ¿Aprovecha los viajes para hacerse con nuevas piezas?
– Sí, siempre vas con la antena puesta para buscar esa sorpresa, ese pequeño regalo que se hace uno. Algunos los compro y otros los construyo yo mismo.
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– En el programa de La Resistencia dejó claro que cualquier material sirve para hacer música, ahí está la gaita con dos pajitas.
– Sí, se trata de construir algo con un elemento cotidiano como podía ocurrir hace miles y miles de años. Así vemos que con algo tan simple y sencillo como una pajita, que podía ser una pajita de un cereal, se puede construir un instrumento cuyo sonido funciona.
– ¿Qué otros proyectos tiene además de 'Resonando en el pasado'?
– Vengo de Alemania de tocar con la Mahler Chamber orquesta, una de las mejores del mundo. Luego está 'Pangea', un programa con orquesta sinfónica girando alrededor del mundo a través de los instrumentos musicales;'Sons esquecidos'. Todos tiene un denominador común: instrumentos raros, perdidos en el tiempo que van aderezados de una música que los acompaña y los potencia. Esto al final hace que no paremos de dar conciertos llevando sonidos antiguos, pero incluso más modernos que los que escuchamos ahora.
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– ¿Qué reacciones suscitan en el público?
– La primera reacción es la de gente boquiabierta al ver instrumentos que nunca antes habían visto. Luego está el sonido, que es lo que los transporta y lo que trasciende realmente. Es un gusto poder llevar estas esencias pretéritas a la gente, hacerles disfrutar y verlos sentir que están haciendo un viaje.
– ¿Algún consejo para los músicos jóvenes?
– Si tienen lo más importante, vocación, tienen el 100% porque la música no es un medio para ser famoso; es una suerte de videojuego que no tiene pantalla final. Es infinita y todos los días nos enseña algo; por eso, que no busquen una meta materialista, sino la belleza.
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