«No es solo sacar una foto de calidad, sino contar cosas con la imagen»

-¿Cómo surge 'Tokyo'? ¿Fue antes la idea del viaje o la del reportaje fotográfico?

-Primero surge la idea del viaje, no tenía intención de hacer el libro. Sobre todo, antes de la pandemia cada año hacía un viaje, bien con alguien o solo. En este caso fui solo, tenía una semana de vacaciones y con poca antelación me saqué el viaje. Al ser tan grande Japón y no tener demasiado tiempo pensé en ir a Tokio.

-¿Tenía algún objetivo cuando hizo el reportaje o fue lo que encontró por el camino?

-Como te decía, me gusta viajar y no siempre hago reportajes. Sí es verdad que iba todo el rato con la cámara colgada y lo que me llamaba la atención le iba sacando fotos. Me llamaba la atención todo el tema de las luces y toda la gente, el follón… Me miraba un poco los sitios, me metía en un barrio o en otro y me dejaba llevar. No iba con mucho rumbo. Lo bueno de ir solo es esto, si tenía que esperar veinte minutos para hacer una foto. Si vas con tu pareja tampoco puedes hacer eso.

-De usted destaca la perspectiva optimista que tiene a la hora de captar el momento, los colores... ¿Cree que con la covid es más complicado plasmarlo en una foto?

-La verdad que fue el último viaje que hice, al poco tiempo pasó toda la historia de la pandemia. Mucha gente iba con mascarilla, aunque no había covid. Puede ser que haya influido y que ahora sea más difícil sacar ese lado. Yo la verdad que me gusta escuchar que se hable así de mí, me sale solo hacer fotos de este tipo. Cuando dicen que saco contenta a la gente, pues me alegra.

-¿La gente se extraña cuando lo ven sacándoles fotos por la calle?

-Es uno de esos países que son muy agradecidos, muy por encima en rectitud, educación y civismo y, aparte, con toda la electrónica están acostumbrados. Hacen mucho turismo y fotos de por sí, te sonríen a las fotos y no se lo toman mal. Hay países que son más complicados, pero Japón precisamente, no.

-Posan para las fotos inclusive...

-Sí, cuando te ven te ponen los dos dedos. A veces buscas que te posen, pero en general intento pillarlos desprevenidos, que me gusta más.

-Usted ha viajado mucho, por ocio y para estudios. ¿Cómo influye ver tanto mundo en su profesión?

-Cada vez que he estado más bloqueado o he estado peor del trabajo he tenido la decisión de irme a otro sitio a investigar y me ha dado la vida en el tema personal. Porque a mí, por lo menos, viajar me cambia la perspectiva, te repone. Pero vivir de esto ha sido complicado, ahora que me va mejor lo ves así. En México, por ejemplo, estuve más tiempo, me buscaba reportajes para vender. Son países que me atraen más a la hora de hacer reportajes que España, que está todo hecho en todos lados.

-¿Cuándo se da cuenta de que la fotografía iba a ser su profesión?

-Ya en el instituto me apunté a un taller de fotografía y me empezó a gustar. Luego, como no me gustaba mucho estudiar, empecé a hacer una FP de Imagen y Sonido y dije 'esto es lo que me gusta'. Vi una salida con el tema de la prensa, que a partir de ahí me gustó también cuando hice prácticas en el IDEAL. De hecho, ahí vi que era lo que me gustaba.

-¿Cómo es la situación actual del fotoperiodismo?

-Bastante mal, pero el fotoperiodista está un poco resignado porque sé que desde hace tiempo que no se podía vivir bien, te tienes que reinventar. Hay compañeros fotoperiodistas que directamente trabajan en otra cosa y tienen la fotografía como un plus. Yo, como considero que es lo que me gusta, me he abierto a otro sector como es el de las bodas; luego también, de moda y prensa, pero a otro nivel, no día a día como cuando estaba en prensa.

-¿Ha tenido algo que ver la irrupción del móvil?

-Sí, al final, la fotografía es el hobby de todo el mundo, el móvil da muchas facilidades y mucha resolución. Al final decidieron que el trabajo del fotógrafo era prescindible en prensa, Pero algunos se dan cuenta de que no es solo una foto de calidad, sino contar cosas con la imagen. Yo quiero que la foto hable por sí sola.

-¿Y las redes sociales como plataforma de difusión?

-Hay que saber manejarlas bien. Hay fotógrafos que igual no son tan buenos pero que se venden bien a través de redes; luego hay otros que no se manejan tanto y tienen un trabajo desaprovechado, porque no lo haces visible; y otros, que directamente no quieren hacerlo por si se las roban. Yo intento llevarlas lo más al día que puedo para que vean mi trabajo.

-¿Tiene algún otro proyecto entre manos?

-Voy un poco sobre la marcha, tengo cosas pasadas. Este viaje, por ejemplo, fue hace dos años, pero no he podido viajar más. Estoy deseando viajar de nuevo para tener más material. Pero seguro que se me ocurre algo decente.

-Este ocho de septiembre es la presentación. del libro...

-Sí, vamos a hacer algo muy sencillo. Elegí Clasijazz porque me gusta lo que están haciendo con la cultura y pensé en mi amigo Jesús Masero, que va a tocar algo mientras se presenta. Habrá un stand de venta de libros, bebidas, y esperamos que sea una velada muy agradable.

'Tokyo', de Chema Artero, es un libro de fotografías en color y blanco y negro editado por Círculo Rojo y con prólogo de la historiadora de la fotografía Laura Terré Alonso. Ochenta paginas, la mitad del trabajo, 23 piezas, en color y otras 23 en blanco y negro. Las fotografías se han elegido meticulosamente para completar esta obra que el fotógrafo almeriense Chema Artero capturó durante su viaje a la capital nipona hace dos años, justo antes de que estallara la pandemia. Según explica Artero, «la primera vez que visitas Tokio te sientes como Marty McFly en 'Regreso al futuro II'». Una ciudad impactante y diferente en la que «cada cosa que ves es nueva para ti y las sorpresas parecen no terminar», detalla el fotógrafo.

En el libro se capturan ciertos personajes que atraen a su autor, que despiertan la necesidad de fotografiarlos. A veces, descarado, planta su cámara en la cara. Otras, intenta pasar desapercibido, aunque cuenta un par de segundos hasta que el personaje note su presencia jugando con ese tiempo para conseguir una reacción de sorpresa. En algunos casos intuye la reacción que tendrán, y en otros busca justo lo contrario, que no se den cuenta de que los está fotografiando Artero.

En ocasiones busca un encuadre que le plazca y espera a que pase alguien que llame su atención. Otras encuentra antes al personaje e improvisa el encuadre de la manera en que lo pille y, aunque no siempre lo consigue, le gusta esa sensación. «Al fin y al cabo, la fotografía callejera es esto», dice.

El prólogo del libro, escrito por Laura Terré, destaca que el reportaje de Artero rezuma modernidad, velocidad y el desenfado típico de lo experimental y moderno. Pero aplicando una diferencia, pues el color y la alegría llenan las páginas. La fiesta y la celebración son el entorno en el que se desarrolla gran parte de su trabajo profesional; por eso, está entrenado para captar al vuelo las emociones y los sentimientos, los gestos fugaces, los puntos de color que contagian los estados de ánimo.