Gómez Valenzuela corta cuatro orejas y el rabo para salir a hombros en Pegalajar
Fernández Ríos también salió a hombros después de cortar dos orejas en una tarde en la que la cordobesa Rocío Romero cortó otra oreja
ÁNGEL A. DEL ARCO
Jaén
Domingo, 8 de agosto 2021, 23:12
La plaza de toros de Pegalajar fue testigo en la tarde de ayer de una novillada con picadores que levantó una gran expectación en toda ... la zona. Todo ello, después de la ausencia de festejos el año pasado por culpa del dichoso coronavirus, dejando el bonito coso taurino ayuno de festejos durante toda la temporada.
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Hay mucha afición a los toros en Pegalajar, un pueblo tan genuino como distinto a todos. Es sin dudarlo dónde se lidian los astados con mayor presencia de toda la provincia. Son aficionados al toro de verdad, en toda su integridad, buscando siempre las ganaderías que pueden ofrecer ese animal tan bello y a la vez en plenitud de facultades, algo que no siempre cuadra con las intenciones de los taurinos de turno, en busca de un animal más cómodo, tanto en la presencia visual, como posteriormente en el juego. Ni la presencia de dos novilleros locales hace que busquen otro tipo de novillos más «sencillos», en busca de una tarde triunfal o si me apuran agradable para los que se ponen delante. Al contrario, el público de Pegalajar busca justo lo contrario, observar y si me apuran disfrutar de las dificultades del toro o del novillo. La lucha a carta cabal entre el hombre y la fiera. Una fiesta de otra época, que es verdad, dio brillo a la tauromaquia, hoy día adormecida en un espectáculo que en muchas tardes se convierte en anodino. Eso en Pegalajar no ocurre, o por lo menos lo intentan, viviéndose en su plaza de toros momentos de gran emoción que han quedado grabadas a fuego en la memoria de los que alguna vez hemos estado allí.
Pudimos disfrutar de la presencia de los novillos de una ganadería legendaria, Prieto de la Cal. Animales con un pelaje muy llamativo y poco común en estos tiempos. Los clásicos «jaboneros» en todas sus tonalidades, algunos más claros, otros más oscuros, pero muy reconocibles en este hierro. Conforme fueron saliendo al ruedo de la plaza, su sola presencia levantaba aplausos de conformidad a su bella estampa. Y la verdad, te conformabas sólo con verlos, una preciosidad de otros tiempos que no nos dejan ver y disfrutar en los actuales.
Aunque otra cosa distinta es el juego que luego dan en el ruedo. Muy lejos de los que le dieron fama y categoría a una ganadería que desgraciadamente no está pasando por sus mejores momentos. La fachada no tapa todo, luego se tienen que buscar unas cualidades de bravura, entrega, casta, nobleza y muchas más, que hoy por hoy, los toros de Prieto de la Cal no las tiene, o al menos, no las tuvieron los novillos lidiados en el día de ayer en Pegalajar. Novillos bellísimos de estampa, serios, astifinos, con una presencia que enamoraba nada más verlos, pero que poco a poco se desinflaban durante la exigente lidia. Sin entrega, sin humillar, sin regalar una embestida clara, ninguna igual a otra, ayunos de casta y la nobleza que permita el noble arte de torear a unos novilleros que, con su entrega y voluntad infinita consiguieron disimular en gran parte la negación del toro bravo.
Infame novillada de Prieto de la Cal que no se salva sólo con la presentación, dando al traste con las ilusiones de una terna de novilleros que seguro venían con otras intenciones a Pegalajar.
Aptitud de los novilleros
Nada, absolutamente nada se le puede reprochar a la terna de novilleros que actuaron ayer, ni a ninguno de los que se pusieron delante de los seis novillos lidiados. Lo pusieron todo de su parte para conseguir lo que parecía un imposible, triunfar con ellos. Se cortaron orejas, pero más desde la heroica que desde la lírica, desde el esfuerzo y la entrega sin límites, sin olvidar que los que estuvieron ayer en el ruedo son novilleros que tienen una corta trayectoria y mucha inexperiencia. Mucho mérito para Rocío Romero, Gómez Valenzuela y Fernández Ríos por su aptitud, tirando para adelante con una tarde nada fácil para ellos.
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En primer lugar actuó la cordobesa Rocío Romero que quedó inédita con un primero que no regaló ni una sola embestida. Manso y descastado no ofreció ninguna posibilidad de lucimiento a una novillera que lo pasaportó rápidamente no sin dificultades a la hora de la suerte suprema.
Con el cuarto, un novillo que dentro del desastre general tuvo cierta nobleza, aunque tampoco humilló, se lució en las verónicas de recibo, corriendo bien las manos y gustándose por momentos. En la faena de muleta y sobre la mano izquierda consiguió los mejores momentos de toda su actuación. De uno en uno se sucedieron los naturales y los remates garbosos. La labor fue decayendo poco a poco ante un novillo que se paró y ya no quiso embestir. No lo mató bien, pero su esfuerzo fue recompensado con una oreja.
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Dos orejas se llevó Gómez Valenzuela del segundo de la tarde, primero de su lote. Un animal que salió con muchos pies y que a punto estuvo de llevarse al joven novillero por delante. A continuación se lo sacó a los medios manejando con soltura el capote, rematando de rebolera. Con la muleta destacó en las primeras series sobre el pitón derecho, citando erguido y llevando en la medida de lo posible la descastada y nunca humillada embestida del novillo de Prieto de la Cal. Fue volteado de fea manera de la que salió con un pequeño golpe en la cara sin consecuencias. Finalizó con molinetes y «manoletinas» antes de cobrar una estocada algo delantera y tendida, cortando las dos orejas.
Máximos trofeos
Los máximos trofeos se llevó Gómez Valenzuela con el noble quinto de Prieto de la Cal. Empezemos por el final, cuando el joven novillero cuadró a su enemigo a la hora de la suerte suprema, colocándose él justo entre los pitones para tirarse recto y mirando al morrillo para cobrar una estocada que tiró sin puntilla a su oponente, poniéndole en sus manos los máximos trofeos que paseó entre grandes ovaciones de sus paisanos que se entregaron con un muchacho que triunfó a lo grande en su comparecencia de Pegalajar.
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Antes se había lucido con el capote y sobre todo con la muleta, citando al novillo en la larga distancia, toreando con pulcritud y largura en sus muletazos. Alternó la diestra y la zurda, destacando también en los remates con los de pecho de pitón a rabo.
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