Manolo García, cantante
«Hay que atender a la gente y al planeta para que siga dando vida»Manolo García canta este sábado en el auditorio de la Alameda de la capital dentro de su gira 'Cero emisiones contaminantes desde ya'
Ascensión Cubillo
Jaén
Martes, 23 de abril 2024, 23:59
Manolo García tenía 15 años cuando se subió por primera vez a un escenario y ya entonces sentía un profundo respeto por la gente que ... iba a verle. Al principio tocaba en orquestas y grupos de baile en los que primaba dar alegría. La música como terapia a través de versiones de temas que gustaban al público.
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Después llegarían Los rápidos, Los burros y El último de la fila, para dar paso luego a una carrera en solitario que aún sigue llenando auditorios. No en vano el 'ciclón García' sigue dejándose la piel en cada concierto.
–¿En qué momento vital y profesional se encuentra?
–En el de la ilusión por hacer las cosas. Cada uno tenemos un idilio con nosotros mismos; intentas hacerte la vida no diré ya más placentera, pero sí menos escabrosa. Buscas soluciones a los problemas y al final te preparas para la risa, yo no quiero prepararme para el llanto. La risa es importante porque además vivimos en el aire.
–La última vez que estuvo aquí fue en julio de 2022, en Úbeda, con la pandemia muy reciente todavía. ¿Nos ha hecho esto valorar más la música en directo?
–La pandemia ha influido mucho en la opinión de la gente en cuanto al día a día y a vivir la vida, porque nadie sabe nada. Estamos aquí de paso. El reloj y el calendario son unos mentirosos, no tienes tiempo por delante, tienes el instante. En la pandemia se constató que te tienes a ti mismo y a la poca gente que te pueda rodear que por ti daría la vida. El resto es apariencia, conveniencia y un disloque general.
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Hay que aprovechar y potenciar las cosas bonitas de la vida. Se nos somete en general a una angustia y a un tiempo donde te sientes un poco entre rejas. Vamos a respirar y a vivir dentro de la calma, si se puede. El devenir político es un cruce de broncas, enfados y acusaciones; es su movida, pobrecillos, están ahí pataleando. Calma y hermandad. La música nos da eso. Pues ahí voy.
–¿Por qué lo de 'Cero emisiones contaminantes desde ya'?
–Desde que era jovencito empecé a intuir que el consumo desaforado y esa manera que tenemos de vivir a todo tren, tan deprisa y gastando y tirando tanto no es buena para el futuro de las generaciones. Somos culpables de no haber frenado y de ser tan disparatados en nuestras necesidades inventadas, porque no son reales; necesario es comer, respirar, dormir y ver la vida pasar o pasar por la vida. Este cáncer que es el cambio climático se podría curar, pero con tiritas no vamos a hacer nada. Pones las noticias y ves que han decidido gastar más dinero en armas, pero vamos a ver, en lo que hay que gastar más es en la gente que tiene problemas, en crear empleo, en los autónomos. Hay que atender a la gente y al planeta para que este siga dando vida a los que han de llegar. Se pasan la vida hablando de que si el otro ha robado, todos muy guapos y encorbatados que parece que van a la ópera cuando entran al parlamento, pero no les oigo hablar de las necesidades de la ciudadanía y del planeta, que es nuestra casa.
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–Con una extensa carrera a sus espaldas aún sigue llenando auditorios, ¿cómo se consigue eso?
–Desde que empecé he sido muy respetuoso con la gente que acude a un concierto y me he dejado la piel, pero por delante de esto tiene que haber canciones. Se trata de ponerle ganas, tesón, respetar al público y procurar hacer canciones que te llenen a ti en primer lugar y así, quizás, tendrás alguna posibilidad de que llenen a otros.
–¿Es de los que piensa que se puede hacer una canción perfecta? ¿Qué tendría que tener?
–Poner los pelos de punta, emocionar, dar alegría y la sensación de que la vida tiene todo el sentido del mundo y merece la pena vivirla. Está en el mismo rango que un baño en una laguna de aguas límpidas o un rato impagable con los amigos.
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–Tiene canciones que son himnos para una generación, como por ejemplo Pájaros de barro o Nunca el tiempo es perdido. ¿Cree que la música que se hace hoy en día soportará tan bien el paso del tiempo?
–En menor porcentaje que la de los 70-80-90. En los 70, el rock, la música popular llegó a unas cotas mágicas, pero eso ha decrecido y no creo que sea culpa de los autores. Los dioses son generosos en cuanto a darnos a lo largo de la historia creadores, escritores o pintores, siglo a siglo aparecen magos, otra cosa es los borricos que manejan si tienen otros intereses de que las masas no sean tan felices. No lo sé. Borricos en el sentido de que ellos, pobrecillos, también padecen la no felicidad, son prisioneros de una deseos espurios. Ahora más que nunca manda el dinero. Cuando no había tanto manejo de todo había posibilidades de canciones bonitas, ahora se trabaja solo pensando en los 'likes'. Todo va muy deprisa, no se saborea nada. No lo comparto.
–La industria musical ha evolucionado desde que empezó.
–No sé si ha evolucionado o involucionado (ríe).
–¿Qué ha cambiado para bien y qué para mal, a su juicio?
–Para mal, que ya no hay discos físicos, cuando tanto el vinilo como el cd eran maravillosos. Lo bueno, que todo el mundo va por la vida oyendo música. Sin embargo hay un pequeño pero: deberían pagar a los músicos, sobre todo a los que empiezan y ponen sus canciones en las redes sociales, con más justicia.
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–Ahora que se habla tanto de inteligencia artificial, ¿la ve como una herramienta que puede ayudar a los músicos a componer o como una amenaza?
–Me parece una mierda (ríe). ¿Una máquina va a hacer una canción mejor que Lennon y McCartney? Como es humana ya no es tan inteligente. Si el humano fuera inteligente estaríamos en un mundo maravilloso e idílico, donde todos estaríamos en paz y tranquilos. Pero no, estamos con el alma en vilo con guerras y movidas. La única inteligencia que conozco es la que procura paliar el sufrimiento de los seres humanos y los animales, la medicina bien aplicada.
–¿Veremos a El último de la fila de nuevo sobre los escenarios?
–Dos respuestas. Ni sí ni no ni todo lo contrario. No imposible, pero sí improbable.
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