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Agentes del Greim en la vía ferrata 'La colmena', de Quéntar. Blanca Rodríguez
Una vía ferrata con la Guardia Civil

Una moda en auge y vigilancia extrema para evitar rescates

El número de vías ferratas ha aumentado exponencialmente, por lo que el Greim de la Guardia Civil las revisa para conocerlas a fondo y detectar posibles mejoras

Laura Velasco

Granada

Domingo, 14 de septiembre 2025

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Antes de la pandemia solo había un par de ellas. Ahora son más de diez. El auge de las vías ferratas es evidente en la provincia de Granada, territorio idóneo para su práctica, gracias al inmejorable entorno natural que ofrece. Se trata de itinerarios, tanto verticales como horizontales, equipados con elementos artificiales, como cables de acero, peldaños metálicos, puentes colgantes, escaleras o tirolinas, que permiten progresar por terrenos rocosos difíciles o expuestos con seguridad. El usuario está continuamente asegurado a un cable de vida (una línea de anclaje continua), lo que permite disfrutar de la mezcla entre escalada y senderismo, sin requerir conocimientos técnicos tan avanzados como la escalada libre. Sin embargo, precisa de ciertos medios técnicos y es recomendable un curso de iniciación previo. Por ello, el Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (Greim) de la Guardia Civil las revisa con un doble fin: conocerlas al dedillo por si tienen que rescatar a alguien y detectar fallos o posibles mejoras.

Acompañamos a Amador Pérez y Antonio José García, dos agentes de este grupo, a Quéntar, donde se encuentra una de las más conocidas, 'La colmena'. Cuenta con una zona para principiantes y es bastante accesible, lo que atrae a más público. Ofrece otras partes de mayor dificultad, con puentes, tirolina y un área con desplome. Los guardias civiles, formados para rescates en situaciones extremas, la completan sin mayor dificultad. Diferente sería si tuvieran que auxiliar a alguien, como ocurrió hace dos años. Una mujer tuvo que ser atendida allí por agotamiento después de completar la zona de más dificultad y llegar a la de desplome. «Llegó un momento que no podía ni subir ni bajar», cuenta Amador Pérez.

En comparación con la gran cantidad de gente que las realiza, el número de accidentes es mínimo. En un lustro han realizado solo cuatro intervenciones. Este año, por ahora, ninguna. En 2022 atendieron a dos jóvenes que habían quedado enriscados cuando escalaban la vía ferrata de Los Vados, en Vélez de Benaudalla. Uno de ellos se había quedado bloqueado por vértigo; además, se les había hecho de noche y veían imposible salir de allí sin ayuda. El accidente mortal más reciente fue hace ya nueve años, cuando una mujer falleció tras precipitarse de una altura estimada entre unos 50-100 metros precisamente en esa misma vía.

La razón de que haya pocos rescates, indican desde el Greim, es que la gente suele ir preparada y está «concienciada». Con echarle un vistazo a los carteles instalados al comienzo de cada zona queda claro el nivel y los recursos técnicos necesarios, así como las normas. El material adecuado es un arnés de escalada ajustable, un disipador de energía para vía ferrata (elemento esencial, con mosquetones específicos y sistema de absorción de energía), casco, guantes, calzado adecuado (zapatillas o botas de montaña con buen agarre) y, por último, cuerda y un asegurador/descensor.

«La cuerda nos permite asegurar a un compañero si en algún punto se nota más inseguro, así como descender, ya sea porque forme parte del itinerario o por que tengamos que abandonar la actividad por cualquier motivo», cuenta el agente. Es igualmente recomendable llevar una mochila pequeña con agua, algo de comida, un cortavientos o chaqueta, el móvil y un botiquín básico. Además, hay que evitar realizar esta actividad cuando hay riesgo de tormenta, ya que el material instalado en la montaña «atrae los rayos».

Y aunque muchas vías están pensadas para personas sin experiencia técnica en escalada, se recomienda un curso de iniciación en un club o con un guía profesional antes de aventurarse a hacerla. Los usuarios deben aprender a usar correctamente el disipador y las técnicas de progresión, además de tener conocimientos básicos de autorescate, primeros auxilios y uso de cuerda. Para vías ferratas exigentes, se recomienda tener experiencia en escalada deportiva. Asimismo, es aconsejable ir siempre acompañado de, mínimo, dos o tres personas. «En caso de accidente, tú solo no vas a poder salir», recuerda Antonio José García.

La dificultad de una vía ferrata se clasifica utilizando diferentes sistemas de evaluación, pero el más común es la escala Hüsler, que va desde K1 (fácil) hasta K6 (extremadamente difícil). Se evalúa considerando varios factores, como la fuerza necesaria, la exposición, la calidad del equipamiento, el tipo de terreno y la experiencia requerida.

Turismo «para todos los públicos»

La pandemia supuso un antes y un después para las vías ferratas. Los ayuntamientos, cuentan los expertos, ven en esta modalidad una forma de atraer un turismo «para todos los públicos», tanto niños como adultos más experimentados, y de hacer deporte en familia. Normalmente son los consistorios los que sufragan los gastos que supone instalarlas, pero son empresas especializadas las que las montan. «Se ponen en contacto con nosotros para que les aconsejemos y las probamos. Puede que no estén bien tensadas las cuerdas, los anclajes tengan algún fallo o sea mejorable el frenado en las tirolinas, como ocurrió en una de ellas hace un tiempo. Hablamos con el ayuntamiento y lo repararon», detalla Amador Pérez. Vigilancia extrema para que practicar este deporte siga siendo seguro y, sobre todo, divertido.

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