Carboneras se rinde ante la pintura abstracta de Carmen Álvarez-Coto tras 20 años de silencio
La artista madrileña, afincada en Cabo de Gata desde hace tres décadas, expone 52 obras en el Castillo de San Andrés
Clemen Solana
Almería
Domingo, 31 de agosto 2025, 13:52
No se equivocó el exdirector del Museo del Prado, Francisco Calvo Serraller, cuando criticó, con osadía, la obra de Carmen Álvarez-Coto. Entonces era 1987 ... y la madrileña ya se codeaba con el prestigioso grupo de Cuenca. Constituido por el triunvirato de Fernando Zóbel, Gustavo Torner y Gerardo Rueda, la «intensidad lírica» de Álvarez-Coto también recorría España. La pluma del crítico Calvo Serraller así la definió. Ahora, la «refinada madurez», la «admirable soltura», la «belleza misteriosamente serena» tienen cartel en Almería. La artista cumple 28 años en Agua Amarga, pero esta es su primera exposición en la provincia, donde se aguardó del mundanal ruido, que exige el mercado del arte, para pintar. «Hoy es un día delicado, pero feliz», comenta a escasas tres horas de presentar sus trabajos.
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Las 52 obras que llenan el Castillo de San Miguel, en la localidad de Carboneras, son una muestra de la depurada técnica de la Álvarez-Coto. De estilo expresionista abstracto, la exposición recoge desde formatos más pequeños hasta majestuosas obras de cuatro metros. Como reconoce la artista, los formatos pequeños se le «escapan». «Es que el aire no se puede pintar», relata con delicada finura en referencia a los tamaños inferiores. Prefiere las dimensiones «inmensas», de 4x2 metros. Hasta cuatro de estas obras se exponen en el enclave histórico hasta el próximo 28 de septiembre.
La muestra de Álvarez-Coto combina el entendimiento entre la «fuerza» y la «energía» de los paisajes donde se retiró hace tres décadas. A pesar de los 28 años como residente en la zona, visita la provincia desde hace medio siglo. Almería es su «tierra», su «vida», y el Cabo de Gata, su «musa», tal y como asume la artista. Entre todos los periodos pictóricos, la estancia en Agua Amarga es la que mayor fuerza comprende en la exposición. «Este mar y estas montañas son mi vitamina para crear», añade.
El Castillo de San Andrés es de los «pocos» lugares donde la pintora ha encontrado para exponer. «Mi pintura requiere espacio», apostilla. Y lo encontró aquí. «El castillo no puede con mi obra ni esta con el castillo», comenta. Sin embargo, critica la falta de espacios para exponer en Almería. Como pintora y «compañera» alaba la creación, el pasado año, del Museo del Realismo Español Contemporáneo. «Almería ha estado de espaldas a dos sitios: al arte y al mar», añade la artista, quien le entusiasma la idea de y convertir Almería en un «bastión» de cultura como Málaga o Granada.
Expresionismo abstracto
Si bien Álvarez-Coto comenzó su trayectoria con el arte figurativo, el carácter de lo abstracto siempre le generó curiosidad para la creación. Fue su profesor de la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, Antonio López García, integrante del grupo de los pintores realistas, quien la adentró en el mundo figurativo. Una vez conocida la técnica, decidió buscarse a sí misma y la relación con la naturaleza. La diferencia de ambos enfoques merece mayor educación visual en torno al segundo. «El pez no está allí esperando a que le pintes, lo que ves es una ráfaga porque se ha escapado», comenta la pintora mientras hace referencia al arte abstracto de la muestra de su exposición.
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–¿Le duele más un «no entiendo» o un «me encanta» falso?
–El segundo no lo quiero para nada. El 'no entiendo' es noble. El cuadro no habla y hay que esperar. Pasa igual con la música, que hay que dejarle tiempo a que termine una canción. El cuadro te entra a ti hasta emocionarte. No puedes llegar con la idea de no entenderlo.
La figura del maestro López es una de las presentes cada día. «Yo soy figurativa con Antonio López», añade emocionada. Con especial cariño recuerda que fue él quien la animó a descubrir la pintura. «Es un personaje maravilloso y cuando viene a mis exposiciones me dice 'la pintura está aquí'». En palabras de Álvarez-Coto, López la alentó a trabajar «con el alma», algo difícil en el mercado del arte.
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El 'mutis' de Álvarez-Coto en las últimas dos décadas vino propiciado por la «coacción» de la industria. Se cansó de nadar contra la corriente del mercado. «El mercado quiere vender y te coarta la libertad». Desde entonces, encuentra la manera de entenderse a ella y al entono. A pesar de esto, reconoce no pintar para sí misma, sí para la emoción del público, como pretende con esta nueva exposición. De esta forma, busca en el «más allá» de lo que no se ve y opta por el concepto de los pintores clásicos chinos.
El mar de El Cabo es uno de los imprescindibles en su día a día. Y en su obra. La artista aprovecha la estampa para plasmarla en el arte. Como reconoce entusiasmada, nada por la superficie para observar la «majestuosidad» de las montañas. Después, se adentra y bucea para deleitarse con el movimiento del mar. «Todo es pintura», reconoce Álvarez-Coto, quien prosigue: «La gente está acostumbrada a ser espectadora de la naturaleza, pero yo no soy una espectadora, yo soy naturaleza».
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La naturaleza es abstracta, según sostiene la artista. Ella es. Ella la siente. Cada mañana acude al mar sin importarle la fecha. Se enamoró de El Cabo y de su marido, el también pintor almeriense, ya fallecido, Florencio Garrido. «Vi el mar y las montañas y aquí me quedé, no me mueve nadie». En efecto, en estos últimos 20 años de retiro voluntario no se ha movido. Tampoco se ha ahogado en estos años de retiro, pero sí que le gustaría hacerlo en el mar. «Qué mejor manera de morir», sostiene con risa cómplice ante una de sus destacadas obras.
La artista es una de las pocas mujeres cercanas al grupo de Cuenca, que alcanzó el éxito a finales de los años ochenta. Aunque ninguno de sus integrantes puede considerarse informalista, si algo les caracteriza es la preocupación por la perfección estética, el equilibrio y la limpieza. En ese sentido, la obra de Álvarez-Coto pierde la «esencia austera» de Castilla y recoge la del mar. «El hecho de estar cerca del mar me ha variado en esa extracción, es muy importante». La artista asume que el mar le ha dado un color, mientras que los abstractos de Cuenca navegan del blanco al negro. Sin embargo, este también es fundamental en sus pinturas.
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La humildad de Álvarez-Coto muestra su falta de mitomanía. El trato con Manolo Millares, Antonio Saura, Eduardo Chillida y José Guerrero son simples relaciones. Ni siquiera la cena con Fernando Zóbel, que figura en los escritos de este, le otorgan un halo de misterio. «Conocí a todos, vivíamos juntos e intercambiábamos dibujos», sostiene.
–¿La muerte de su marido provicó que bifurcara a lugares desconocidos del arte?
–Siempre está la búsqueda. Lo que pasa con la muerte de Florencio es que éramos dos pintores, Me sigo peleando con él. Son diálogos, pero es que imaginación es tremenda. No tengo ese sentimiento de pena. Están sus cuadros y esa es una particularidad.
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Así lo mantiene la particular Álvarez-Coto, quien se aleja dispuesta a hablar de lo que siente. La naturaleza. Las vivencias. La soledad. Este último estado es con el que trabaja la fuerza característica de su obra. El año de los 70 para la pintora es de doble celebración. También es el momento de su primera exposición en la provincia. «Si yo me he estado escondiendo aquí, por algo será», finaliza la artista, quien espera a su público, más de 200 personas expectantes.
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