Los vecinos de La Cerradura denuncian la falta de alumbrado y tareas de desbroce
La asociación de vecinos alerta del «abandono institucional», mientras desde el Ayuntamiento aseguran que «hacen lo que pueden»
Jesús Jiménez
Jaén
Lunes, 25 de agosto 2025, 22:23
Falta de alumbrado público, baches en las calles, carreteras sin asfaltar, zonas de campo sin desbrozar y sin servicio regular de limpieza. Estas son algunas ... de las denuncias que realizan los vecinos de la aldea de La Cerradura, perteneciente al municipio de Pegalajar, que protestan por los que consideran «un abandono institucional».
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Así al menos lo define el vicepresidente de la asociación de vecinos, Antonio García Malo, quien detalla que estas denuncias se han realizado durante años sin ser atendidas, si bien reconoce que en 2025 se han producido reuniones con el Ayuntamiento para abordar alguna de estas problemáticas.
En cuanto al alumbrado público, los vecinos manifiestan la falta de farolas en distintas calles de la localidad, lo que no solo dificulta transcurrir por ellas en la noche, sino que también son un problema para la seguridad. «Tenemos que utilizar las linternas del móvil para poder volver a nuestras casas», relata García Malo.
A este respecto, el alcalde de Pegalajar, Manuel Carrascosa Torres, reconoce que es cierto que hay zonas sin iluminar, pero que desde comienzos de año ya se han instalado cuatro farolas en la aldea, y que el compromiso del Consistorio es cada tres o cuatro meses ir instalando más. «Cada una puede tener un coste de 2.000 euros, y para un Ayuntamiento pequeño como el nuestro eso supone una gran inversión».
Respecto a las calles, el vicepresidente denuncia «que la mitad siguen sin estar asfaltadas», y las que lo están presentan baches y desperfectos desde hace décadas, dificultando la vida de los vecinos, muchos de ellos mayores con problemas de movilidad. Una demanda sobre la que el primer edil afirma ser consciente, aunque alude «a la gran extensión de la localidad», si bien su compromiso es «continuar mejorando las infraestructuras en la medida en que podamos».
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Los problemas no son solo de movilidad. Hasta el año pasado algunas calles ni siquiera tenían nombre, y aunque ahora ya sí, se encuentran con que esta información no está actualizada en la web. «Hemos sufrido casos de problemas de salud donde la ambulancia no sabía llegar y hemos tenido que sacar a la persona hasta la carretera», relata el vicepresidente
Otra demanda, con crucial importancia en el verano, es en el desbroce. Los vecinos han llevado a cabo estas tareas en sus parcelas, pero alertan de que el Ayuntamiento no ha hecho lo propio en las zonas municipales. «Por aquí pasa una carretera nacional, y vivimos con el miedo de que algún conductor lance una colilla y suframos un incendio», relata el vicepresidente.
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En esta cuestión hay más desacuerdo, pues el alcalde señala que sí se han realizado labores de desbroce a inicios de verano, aunque admite que con los escasos operarios municipales, cuatro en verano, «es posible que se hayan producido despistes y haya zonas que se hayan escapado», afirma Antonio García Malo.
Las demandas no se limitan solo al Ayuntamiento. La localidad está situada al lado de la nacional 323, por lo que «muchos niños se cruzan de un lado a otro», con el evidente peligro que ello conlleva. Por tanto, los vecino señalan la necesidad de construir una rotonda para que los vehículos aminoren la marcha en la zona.
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Otra reivindicación es la limpieza de un barranco próximo. El año pasado una fuerte tormenta veraniega provocó la inundación de viviendas y puso en riesgo la vida de varios vecinos. Por ello piden a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir que se encargue de solventar esta situación para evitar futuros incidentes.
A este respecto el alcalde de Pegalajar asevera que ya se ha puesto en contacto con la Confederación y que en el mes de septiembre se celebrará una reunión entre técnicos y las distintas instituciones implicadas para dar una solución a los vecinos.
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Un quiosco, otro foco de conflicto
Una queja que transmiten los vecinos es la situación de un antiguo quiosco, que se encuentra completamente abandonado, con hierros oxidados y maleza, lo que García Malo califica como «un peligro, en especial para los más pequeños del pueblo».
Por su parte, el alcalde señala que ya está preparado un proyecto con una inversión de 30.000 euros para tirar abajo la actual infraestructura y volver a construir uno nuevo «que sirva a los vecinos como un punto de encuentro con las mayores comodidades posibles».
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