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«Sin ver el piso y en negro»

«Sin ver el piso y en negro»

Siete testimonios, una misma realidad. El infierno de encontrar una vivienda de alquiler en Granada que sea habitable y en condiciones razonables

Sábado, 16 de agosto 2025, 23:36

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Siete granadinos que buscan piso dan a IDEAL su testimonio y los obstaculos que se encuentran para conseguir techo digno.

Cuatro meses ha empleado María R. para encontrar un nuevo piso de alquiler después de 15 años de arrendataria. Empezó en Semana Santa y terminó la búsqueda hace un par de semanas. Hasta dar con el hogar indicado -o al menos el que más condiciones cumple- ha visitado cerca de una docena de viviendas, las únicas a las que llegó a la fase de las visitas. «Me han llegado a pedir matrícula universitaria y un contrato de trabajo a la vez. Además, en uno de los pisos me rechazaron porque no era médico y en otra ocasión para alquilar en solitario me pedían dos nóminas», resume. «Da igual que seas una trabajadora solvente con años de profesión a tus espaldas porque ya no te cogen», lamenta. «Me he encontrado con situaciones inimaginables. Una vez por teléfono me preguntaron si era de color», denuncia.

En su periplo, María ha visitado locales comerciales supuestamente reacondicionados que no eran habitables. «Tenía un agujero en el suelo como sumidero y un vinilo que resguardaba poco del exterior», recuerda. La granadina cuenta también que ha visto pisos de 27 metros cuadrados por precios desorbitados que provenían de un inmueble dividido.

«Te piden incluso que pagues los gastos de comunidad cuando eso corresponde al propietario. Se aprovechan de la coyuntura del mercado y son muchos los anuncios fraudulentos que se cuelan en los portales de internet. Yo los denuncio rápido», concluye.

A Sara y a su pareja se les añade una problemática del siglo XXI, son una pareja de mujeres en busca de un piso. Cuando los propietarios preguntan si es para las dos y el piso tiene una sola habitación, miran extrañados al confirmarles que sí. En esta gymkhana por conseguir el mejor piso encontraron uno en muy buenas condiciones y cerca de su trabajo. Asequible, con piscina y con terraza, podía ser un timo, pero decidieron aventurarse a contactar. Su pareja lo intentó la primera, recibiendo un leído, pero no era momento de abandonar, así que Sara también llamó, pero esta vez dijo que el piso era solo para ella.

Bajo esta premisa el propietario si contestó. Como el piso parecía el ideal, concertaron una cita para verlo, esta vez, ella sola, sin su pareja. La sorpresa llegó cuando la citaron en un hotel, podía ser una entrevista previa a entrar en el apartamento, pero eso sería ser muy optimista. Una pareja de entre 50 y 60 años la esperaba sentada mientras se tomaba un café.

Sara preguntó si iban a ir al piso, que quería verlo, pero la repuesta fue negativa, solo podría verlo por fuera puesto que «el inquilino me ha pedido que por favor no lo enseñe». Después de enseñarle la urbanización por fuera, el piso con las persianas bajadas hasta el suelo, como si allí no viviera nadie. El propietario comenzó a hablarle de las condiciones: «me dijo que si lo quería era mío, que podría traer amigas a casa si quería, pero que todo en B, que sino me tendría que subir el alquiler, porque no lo declara a Hacienda».

Enrique y Marina, nombres ficticios, una pareja que sobrepasa la treintena, han dado el paso de vivir juntos. Estrenarán la convivencia en el mes de septiembre y darán carpetazo a meses intensos de llamadas y entradas diarias en Idealista, milanuncios o pisos.com. «Hemos llegado a ver un piso que nos dijeron que estaba para entrar a vivir y tenía los muebles reventados y un agujero en la pared», arranca Marina.

«Tengo 35 años y trabajo estable aunque soy autónoma, pero me han pedido avalista. Mi pareja tiene contrato indefinido. Cuando era estudiante lo veía lógico, pero a estas alturas no es normal», expone. «Hemos tenido que rellenar muchas encuestas para nada donde te preguntan hasta si fumas para excluir aspirantes. Es una locura», destacan.

Dos compañeras de trabajo, de 27 y 29 años, buscan vivienda para compartir. De todos los anuncios contactados durante un mes solo le respondieron tres. Uno de los pisos con el que pudieron concertar visita llevaba dos semanas de exposición con la inmobiliaria a media de siete visitas al día. «Tuve que pasar toda nuestra documentación para que el casero decidiera rechazarme. En otro, me pidieron nuestras vidas laborales, nóminas y fotografías del DNI para ver un piso por adelantado. Accedí y durante la visita era un bajo comercial enrejado.

No estaba mal del todo, pero pretendían cobrarme tasas de gestión inmobiliaria pese a que el alquiler era de larga duración», lamenta una de ellas. Otra de las inmobiliarias anunciantes con las que se pusieron en contacto para concertar una visita les explicó por teléfono que el inmueble en realidad se trataba de un chalet en Bola de Oro y que en la parte de abajo había otro inquilino.

«Nos dijo que no teníamos acceso independiente a nuestra área», subrayan. Además, una de ellas, cuyo contrato finaliza en septiembre, ha tenido que buscar al próximo inquilino de su habitación para asegurarse de que su casera le devuelva la fianza pese a que ha cumplido con el periodo estipulado en el contrato. «Más de 50 personas me contactaron en seis minutos», subraya la granadina.

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