«Camerún y Almería comparten un mismo problema: la inmigración»
Irma Beleme, religiosa camerunesa que lucha a diario contra la pobreza, participa en Almería en los actos de celebración del Día de Manos Unidas
Javier García Martín
Viernes, 6 de febrero 2015, 00:26
Camerún, oeste de África, siglo XXI. El 40% de la población vive bajo esa condenatoria línea conocida como el umbral de la pobreza -el umbral ... camerunés, se entiende, es decir, la más sangrante miseria-. La pobreza tiene allí muchas caras entre ese millón de almas en lucha por su supervivencia. Un enfermo terminal en la calle, una niña obligada a prostituirse o un sediento vecino de cualquiera de los barrios enteros que hasta en la capital, Yaundé, no tienen agua potable.
Publicidad
Irma Beleme es una religiosa con diez años de «vida misionera», como describe ella misma, entre Camerún y Kinsasa, en la machacada República Democrática del Congo. La organización almeriense de Manos Unidas ha escogido a esta dominica -la primera camerunesa ordenada- para difundir el trabajo que allí realiza «siempre desde lo local». Coincidiendo con el día de esta organización, Beleme ha pasado por Madrid y Granada antes de llegar a Almería relatando su visión directa de la pobreza que padecen a diario sus conciudadanos. «No es lo mismo lo que puede decir una europea que alguien de allí como yo». Como muestra, un clásico entre los dogmas del Tercer Sector que, no por mucho repetirlo, pierde su absoluto rigor: «No podemos ayudar a las personas sin colaborar con ellas, es un camino de autonomía».
La suya es una lucha a dos frentes: educación y salud. Sobre lo primero, Beleme ha conseguido reabrir un colegio para 70 alumnos en Mbalmayo, un pueblo a 85 kilómetros de la capital que se había quedado sin él. «El futuro de un país o de un continente depende de la educación de los niños», sentencia. Ahora, las aulas cuentan con un dispensario, todo un cofre del tesoro en un país asfixiado por la malaria, el palaudismo, el cólera o la misma falta de higiene.
«También tenemos una importante tarea de sensibilización sobre la medicina moderna: mucha gente no cree en ella, consideran que es algo de mala suerte y dejan de medicarse», afirma. Sobre esta segunda cuestión, el VIH es aquí el más deplorable de los protagonistas. «Hay muchas mujeres que, por miedo a ser rechazadas por su propia familia, no toman sus antirretrovirales», relata.
'Déplacés' en Almería
Educación y salud son aquí dos lados de la misma moneda, la podredumbre al cuadrado: «muchas jóvenes no van a la escuela y se dedican a la prostitución», asegura la misionera. Para ellas, Manos Unidas financia un plan de microcréditos. «Pasan de la desolación a la sonrisa y dejan de sentirse como personas que no tienen nada que ver con la vida». Un pozo de agua o la construcción de un pabellón para dar cuidados paliativos a personas sin familia relucen aquí como otras pequeñas batallas ganadas al abandono.
Publicidad
Para terminar de concienciar a los almerienses, en el relato de la dominica surge de pronto una referencia local: «Hay un problema que es común a Yaundé y Almería: la inmigración». A pesar de los más de cinco mil kilómetros de distancia entre ambos puntos, la religiosa no duda en detectar ese denominador común en las problemáticas de ambas sociedades. «Yo he visto cómo allí muchas personas con carrera sueñan que en Europa el dinero cae como la nieve», explica. «Sin embargo, cuando llegan, los 'déplacés' africanos se encuentran solos, sin trabajo, sin familia y en medio de una pobreza extrema» añade. «Ahora todo es mucho más difícil para los inmigrantes».
Parafraseando el lema de la nueva campaña de Manos Unidas -'¿Te apuntas?'-, la religiosa lanza un último mensaje a la sociedad almeriense. «Les pediría que se apuntaran a esta lucha contra la pobreza con el corazón: esta es una tarea de todos».
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión