Granada y el mito de la pantera negra
No es la primera vez que los vecinos de un pueblo creen ver una criatura así rondando sus casas. Unas veces fue bulo, otras, realidad;y en todas ellas, un misterio
Una pareja paseaba por 'La Alberquilla' como el que recorre el pasillo de su casa. Para ellos, los árboles de Ventas de Huelma son vecinos a los que saludan a diario. De repente, a lo lejos, una sombra se mueve con agilidad felina. Él saca sus prismáticos, observa el bulto y grita a su mujer: «¡Toñi, una pantera!». Y allí pasaron quince minutos, moviendo la ruedecilla de los prismáticos sin salir de su asombro. Hicieron una foto, pero estaban demasiado lejos como para que se viera algo más que un bulto negro. «Era muy negro, muy largo de cuerpo y de cola y con ojos de gato», contaron después. En cuestión de horas, el municipio granadino se convirtió en el centro de atención de todo el país. ¿Una pantera paseando por el pueblo? ¿Era eso posible?
La pantera negra es ambas cosas: mito y realidad. Irónicamente, en la Edad Media, la pantera era el símbolo de la luz y se la consideraba el archienemigo del dragón, símbolo de la oscuridad. Ese misticismo no hace más que subrayar la idea fantástica que rodea al animal. ¿Por qué? Porque es muy difícil de ver. Durante años se consideró algo así como un monstruo del Lago Ness terrenal, una criatura con la que asustar y asombrar a los niños a partes iguales. Pero no, claro, es real. Y su origen está en África.
A principios de 2019, el fotógrafo Will Burrard-Lucas, tras pasar meses siguiendo pistas y rumores que rondaban por la zona de Laikipia, en Kenia, logró tomar una imagen de una pantera negra. Con suma habilidad, logró esconder sus cámaras en la maleza para poder disparar a distancia. El retrato de la pantera negra, bellísimo, asombró a la comunidad científica internacional: era la primera vez en cien años que se conseguía una fotografía de una pantera negra en su hábitat natural (el sitio de la foto, por cierto, estaría cerca de Wakanda, la ciudad ficticia de Marvel donde reina el personaje de Los Vengadores, Pantera Negra).
Ver una pantera negra es, por tanto, un privilegio. Algo completamente inusual. Y, sin embargo, en Ventas de Huelma estaban convencidos de que esa sombra, ese bulto negro, era uno de esos extraños felinos. Razones no les faltaron: un ciclista tomó una fotografía de la supuesta pantera en una zona de olivos fácilmente reconocible, entre Agrón y Ventas de Huelma. Pero, ¿lo que hay en la foto era una pantera negra? Pues no. El jueves, la Guardia Civil ya anunció que no creían que fuese una pantera y, esa misma tarde, el fotógrafo Alfonso Azaustre capturó a la criatura:un enorme gato negro. El Shaquille O'neal de los gatos, sí; pero un gato, a fin de cuentas.
Perros y traficantes
Entonces, ¿era tan imposible que fuera una pantera? En los últimos años se han dado situaciones como la de Ventas de Huelma que terminaron con finales dispares. En enero de 2018, los vecinos de Jadraque (Guadalajara) juraron y perjuraron que había una pantera negra rondando sus montes. Días más tarde, la Guardia Civil publicó un vídeo de la captura del animal: no era una pantera, era un enorme perro negro. Un caso que recuerda al reciente revuelo por el cocodrilo del Pisuerga, en Valladolid, que después de numerosas llamadas y avisos, nunca se encontró nada, por mucho que la gente estuviera convencida de su presencia, allí abajo, dormitando en las alcantarillas, no se encontraron indicios del reptil.
Viajemos ahora al otro lado, del mito a la realidad. En noviembre de 2016, agentes del Seprona de Albox rescataron una pantera negra en Arboleas y detuvieron a su propietario por contrabando. Es decir: era una pantera muy real. La Guardia Civil encontró en aquella batida una gran cantidad de animales exóticos de origen desconocido. Hace justo un año, una pantera negra se paseó por los tejados de Armentieres, en Francia, bajo la atenta –y aterrorizada– mirada de sus vecinos. Ellos, a diferencia de los de Ventas de Huelma, pudieron filmarla perfectamente, zanjando de un zarpazo cualquier atisbo de duda. Aquella pantera era la mascota de un vecino. Se escapó por la ventana.
Pero hay una tercera vía: el misterio irresoluto. En 2013, una pareja paseaba por el parque periurbano de Castala, en la Sierra de Gádor (Berja, Almería) y vio a lo lejos una sombra que se movía con agilidad felina. «¡Una pantera!», gritaron. El parque se cerró varias semanas tras los numerosos testigos que aseguraron haber visto a la bestia. La Guardia Civil rastreó la zona e instaló jaulas-trampa sin obtener ninguna pista 'real'. La pantera de Castala, más tarde, 'se dejó ver' por Dalías (Almería). Pero lo cierto es que nunca se encontró.
Ventas de Huelma, al menos, no vivirá con la incógnita. Ni pantera ni criatura sorprendente. Era un gato grande. Pudo la sugestión. Lo que sí será, sin duda, es una buena historia: la vez que casi vimos una pantera por Granada.
El hermoso felino que, en realidad, no existe
Todo el mundo sabe que las panteras negras existen. Lo que pasa es que no es verdad. No, al menos, como especie. La pantera negra es, en realidad, una mutación genética provocado por melanismo, esto es un exceso de pigmentación oscura en un animal. El ejemplo más conocido, efectivamente, es el del leopardo o el jaguar con el pelo negro que popularmente se conocen como 'panteras negras'. Se cree que el melanismo es una adaptación de los genes para generar una mayor resistencia contra virus.Además, el exceso de melanina permite a los animales obtener energiá captando fotones de radiaciones electromagnéticas... Sí, como la 'Pantera Negra' de los cómics. Ya saben: «Wakanda por siempre».
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