«No sé si será muy pretenciosa, pero es la que me ha salido»

–En 'Los niños de las caras' conocimos al Juan de casi seis años que vivía enfrente de la casa de María. ¿Qué leeremos ahora en 'El reino de las hormigas'?

– Esta novela va sobre la adolescencia y el paso a la juventud, habla del adolescente que se inicia en el conocimiento de la vida, el amor, el sexo, la música. El protagonista es Julio Villán, mi alter ego, que al igual que yo cursa el bachillerato (BUP y COU entonces) como interno en una Universidad Laboral, una institución creada por el franquismo y financiada por la mutuas de los trabajadores. En la novela repaso lo que esta institución supuso en la educación de muchos adolescentes del medio rural español desde su creación en los años 50 hasta su desaparición alrededor de los 90. Las antiguas universidades laborales eran unos sitios muy especiales en los que se abría un mundo nuevo, yo me fui de Sierra Mágina en 1979 interno a la de Córdoba.

En este libro además hay música por todas partes y mucha metaliteratura. No sé si será una novela muy pretenciosa, pero es la que me ha salido, al estilo de las que me han gustado toda la vida. Siempre nombro a García Márquez como un referente, Cortázar... No quiere decir que yo llegue a la altura de los maestros, pero siempre hay que tenerlos presentes. Incluso dentro de la metaliteratura de la novela hay bastante de Bryce Echenique también. Lo que intento cada día es seguir escribiendo, que es lo que me da la vida, y que lo que escriba sea lo que me apetece en ese momento.

– ¿Qué música aparece?

– Mucho rock progresivo, estamos hablando de 1979 y 1980, aunque allí también me enseñaron el rock de los 60, que yo no lo conocía: Creedence, sobre todo. Profundicé mucho más en Janis Joplin, King Crimson, Pink Floyd por encima de todas las cosas. El protagonista es un crítico de música y se habla también de flamenco, pop, rock, fusión, música latina, cubana, hay música en general. La música es el hilo conductor.

– En Julio Villán habrá cosas suyas pero también inventadas.

– Por supuesto, yo no soy crítico musical (ríe). Soy un gran melómano y muy aficionado a la música, por eso le atribuyo canciones que he hecho yo. La rumba canalla que aparecía en 'Los niños de las caras' también es mía. Tienen letra y música. De hecho, las presentaciones que quiero hacer este verano van a tener una parte musical en la que voy a cantar y a tocar la guitarra. La música forma parte de este libro hasta el punto de que quien reseña mi novela es un amigo con el que he coincidido después de 40 años por casualidad también en Madrid; los dos teníamos un grupo de música y lo hemos retomado.

– ¿Qué nombre tiene el grupo?

– La Malamarca. Guarda relación con la Biblia. Cuando Caín en un arrebato mató a su hermano Abel fue expulsado del paraíso, por eso le dijo a Dios: 'cualquiera que me vea ahora por ahí fuera de tu protección va a querer matarme', y Dios le contestó que le pondría una marca con la que todo el mundo sabría que estaba bajo su protección.

– La Malamarca es Juan Cano Pereira y...

– Javier Villatoro y su hijo Julián. Javier toca la guitarra, Julián, el bajo, y yo canto además de tocar la guitarra. Estamos pendientes de meter un batería. Nos planteamos grabar algo en un futuro.

– ¿Qué fue antes, la música o la escritura? ¿O vinieron a la vez?

– Las dos de la mano porque desde el primer momento que tuve una guitarra y aprendí los acordes —en el verano después de acabar 8º de EGB— me puse a hacer canciones como si fuera un entendido (ríe). Luego en la Universidad Laboral de Córdoba conocí a Javier, él era externo y yo interno; la música y la literatura nos unió entonces y ahora, 40 años después.

– Habrá sido un reencuentro singular.

– Sí. Los libros pueden ser mejores o peores, pero tienen cierta magia y en este caso le atribuyo el habernos unido de nuevo por casualidades de la vida. Le mandé lo que estaba escribiendo y me comentó que lo habían llamado para trabajar en Madrid, donde yo resido, así que me dijo: 'ya que estás contando esta historia, ¿por qué no volvemos a hacer canciones?'.

– ¿Por qué 'El reino de las hormigas'?

– Cuando eres adolescente y surgen los primeros amores un hormigueo te recorre el cuerpo. A partir de esa sensación he construido este reino de las hormigas donde hay muchas galerías y laberintos. Como dice Javier, es una novela que va sobre amor, sobre amar, sobre ciencia y adolescencia, sobre la música que los días silban al oído de las palabras. 'El reino de las hormigas' fue canción antes que novela.

– ¿Cerrará esta trilogía con un libro sobre la madurez?

– Sí, lo tengo previsto aunque antes quiero hacer otros proyectos porque quiero que sea algo más maduro y reposado. Me estoy planteando incluso cambiar la manera de narrarlo, ya que hasta ahora lo he hecho a través de un narrador omnisciente, y quisiera coger más distancia en esta última parte de la trilogía.

– ¿Puede adelantar algo de esos proyectos?

– Quiero hacer algo con Javier para que quede constancia de nuestra música, no tenemos claro todavía si sería un disco libro u otro formato. Y en algún momento tendré que recopilar los mejores artículos que se han publicado en Ideal Sierra Mágina, si es que hay algunos buenos (ríe).