En el aire las ayudas de la PAC de unos 10.000 agricultore s mayores de Granada
La reforma de la UE amenaza a un sector acuciado por la falta de relevo generacional y la menguante rentabilidad del campo
Inés Gallastegui
Granada
Domingo, 10 de agosto 2025, 00:02
La Comisión Europea avanzó el pasado 16 de julio una propuesta financiera para su Política Agraria Común en el periodo 2028-2034 que, entre otras cosas, supone un recorte del 22% en las subvenciones que ha puesto en pie de guerra a agricultores y ganaderos. Pero hay otro aspecto de la propuesta que preocupa, y mucho, al sector: la exclusión total de los jubilados como perceptores de ayudas de la PAC. Se trata, aseguran las organizaciones agrarias, de «otro mazazo más» a un sector ya muy castigado por la baja rentabilidad de las explotaciones, con costes altos y precios bajos, porque muchos agricultores se retiran con pensiones «ridículas» y necesitan la renta agrícola y las ayudas comunitarias como complemento, «un balón de oxígeno».
El secretario general de la Asociación Andaluza de Jóvenes Agricultores (Asaja) en Granada, Manuel del Pino, calcula que aproximadamente un tercio de los 30.000 perceptores de ayudas de la PACen la provincia de Granada tienen más de 65 años, si bien es imposible determinar cuántos de ellos se han jubilado, aunque continúen al frente de sus explotaciones, y cuántos han optado por fórmulas como la jubilación activa, que permite cobrar una parte de la pensión y seguir trabajando. En cualquier caso, teóricamente en la actualidad es posible estar jubilado y a la vez ser titular de una explotación, contratar a trabajadores y percibir ayudas comunitarias.
Su homólogo en la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), Nicolás Chica Escanes, completa el panorama con dos datos. Por un lado, el número de explotaciones agrícolas no deja de descender en la provincia: según el censo agrario del INE, había 55.000 en 1999, 45.000 en 2009 y 41.000 en 2020. «Siguiendo esa progresión fácilmente podemos estar por debajo de 40.000», aventura. Por otro lado, la edad media de los agricultores en Andalucía es de 60 años, y solo el 9% tienen menos de 40 años. La lectura es sencilla: el campo se está muriendo de viejo.
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De sol a sol
«La falta de relevo generacional no es un problema para el futuro; es un problema del presente. Incluso si se revirtiera la situación actual, ya sería tarde», señala Chica. El problema, coinciden ambos, es que el campo apenas tiene alicientes para los jóvenes: la rentabilidad no para de bajar, la incertidumbre es enorme y lo único que está garantizado es trabajar de sol a sol y sufrir muchos sinsabores.
«Lo que hay detrás es un problema de rentabilidad –apostilla Manuel del Pino–. Para los agricultores de más edad, encontrar a alguien que les sustituya es prácticamente imposible: si no es rentable para ti, no lo será para el que viene». Hay relevo en los cultivos de invernadero, y en el olivar cuando se trata de grandes explotaciones. Pero en el secano y en la ganadería es muy difícil, asegura.
4.400 euros anuales cobran de media los 30.000 perceptores de las ayudas directas de la PAC en la provincia de Granada
Ambos enumeran los problemas que lastran al sector. El primero, la falta de precios justos: lo que se paga al agricultor a duras penas cubre unos costes de producción crecientes –gasoil, fertilizantes, mano de obra...– y no tiene nada que ver con lo que finalmente se repercute a los consumidores. «La Ley de Cadena Alimentaria es a todas luces ineficaz e insuficiente», zanja Chica.
El segundo, la competencia desleal de terceros países a los que no se les exigen los mismos estándares de calidad, sin olvidar la incertidumbre que genera la nueva política arancelaria de Estados Unidos, de la que aún no se conoce la letra pequeña.
La burocracia es otro lastre para el sector. Los agricultores, recuerda el representante de la UPA, cumplen en tiempo y forma con la montaña de trámites administrativos que tienen que afrontar. «Para muchos la rentabilidad de sus explotaciones depende de las ayudas de la PAC, y la administración –en este caso, autonómica– pone muchísimas trabas y tarda años en resolver los expedientes y realizar los pagos», lamenta.
A ello se suman la «alarmante» falta de mano de obra, que no se ve satisfecha solo con trabajadores inmigrantes, y los efectos del cambio climático, con las terribles consecuencias de la sequía, las danas o los temporales.
Las tierras de los mayores
En resumen, muchos empresarios agrícolas no se retiran porque no pueden. Animaron a sus hijos a estudiar para librarse de la dura vida del campo y ahora no tienen a quién dejar sus tierras. A menudo hay un componente emocional: son las tierras de sus mayores y cuesta abandonarlas o dejarlas en manos ajenas. Encontrar un comprador o un arrendatario tampoco es sencillo, advierte Del Pino. «El agricultor nace y muere siendo agricultor. Muchos siguen con 70 años subidos encima del tractor o sacando los animales a pastar», resume Chica.
Los incentivos de la PAC, recuerda el secretario general de Asaja, no son para tirar cohetes: en Granada las ayudas directas se cifran en 132 millones de euros para unos 30.000 perceptores (4.400 euros de media), pero su distribución es muy desigual: solo el 20% de los titulares de explotaciones son «profesionales» y cobran el grueso de las subvenciones, mientras que el 80% restante se dedica a la agricultura como actividad secundaria.
Si la Comisión Europea sigue adelante con sus intenciones, unos 10.000 empresarios agroganaderos de la provincia se quedarían sin ese complemento vital. «Suelen tener una vida laboral muy larga, porque empiezan a trabajar muy pronto y terminan muy tarde, pero les queda una pensión muy baja. Las ayudas de la PAC son un balón de oxígeno. Perderlas sería un mazazo. Todavía queda mucho por negociar, pero no tiene buena pinta», reconoce Nicolás Chica.
El panorama no es halagüeño:si no hay relevo generacional, los agricultores y ganaderos irán desapareciendo, las tierras se abandonarán y España tendrá que importar cada vez más alimentos y aumentar su dependencia de terceros países, poniendo en riesgo su propia soberanía alimentaria y por tanto la seguridad nacional. Eso, sin contar la imparable despoblación del mundo rural. «Ya vamos tarde», insiste Chica.
Como Manuel del Pino, confía todavía en que el Gobierno de España negocie en Bruselas y la reforma de la PAC no salga adelante tal como ha sido anunciada. De lo contrario, advierten, los tractores volverán a las calles.
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