Una senderista camina por un arroyo del deshielo en Sierra Nevada. Pepe Marín
Opinión

Naturaleza imperial: música para Sierra Nevada

«Las montañas han inspirado desde antiguo un sentimiento musical que se ha plasmado en todos los géneros: el oratorio, la ópera, la música sinfónica, el virtuosismo instrumental, la canción clásica y actual y por supuesto el ballet»

Manuel Titos Martínez

Presidente del Consejo de Participación del Parque Nacional Sierra Nevada

Viernes, 7 de junio 2024, 23:05

La Orquesta Ciudad de Almería dedica su concierto de hoy a la conmemoración del XXV aniversario de la declaración de Sierra Nevada como Parque Nacional ... y lo hace bajo la prestigiosa batuta de Michael Thomas, experto, infatigable y abnegado director titular de la misma.

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El programa está compuesto íntegramente por obras de Beethoven. Comienza con la obertura de «Las criaturas de Prometeo», una obra para ballet de la que milagrosamente ha sobrevivido la partitura pero no el libreto; continúa con el concierto número 5 para piano «Emperador», posiblemente el más grande, al menos el más conocido, de los compuestos para ese instrumento, que tendrá como solista al muy joven pianista chino Xiaolu Zang, ganador de numerosos concursos internacionales y, termina con una de las obras más emblemáticas a través de las que se ha vinculado a lo largo de la historia la música con la naturaleza, la sinfonía número 6, «Pastoral». Es, sencillamente, una programación grandiosa a la que tan solo en sueños uno puede imaginarse que va a poder asistir alguna vez. Y esta oportunidad nos la brinda hoy la OCAL para festejar este aniversario montañero, con esta fusión tan apasionante entre música y montañas, entre arte y naturaleza.

Las montañas han inspirado desde antiguo un sentimiento musical que se ha plasmado en todos los géneros: el oratorio, la ópera, la música sinfónica, el virtuosismo instrumental, la canción clásica y actual y por supuesto el ballet. A la cabeza de todos acuden como cumbres temáticas dos grandísimas obras del género sinfónico: la Sinfonía Pastoral de Beethoven (1807), ubicable claramente en este tipo de entorno, y la monumental, expresiva y tan distinta Sinfonía Alpina de Richard Strauss (1915). Del primero es esta frase que refleja el comedimiento, casi la devoción, con la que el compositor se acercaba a las montañas: «¡Qué alegría es para mi poder vagabundear a través de bosques y forestas, entre árboles, hierbas y rocas! No hay ningún hombre que pueda amar tanto como yo la naturaleza. Únicamente los bosques, los árboles, las montañas, devuelven el eco que se quiere oír» (1808). Frente al eco discreto que Beethoven trata de buscar primero para poderlo transmitir después, encontramos la exuberancia descriptiva de «Eine Alpensifonie», concebida para una orquesta gigantesca que hace más infrecuente su presencia en los auditorios de lo que los aficionados, a la música y a la montaña, desearíamos. Strauss, que estuvo por estas tierras del sur como simple turista en 1925, concibió esta obra como un gran poema sinfónico, el último realmente de los suyos, el más grande, en el que describe el discurrir de un caminante durante un día en los Alpes, desde el amanecer al anochecer, incluida, como es obvio, la impresionante tormenta que sorprende y estremece al montañero de entonces y al oyente de hoy.

Y es que el poema sinfónico, aparte de la ópera, se presta magníficamente a un argumento programático, puramente descriptivo, que es lo que, por otra parte, se espera razonablemente de un tema como este. Por eso, entre las obras grandes del género, se encuentran sendos poemas sinfónicos con el mismo título, Lo que se escucha en la montaña, compuestos por Cesar Franck (1847) y Franz Liszt (1849), basados en el poema de Víctor Hugo «Ce qu'on entend sur la montagne», incluido en la colección Hojas de otoño (1839), cuyo mayor mérito es posiblemente haber inspirado estas dos grandes obras del romanticismo musical.

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Afortunadamente el género creó tradición y desde el siglo XIX se halla presente en muchos autores de los que esta cita pretende ser una mera mención: Gaetano Donizetti, Héctor Berlioz, Alfredo Catalani, Vincent D'Indy, Frederick Delius, Charles Tournemire, Hugo Alfven, William Walton, Jean Martinon, Bohuslav Martinu, Alan Hovhanness o Wojciech Kilar. Para el caso español, las canciones antiguas de Francisco de Peñalosa, Alonso Mudarra, Sebastián Durón o José Marín, con su clara y emocionante referencia este último a «aquella sierra nevada», o las obras más recientes de Felipe Pedrell, Conrado del Campo, Jesús Guridi, Óscar Esplá o Andrés Gaos, pueden ser los casos más destacados de esta relación entre música y montaña.

Pero también Sierra Nevada ha sido objeto de interés para algún compositor ruso como Alexandr Dargomyzhski (1813-1869) cuya canción «Sierra Nevada está cubierta de niebla» se halla muy vigente aún en el cancionero de su país, así como para autores locales como Ángel Barrios, Valentín Ruiz Aznar o Germán Tejerizo, que reflejaron esta relación en algunas canciones alpujarreñas y, más recientemente, Nicanor de las Heras, cuya obra «Mulhacén» fue estrenada por la Orquesta Ciudad de Granada en 1992 bajo la dirección de Juan de Udaeta y repuesta en 2021 con Xavier Pagès-Corella, y Antonio Gualda cuya sinfonía «Vientos de Sierra Nevada» fue estrenada por la Orquesta de Córdoba en 2001 bajo la dirección de Leo Brouwer.

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El tema, por consiguiente, da mucho de sí para las orquestas que quieran experimentar con programas discretamente ajenos al repertorio habitual, con los que van a conseguir satisfacer sus aspiraciones y captar la admiración del público, mucho más del montañero.

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