Juan Capel
«No hay nada que cultivemos que sea natural, a menos que estemos hablando de un acebuche»Profesor de genética de la UAL ·
Probablemente sea una de las voces más autorizadas para informar sobre la mejora genética de hortícolasJUAN SÁNCHEZ
Almería
Miércoles, 30 de julio 2025, 13:42
Hace un hueco a IDEAL durante su ajetreada agenda del Curso de Verano 'La mejora genética de hortícolas base del sistema productivo almeriense', que una ... edición más ha codirigido junto a Francisco Portero, para ofrecer sus impresiones sobre la materia que domina y de la que imparte clase en la UAL.
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–¿Qué importancia tiene la mejora genética en el sector hortícola?
–No se podría entender la producción de hortícola intensiva sin las contribuciones de los ingenieros técnicos y superiores. El desarrollo de los invernaderos viene de la mano de ingenieros agrónomos del Ministerio de Agricultura y luego se sumó la tecnología. Todos esos desarrollos son muy importantes, pero solo con ellos no se habría podido incrementar la producción ni su calidad como tenemos hoy día si no fuera porque hay programas de mejora genética muy específicos para la producción de todos nuestros cultivos. Las semillas que nuestros agricultores siembran y los frutos que comemos son muy diferentes de las que se sembraban hace 40 años. Y es porque hay programas de mejora genética muy específicos para el desarrollo de nuevas variedades en nuestras condiciones.
–¿Cuándo se le empieza a dar importancia a al desarrollo de la genérica hortícola?
–Ha habido un nicho de negocio que ha sido ocupado por las empresas de mejora genética, que desarrollan nuevas variedades. En ocasiones, algunas tienen origen en agricultores que hacían sus propios programas de mejora para adaptar los cultivos a unas determinadas condiciones. No son los mismos los tomates que se producen en cualquier lugar del mundo que los que se cultivan en Almería. Las variedades son ligeramente o muy grandemente adaptadas a nuestras condiciones. Mire cuando se habla de tomate el más prototípico cuando todo el mundo habla de la calidad es el RAF, que viene de un de mejora genética de una empresa de origen francés que pensaba que había desarrollado a una variedad resistente al fusarium. Los agricultores decían cuando iban a sembrar que querían la semilla que en el sobre ponía RAF en vez de poner 'Resistencia Al Fusarium'. Desde siempre se han cultivado variedades mejoradas de una manera u otra. Es verdad que los actuales programas de mejora tienen más recursos, menos limitaciones que los que había en aquellos momentos y la mejora se ha acelerado muchísimo. Muy probablemente la mayoría de los agricultores intensivos de nuestros entornos han cultivado variedades híbridas hechas por empresas desde casi al comienzo de la horticultura protegida.
–Y en materia genética, ¿qué novedad hay, en qué se está trabajando y por dónde?
–La mejora genética es un trabajo muy estresante porque los mejoradores tienen que estar siempre pendientes de cualquier novedad que se produzca, no en su entorno, sino a nivel mundial. Y fundamentalmente lo más limitante de cualquier programa, de cualquier producción son las plagas y los patógenos. Se puede limitar el movimiento de las personas, de las cosas, pero no el movimiento de las plagas de los patógenos. Ese es siempre el principal limitante, el que aparezca una nueva plaga en cualquier lugar del mundo. Por muy alejado que nos parezca, es probable que en poco tiempo nos llegue a Almería. Es una misma especie hortícola tenemos ejemplos relativamente cercanos. En el caso de tomate, el virus de la cuchara, luego tuta y ahora el rugoso. Es un trabajo muy estresante porque siempre hay que estar previendo nuevas variedades que sean un poco más resistentes a esas plagas y a los patógenos que las plagas transmiten. ¿Y cuándo se solucionan esos problemas? En la época de bondades, donde menos tormentas hay, es cuando los mejoradores se pueden dedicar a mejorar otros caracteres, que son esos que siempre se nos olvidan de la calidad, del sabor, los olores y esas cosas, porque son caracteres mucho más complejos de manejar que otros.
–¿Qué restricciones legales hay en genética hortícola?
–La mejora genética está legislada, como toda la investigación que se hace en nuestro entorno. Tenemos una trazabilidad total en la producción; está legislado lo que se puede comercializar y lo que no y lo que se puede investigar y no se puede comercializar. Ahora mismo una de las principales limitantes que tiene nuestro entorno, pero que es toda la Unión Europea, es la legislación alrededor de los organismos modificados genéticamente. En este sentido la legislación europea es la más estricta a nivel mundial., lo cual es un pequeño problema, porque nuestros competidores en otros continentes, tienen una legislación mucho más laxa y están empezando a utilizar variedades que tienen ese tipo de aproximaciones. Por eso siempre se habla de que la Unión Europea va a legislar en el sentido de poder permitir el uso de nuevas herramientas de edición genética que ahora mismo está muy limitado. Eso realmente es un problema para las pequeñas empresas que tienen menos recursos, pero no por las grandes multinacionales, porque una gran multinacional puede tener un programa de mejora para España, otro para otro país y otro para un continente entero donde sí se puedan comercializar variedades editadas genéticamente.
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– ¿En cualquier tipo de variedad de plantas se podrá conseguir una perfecta, que no sea susceptible a ningún tipo de virus o de inclemencia meteorológica?
–Eso la teoría dice que sí, pero la práctica dice que es muy difícil de conseguir porque al final el entorno limita mucho, pero también limita mucho la constitución genética de un individuo. Es difícil poder llegar a pensar que vamos a poder hacer una planta que sea perfecta para todo, porque la perfección no existe y porque probablemente siempre va a parecer un patógeno que va a infectar esa planta y tendremos que luchar contra eso. Nosotros usamos la mejora genética y los patógenos usan la selección natural. Siempre va a haber plagas y patógenos que estén ahí y es probablemente imposible que vivamos en un quirófano porque necesitamos estar interactuando con el ambiente y con todo lo que nos rodea y las plantas también.
–¿Se invierte todo lo necesario en genética hortícola o habría que hacer un esfuerzo aún mayor?
–Las empresas de mejora están dedicadas a hacer programas de mejora y su fin último es vender esas variedades y al final pues hacer dinero con esa inversión que han hecho y luego están los programas de mejora genética públicos, que son los menos y en muchos casos lo que están se invierte un poco en lo que sería la genética y más en lo teórico para el descubrimiento de nuevos genes. Saber si esos genes van a dar lugar a una nueva variedad sería un programa más del tipo teórico práctico, mientras que los de una empresa privada son todos prácticos. Nadie quiere invertir en un mutante que haga que la planta sea muy enana y muy deforme. Mientras que para un genetista nos permite descubrir cuál es el gen que interviene en el control de la forma final de la planta y si hay un gen que interviene en eso, podremos algún día generar plantas más bonitas. ¿Se invierte lo suficiente? La respuesta es no ni desde la parte pública ni de la privada.
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–Con tanto avance tecnológico como se está produciendo en la agricultura y las modificaciones genéticas no cree que se pueda llegar a pensar por parte de alguna gente que se está perdiendo la esencia natural de la agricultura.
–No hay nada que cultivemos que sea natural, a menos que estemos hablando de un acebuche. Pensamos en los olivos y decimos que los olivos producen mucho y tenemos un montón de variedades. Esas variedades son mejoradas. Nadie cultiva un acebuche porque los acebuches no producen nada. Al final todo está mejorado, no hay nada que esté que sea natural, a menos que sea una planta que vamos por el campo y la recogemos y nos la comemos en su entorno. Por ejemplo, el tomate no es europeo, es de origen sudamericano. Cuando pensamos en un tomate natural habría que ir allí y comerse un tomate que son incomestibles porque son frutos que tienen un montón de sudados, que les hace muy resistente a las plagas, pero que les hace incomestibles. Pensamos en que el tomate que comíamos con nuestros abuelos era más natural, pero no es no es verdad, es tan natural como el que podemos producir ahora mismo en un laboratorio. Los productos de una planta editada genéticamente son absolutamente indistinguibles de los de una planta natural. Las especies más silvestres de tomate no son comestibles las otras sí. Hay muy poca variabilidad o muy pocas especies de las que nos podríamos alimentar con las variedades que se tenían cuando se domesticaron las especies. No hay ninguna planta que sea exactamente igual que en la naturaleza, ni la patata, ni el trigo, nada, ninguna especie, ni el lúpulo de producir la cerveza. No hay lúpulo para beber tanta cerveza como bebemos ni tanta uva para tanto vino como bebemos si no hubiese mejora genética.
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–Las empresas de semillas ofertan numerosas variedades del mismo producto, pero parece que lo que prima es la estética más que el sabor, porque en el mercado el producto entra por los ojos. ¿Es más fácil la mejora genética de la estética que del sabor?
–Es un poco más sencillo porque la selección de las plantas que son más bonitas, es más fácil de hacer que una planta que sepa mejor porque hay que hacer paneles de cata y demás. No es cierto que lo que se produce en Almería sea tomate insípido. Aquí producimos toda la gama de tomate y del resto de hortalizas. Probablemente mucho de lo que acaba en el rincón del gourmet de cualquier empresa más especializada de Europa hablando de tomate se ha producido en Almería. Lo que ocurre es que luego como consumidores somos un poco malos y a veces no queremos pagar el precio de lo que eso tiene. Aquí se produce todo tipo de variedad en cualquier cultivo, cualquier especie; hay toda una variedad desde cosas que son mejores a cosas que son peores. Cada agricultor encuentra su nicho. Los mejores tomates que se pueden encontrar en cualquier sitio salen también de Almería.
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–Además de por precio puede ser por falta de información…
–Los mejores productos acaban en una tienda muy especializada a un precio que a veces no estamos dispuestos a pagar. Y luego como consumidores exigimos a nuestros productos únicamente que en las tablillas se ponga el origen del cultivo, pero no decimos otros datos que los agricultores ya manejan como puede ser algo muy sencillo como los grados brix, que cuanto más tiene un producto más azúcares y en general más calidad acumula. No exigimos ese dato en las tablillas y, en cambio, es algo que en otras partes sí que se tiene mucho cuidado en informar. Por ejemplo, los consumidores italianos compran un tomate para hacer la pasta, otro para el consumo fresco o otro para cocinar. Y nosotros compramos tomates. Ese es uno de los problemas.
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