«La estrella seguirá aquí cuando yo no esté»
La actriz Ángela Molina se convirtió ayer en la primera fémina con una estrella en su honor en el Paseo de la Fama de la capital almeriense
Miguel Cárceles
Lunes, 7 de diciembre 2015, 01:53
A sus sesenta años, Ángela Molina caminaba ayer por el centro de Almería como el que lo hace por las nubes, dando saltitos agarrada de ... los brazos del presidente de la Diputación, Gabriel Amat; y del alcalde de Almería, Ramón Fernández-Pacheco. El primero, aunque no lo parezca, apenas dista de la actriz en una década. El segundo, en cambio, bien pudiera ser su hijo.
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De su sonrisa de oreja a oreja, de sus gestos exagerados y felices, se desprende a la perfección que Molina es una mujer de transparente espíritu animoso. Pero puede que en su actitud de ayer también tuviera mucho que ver el rubor que imprime, siempre, y pese a todo, un galardón honorífico que nadie recibe a los 18 años sino cuando está en la madurez de la carrera. No obstante, Molina, con cinco nominaciones a los Goya y una Concha de Plata de San Sebastián en su vitrina, está bien acostumbrada a recibir las loas del público. Y también a que la traten como un mito en 2002, el Festival de Cine Español de Málaga también le otorgó el premio honorífico a su carrera.
La actriz madrileña se ha ganado a pulso los honores del mundo del cine cargándose la espalda de trabajos. En España, en Italia o en Francia, con casi un centenar de largometrajes en su filmografía, Molina es un rostro de éxito infalible, una mujer de interpretación aguda y, además, una de las actrices mejor pagadas de la cinematografía española. Ayer volvía a ofrecerse para seguir trabajando, para seguir ofreciendo su rostro a mujeres amables, viejas, serias o descocadas. «Enamorada» de su trabajo, ayer se definía como «obrera de este oficio», el de la interpretación, que la mantiene en cierto modo tan viva como lo ha estado siempre. Tan viva y enamorada como ahora la tiene Bajo este sol tremendo, un proyecto de Adrián Caetano que la llevará a filmar por Sudamérica.
Ayer, Almería la homenajeaba otorgándole una estrella en el Paseo de laFama de la ciudad. Es la primera que lleva nombre de mujer. Y le rinde honores por su participación en tres films que devolvieron de forma transitoria a los escenarios almerienses al lugar del que jamás quisieron irse, al del mundo del celuloide más laureado. En 1989 rodaba Las cosas del querer, un musical de Jaime Chávarri que le llevó a optar al Goya como actriz protagonista. Dos años más tarde, la intérprete respondía a las órdenes de Alain Tanner en el guión de El hombre que perdió su sombra. Y hace catorce años justo cuando el Festival Almería en Corto, el que ayer le otorgó el premio Almería, Tierra de cine, daba sus primeros pasos volvía para interpretar Punto de mira bajo las directrices del galés Karl Francis.
«Almería es un lugar capaz de convertirse en mundos totalmente diferentes. Una tierra con una pureza extraordinaria. Por eso le seguimos la pista de cerca a Almería y todo su potencial», regalaba la actriz a los oyentes, varias decenas, en la rueda de prensa anterior al destape valga la palabra de una estrella grabada en piedra que la recordará para la posteridad como una de las caras que dispuso a Almería como la auténtica Meca del cine europeo.
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«Vuestra gratitud alimenta mi espíritu, mi corazón y entendimiento para seguir desarrollando mi trabajo. Creo que de este Festival, tal y cual cómo esta hecho, van a salir grandes talentos del cine y formar parte de ello me hace sentir muy orgullosa y seguir confiando en este trabajo que nos une y nos va guiando», espetaba Molina, descendiente de una auténtica saga de artistas y a la que acompañaban su hija y su sobrina quién sabe si, en un futuro próximo, nuevas caras conocidas del clan Molina.
Con el premio a Ángela Molina y la gala de clausura en la que Almería en Corto entregó su palmarés, uno de los más internacionales de los últimos años la semana del cine en Almería apaga los proyectores. Lo que no se apagan son las máquinas de rodaje. Los proyectos para convertir los increíbles paisajes almerienses en escenarios de la ilusión cinematográfica vuelven a recalar como un agua fina que empapa a una tierra que ha servido para contar la historia de Lawrence de Arabia, para alojar a Conan el Bárbaro, para alojar las aventuras de Indiana Jones o para contar la historia bíblica de Moisés, las siete plagas y su huida de Egipto en Exodus.
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«Esta estrella seguirá aquí cuando yo ya no esté», vociferó, apasionada, Ángela Molina ante el centenar de almerienses que fue testigo de su inauguración. También quedará su cine, su obra, y una tierra que la vio trabajar con la misma pasión con la que ayer recibía el homenaje de su público.
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