Marta Mathéu, Soprano

«Estoy contenta de poder debutar en la provincia de Jaén»

Tras esta pequeña gira con la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (ORCAM), Mathéu actuará en la presentación de l'Orquestra del Miracle, de la que es madrina, el 3 de junio dentro del Festival Espurnes Barroques; en el concierto inaugural del Festival de Música Antigua de los Pirineos; y en el Palau de la Música Catalana, donde el 8 y el 10 de octubre interpretará 'Lobgesang', de Mendelssohn.

Ya en diciembre se pondrá en la piel de Liú en 'Turandot', de Puccini, que se llevará a escena en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona. Un cierre de temporada intenso para quien la crítica considera una de las grandes voces de la lírica española.

–¿Qué tiene el Réquiem de Mozart para que nos siga erizando la piel tanto tiempo después?

–Es una música tan sublime y llena de espiritualidad que el hecho de que Mozart la dictara casi en el lecho de muerte yo creo que nos eleva. Lo he cantado más de 25 veces y no me canso.

–¿Dónde fue la primera vez?

–En un festival de música antigua en la Cataluña del norte, en la zona del Rosellón, con una orquesta barroca con tintes historicistas. Fue hace 20 años y yo aún estaba estudiando el superior de Canto, era la 'baby' musicalmente hablando. Recuerdo la acogida, me cuidaron en todo momento y me hicieron disfrutar mucho. Como estudiante te falta experiencia y recorrido, pero me sentí tan cómoda que de hecho en ese festival fui invitada después más veces a colaborar.

–Llega a Úbeda este sábado. ¿Conocía el festival y la ciudad?

–Será mi debut como cantante en Úbeda y en el festival, así que sumo otro lugar más a la lista. La ciudad ya la conocía porque tengo amistades allí y la he visitado en otras ocasiones.

–Dicen de usted que es un referente del canto lírico en España, aunque reconoce que no lo ha tenido fácil. ¿Pesan las etiquetas?

–Sí, muchísimo. Que al frente se ponga algún director artístico, intendente o programador que tenga una idea muy concreta en la que tú no encajas, a veces hace que te lo tengas que trabajar más o que no tengas la oportunidad de poder demostrar. Muchas veces no te dan ni esa oportunidad, pero bueno, yo soy una persona muy resiliente; si no sale a la primera, saldrá a la segunda o a la tercera. Por intentarlo que no quede. No es decir, ay, como no me han cogido me quedo en casa. No, hay que seguir trabajando y avanzando porque uno mismo sabe para lo que es válido y para lo que ha nacido. En mi caso yo primero soy músico y después, cantante. Para mí es pasión y vocación.

–Emocionó a la mismísima Montserrat Caballé. ¿Cómo fue?

–Cuando estás delante de un referente del canto lírico como es Montserrat Caballé, una figura internacional, hay más nervios que otra cosa. Pero mi sensación y mi experiencia fueron no tengo que demostrar nada, en ese momento solo pensé: disfrútalo y haz disfrutar. Interpreté el aria de una ópera que ella había cantado en su juventud. Empecé a cantar y veo que le cambia la cara, digo, ay madre, qué estoy haciendo que no funciona. Pero no, pidió un pañuelo a su asistente y se puso a llorar. ¿Qué hago?, pensé. Ella me dijo que no parara. Cuando acabé, Montserrat abrió los brazos y nos fundimos en un abrazo. Me dijo al oído: «Tienes un ángel y tienes que dejarlo volar». Nos emocionamos las dos, fue precioso. Que un referente como Montserrat Caballé te diga eso te anima y te hace aún más fuerte para seguir adelante.

–¿Qué papel de los que ha interpretado hasta ahora ha sido su mayor reto?

–Sin dudarlo, Norma, con el que debuté el año pasado en el Liceo. Fue un reto en muchos aspectos. A nivel dramático, porque yo no me siento para nada identificada con la psicología de Norma, tiro más a una vis cómica —a mí me das un papel cómico y Lina Morgan se apodera de mí (ríe)—; pero también a nivel técnico y vocal. Estos retos son a su vez aprendizajes que te ayudan a avanzar y a evolucionar. Creo que ha llegado en un momento óptimo de mi carrera para poder afrontar muchos más proyectos que están viniendo. Y eso te hace ver también en perspectiva todo el trabajo que has hecho hasta ahora y el que te queda por hacer como músico.

–Me sorprende lo de Lina Morgan, ¿le gustaba desde pequeña?

–Me encantaba. Mary Santpere me cogió más pequeña y tengo un vago recuerdo, pero de Lina Morgan me sé textos casi enteros de 'Vaya par de gemelas' o 'Celeste... no es un color'. Me pones ahora toda una tarde de monográfico de Lina Morgan y me lo empapo porque me encanta (ríe).

–¿Qué cualidades ha de tener un/a cantante?

–Tres pilares fundamentales: la voz, la emoción y la parte física. Tienes que estar muy en equilibrio contigo mismo porque cuando tú no estás bien de voz estás preocupado, cuando estás preocupado por algo la voz se tambalea y cuando físicamente no estás bien, pues lo mismo. No hay que perder nunca la esencia de uno mismo, del momento en el que está y adonde va a ir cuando justo entre en el escenario.

–¿Qué música le gusta escuchar al margen del trabajo?

–Raffaella Carrà y Georgie Dann. La mente de un músico siempre está en constante trabajo, imagínese si me pusiera una sinfonía o un aria de ópera, nunca descansaría el cerebro. Me gusta mucho la música de los 80, Julio Iglesias, música sudamericana, —las cumbias, no el reguetón de ahora, Compay Segundo, Juan Luis Guerra—. También puedo decir Chanel o la Rosalía, aunque no estaría cinco horas escuchando a Rosalía, me pones una canción y ya está. Soy de música muy variada porque creo que enriquece de manera indirecta.

–Todos tenemos una canción especial, ¿cuál es la suya?

–Para hacer bien el amor hay que venir al sur, de Raffaella Carrà. O El chiringuito o La barbacoa, de Georgie Dann. Con cuatro años en las fiestas del pueblo de mis abuelos ya las bailaba. Como tengo ese recuerdo, me han acompañado toda la vida.