«La música es un lenguaje mundial; allá donde vas te entienden»

–¿Qué tiene este concurso para que tanta gente se anime a participar?

–Se podía comparar con el turismo. ¿Por qué de repente hay tanta gente viajando? Porque hemos estado tres años pasándolo mal. Durante todo ese tiempo, la gente joven ha continuado preparándose, no porque haya covid han dejado de estudiar o de tener ilusión. Se han mantenido firmes en sus puestos y ahora vemos el resultado de esta abstención obligada: salen y todos quieren participar en todo.

–El nivel de exigencia es muy alto, de hecho alguna vez se ha quedado desierto.

–Siempre he pensado que declarar desierto un premio es una pena, sobre todo de cara a quienes han participado, porque es como decir: ninguno de vosotros valíais la pena.

–¿Cuántas inscripciones ha habido al final?

–Casi 100, y al final concursarán 58 personas. Si vienen es porque creen que tienen opciones, luego el azar hará que esas opciones se consoliden o no. Igual un año no hay nadie que despunte y en otros, en cambio, hay varios. No diré que es una lotería, porque no es así, pero existen muchos imponderables.

–¿Se ve representado de alguna manera en estos jóvenes?

–Los mismos nervios que ellos pasan cuando vienen aquí los pasé yo también en su día yendo de concurso en concurso. En el fondo los concursos propician el encuentro entre gente joven que tiene la misma idea en la cabeza. Es bueno participar porque te encuentras con otros que vienen de sitios totalmente diferentes, donde nunca has estado, pero ves que hay un lenguaje común. Lo que no hemos conseguido hablando, porque cada país habla su idioma, lo hemos conseguido con la música. Se toca exactamente igual una obra de Mozart aquí que en Pekín, Moscú o Sudáfrica. La música es un lenguaje mundial, lo que facilita mucho las cosas porque allá donde vas te entienden, no hace falta un traductor.

–¿La situación mundial actual influye aquí o queda al margen?

–Yo creo que no influye. Hay que poder separar la música de la política y si vienen un chico o una chica rusos a tocar, no les vamos a perjudicar. No sería correcto.

–¿Se presentan mujeres?

–Sí, aunque no son mayoría ni de lejos. Es una asignatura pendiente.

–¿A qué cree que se debe?

–Algo que puede jugar a favor o en contra es que la vida de un músico de élite es muy ajetreada, y no siempre encaja con los deseos de una mujer, que igual tiene otros ideales. Tener que estar todo el día con la maleta en la mano yendo de un lado para otro puede parecer bonito desde fuera, pero si lo tienes que vivir, ya no es lo mismo.

–¿Cómo definiría este premio?

–Tiene varias cosas que lo distinguen. Una de ellas, la cobertura que da la Diputación, muy generosa para los concursantes porque además de los premios hay premios de consolación: ayudas de viajes, la estancia, etcétera. Esto es un aliciente. A esto se suman el auditorio, que es una instalación excelente, y la trayectoria del propio concurso: nada más y nada menos que 63 ediciones, por algo será. Hay muchos aspectos que convergen y hacen que este concurso, además de conocido, sea muy apreciado.

–¿Resulta difícil elegir a los ganadores?

–Tampoco resulta tan difícil, no, porque se supone que el jurado es gente que sabe de qué va y que tiene criterios generales muy estudiados. Entonces, cuando se hace un recuento de votos ves que no hay muchas discrepancias, sino más bien preferencias, pero eso es normal. Las discrepancias serían algo muy raro y poco deseable porque supondría un jurado peleado.