¿Echaremos de menos a Don Agustín?
Resulta incomprensible que un evento impulsado desde el propio organismo federativo se haya desarrollado en una especie de silencio que roza el absurdo
El Torneo de Presentación de la Superliga, celebrado en Soria bajo la organización de la Federación, deja un sabor amargo. Se suponía que debía servir ... como carta de presentación del nuevo curso, una oportunidad para poner en valor el nivel, el entusiasmo por el reinicio y la imagen de la propia competición. Pero la sensación es la contraria. Ni una foto oficial, ni una crónica técnica, ni lo mínimo imprescindible para entender lo ocurrido. Ni siquiera las fichas de los partidos.
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Resulta incomprensible que un evento impulsado desde el propio organismo federativo se haya desarrollado en una especie de silencio que roza el absurdo. No se trata de pedir lujos ni grandes producciones, sino de algo tan básico como los datos. Saber quién jugó, cómo se movieron los sets, quién sumó más puntos, cómo llegó la victoria. Esa información elemental que da sentido al análisis y que permite a clubes, periodistas y aficionados entender qué pasó.
El voleibol moderno no se explica sin el data. Es el catecismo, la base sobre la que se interpreta un encuentro, el instrumento que separa la sensación de la certeza. Sin él, todo es rumor, intuición, una conversación sin sustancia. Y que la Federación, que presume de profesionalización, haya omitido algo tan esencial, provoca desconcierto.
Lo peor no es la falta de estadísticas, sino el mensaje. Si el propio ente no cuida los detalles, ¿cómo se espera que el entorno lo haga? El voleibol español necesita crecer en visibilidad y rigor, y eso no se logra escondiendo la información. Una ficha técnica es un documento de respeto hacia el juego.
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El torneo ha terminado pareciendo un ensayo a puerta cerrada. Sin datos. Una oportunidad perdida para mostrar la vitalidad de la Superliga y para generar interés antes de la primera jornada. En su lugar, ha quedado una incómoda sensación de descuido y desorganización.
Si la Federación quiere avanzar, no basta con proclamar profesionalismo: hay que practicarlo. Y eso empieza por lo esencial, por cuidar la comunicación y respetar a los que viven, analizan y difunden. Sin datos, el voleibol deja de hablar el idioma del deporte y pasa a ser un eco sin voz en su propio pabellón.
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