Cartel en memoria de las pequeñas instalado junto al colegio de Abla. EFE / C. Barba
Crimen en Almería

«¿Para qué le dejan que se lleve a las niñas?»

Abla, Alboloduy y Gérgal muestran su repulsa por la muerte de las pequeñas a manos de su padre, que tenía una orden de alejamiento de la madre

Alicia Amate

Almería

Lunes, 18 de marzo 2024

Tres pueblos consternados por las inconcebibles muertes de Larisa y Elisa. Alboloduy, Gérgal y Abla, municipios pequeños, cercanos y unidos, han condenado este lunes al ... unísono lo ocurrido durante la tarde-noche del domingo. «Yo no soy capaz de comprender cómo puede ocurrir que dos niñas puedan fallecer sin protección y que no se haya podido prevenir», se lamentaba por la mañana ante los micrófonos y grabadoras de los medios de comunicación Sonia Guil, alcaldesa de Alboloduy, término al que pertenece la pedanía de Las Alcubillas, donde residía el padre y donde se habría perpetrado el crimen.

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El hombre, ya muerto, tenía que haber entregado a las niñas a las seis de la tarde. Pero nunca lo hizo. Los tres fueron hallados en la cama, según los primeros indicios, víctimas de algún tipo de sustancia venenosa. La Guardia Civil pasó la noche trabajando en el lugar de los hechos, que seguía precintado durante la mañana y donde aún se encontraba un coche, previsiblemente, propiedad del autor del crimen dado que en el asiento de atrás se podían observar desde lejos dos silletas, una para cada una de sus hijas.

Nada más despuntar la mañana, la noticia del doble infanticidio no tardó en propagarse por Alboloduy. Los vecinos consultados por IDEAL ALMERÍA coincidían en afirmar que apenas (o nada) conocían al presunto autor, un hombre de origen rumano y 35 años de edad que residía en una pedanía no muy lejana del núcleo urbano pero que no pisaba el pueblo.

«Cuando me he enterado, me he puesto a pensar en los niños que hay, que no hay muchos, y no me cuadraba ninguno», relató Antonia a las puertas del Centro de Salud. Los habituales corrillos de cualquier plaza tenían ayer allí el mismo tema de conversación: cómo podía haber ocurrido este crimen. Algún vecino incluso lo seguía en directo a través de su teléfono móvil mientras hacía la pausa para el cigarrillo.

Por supuesto, a este boca a boca contribuía el goteo constante de periodistas y cámaras de televisión que desfilaban por el Ayuntamiento de Alboloduy desde bien temprano para poder conocer todos los detalles sobre un presunto asesinato que, sin embargo, tenía a la víctima superviviente en Abla: Alina, la madre de las niñas y expareja del presunto criminal.

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Media hora en coche separan ambas localidades. Un camino que habrían recorrido muchas veces las pequeñas de dos y cuatro años en el vehículo de su progenitor, con el que pasaban seis horas (de 12 a 18, según informó el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía) cada día del fin de semana. Él tenía prohibido acercarse a menos de medio kilómetro de su expareja y madre los «dos ángeles», como las describió profundamente afectado Costica, amigo de la familia y vecino de Abla, también de origen rumano. Era uno de los centenares de vecinos que se unieron al minuto de silencio organizado frente al consistorio abulense, en torno a una pancarta artesanal en la que se podía leer 'L@s niñ@s no se tocan, Abla está con vosotr@s' que se instaló junto a la entrada del colegio, al que acudía la mayor de las hermanas.

Al igual que en Alboloduy, apenas sabían nada el padre de las niñas más allá de su historial de malos tratos hacía su expareja. Una relación violenta que la había llevado a buscar una nueva vida en el municipio de la comarca del Nacimiento, donde se instalaron hace aproximadamente dos años «aconsejada por una amiga que ya vivía aquí y huyendo de sus circunstancias», señaló el alcalde de Abla, Javier Sánchez. «Somos una comunidad pequeña. Ella está totalmente integrada. Estaba tranquila, con su trabajo y sus niñas», detalló el regidor, incidiendo en que «oficialmente» no habían recibido información sobre el caso.

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Explicó Sánchez que la joven madre –de 23 años– está «en estado de shock, necesita ayuda, apoyo psicológico. Tiene todo el apoyo del Ayuntamiento para que pase estos momentos», a sabiendas de la gravedad de una situación para la que nadie está preparado. Desde el primero momento se informó a Servicios Sociales, que está tratando de ayudar a la mujer, si todo se confirma, víctima de violencia vicaria.

Tanto Abla como Alboloduy, decretaron luto oficial por la muerte de las pequeñas.

Las niñas, su única familia aquí

Una de las personas que más las conocía es Loli, propietaria de la vivienda en la que las tres se instalaron en Abla y vecina de la familia. Dijo estar «fatal» y con «ganas de llorar» desde que supo lo que había pasado y que conocía «muchísimo» a las pequeñas Elisa y Larisa. «Eran muy cariñosas, muy bonicas las dos, incluso se han quedado en mi casa alguna vez», comentó.

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Sobre él, al que jamás vio y «nunca» se acercó a la vivienda, lo poco que conocía es que «bebía mucho»: «Él no se acercó nunca, pero llegaba el fin de semana y se las llevaba. Eso es lo que no tenían que permitir. Si hay orden de alejamiento, ¿para qué le dejan que se lleve a las niñas? ¿Para que acabe pasando lo que ha pasado al final?».

Según relató la casera y vecina de madre e hijas, fue a última hora de este domingo, cuando Alina vio que él no devolvía a las niñas, cuando se preocupó. «Se lo dijo al del bar (donde trabajaba) y él le dijo, llama a la Guardia Civil. Fue la Guardia Civil y se encontraron eso», evita nombrar el suceso, lamentando la soledad en la que se encuentra en Abla la madre de las niñas. «Me han dicho que cuando se lo han contado a la abuela en Rumanía, le ha dado un infarto o algo», detalló.

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Como ella, muchos vecinos de Abla, parte o no de la comunidad rumana, estaban volcados en ayudar a Alina a salir adelante. Así lo compartieron con IDEAL ALMERÍA. «Yo misma la llevé el martes a poner una denuncia porque él no le pagaba la manutención de las niñas», aseguró María Dolores, conocedora también de que el 10 de abril había señalado un juicio por violencia de género.

«Un maltratador de los peores»

El tercer municipio que ayer sufrió la muerte de estas niñas fue Gérgal, donde residieron antes de separarse. «Él era un maltratador de los peores», aseguró en declaraciones a Europa Press la alcaldesa, Antonia Contreras, tras confirmar que la pareja vivió durante aproximadamente un año y medio en la estación del municipio una vez que ya habían nacido las dos niñas.

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La primer edil gergaleña señaló así la situación de «maltrato total» que llegó a vivir la mujer, que para su protección llegó a ingresar en un centro de acogida. «Luego se fue a Abla, donde encontró trabajo», explicó.

«Lo que no entendemos es cómo podía tener las dos niñas tan chiquiticas este maltratador, que ha sido un maltratador total», apuntó Contreras, quien apostilló que desde el propio Ayuntamiento de Gérgal se ha tenido que alertar en ocasiones a la Guardia Civil a causa de las «palizas» sufridas por la mujer. «A las niñas no nos consta que le hubiera agredido alguna vez», señaló.

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Gérgal, Abla y Alboloduy, tres escenarios y testigos de la breve vida de estas pequeñas, estos «dos ángeles» por cuyas vidas no se temía: «La orden de alejamiento es para la madre. No para las hijas», contestó finalmente el TSJA sobre la pregunta más pronunciada tras conocerse este terrible crimen.

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