Las aventuras del edificio de Correos: colegio, cuartel y ahora en ruinas
Historia de Almería ·
El solar donde se ubicará próximamente la sede del Smart Green Cube ha sido testigo del desarollo urbanístico de la ciudadAraceli Pérez Fernández
Almería
Sábado, 16 de septiembre 2023, 23:08
No es posible entrar en la cabeza de Trinidad Cuartalla Casinello, ni saber qué pensaría de la mole de hormigón que se sentó encima de ... su obra insigne, el Colegio de Jesús. Lo que sí cabe en nuestras posibilidades es realizar un recorrido histórico acerca del devenir de este espacio, que antaño se las cruzó con las murallas de al-Mariyya.
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Esta historia comienza en abril de 1876. El celebérrimo obispo José María Orberá Carrión trajo a su llegada a Almería al sacerdote José María Navarro Daráx, desconociendo que este actor secundario se acabaría conviertiendo en uno de los engranajes de la sociedad civil y eclesiástica de Almería.
El presbítero, según las investigaciones de Antonio Sevillano, tuvo parte en la creación del Diario de Almería –el original–, la gerencia del Monte de la Piedad y la Caja de Ahorros de Almería y también fue responsable de la creación del Banco Agrícola del Levante de Andalucía.
Durante los estertores del imperialismo español, Almería era una ciudad decimonónica y señorial. Grandes casas ornamentadas bajo el código modernista convivían con calles sin asfaltar. La vocación educadora de Daráx se unió al deseo de dotar a la ciudad con un edificio de acorde al estátus que comenzaba a adquirir: la capital de provincias florecía a raíz de las exportaciones de hierro, esparto, la uva de Terque y el albayalde.
Con el derribo de las murallas quedó un espacio a espaldas del teatro principal en el que Trinidad Cuartara proyectó un edificio unifamiliar, una casa señorial que más bien se trataba de una obra de arte. El edificio contaba con cuatro plantas, una portada con dos columnas salientes y un balcón en el centro decorado con molduras y alegorías, realizadas en tallaje de piedra. Compartiendo espacio con la casa de los Rodríguez, en la unión del Paseo del Príncipe y la calle conde Ofalia, se gestaría la construcción de tan singular inmueble.
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Correos y Telégrafos
Tras su inauguración en 1894 el edificio funcionaría como sede del Colegio de Jesús. Sin embargo, la marcha de Daráx en 1912 trajo la decadencia a la sede escolar. El edificio comenzó un declive que solo se detuvo cuando el Estado encontró un fin definitivo para tal inmueble, que, desde mediados de la primera década del XX, funcionaba como sede de la Diputación Provincial. No obstante, esta localización no era más que un emplazamiento provisional.
El servicio de mensajería en Almería era sumamente deficiente. La geografía no estaba de parte de los habitantes de una ciudad rodeada de montañas, con salida al mar y aislada de la capital debido a unas pésimas comunicaciones (que a día de hoy, continuamos lamentando).
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Obras de adaptación retrasadas por la falta de presupuesto y desavenencias económicas dilataron la apertura de la nueva sede de correos, inaugurada en 1918.
Con motivo de la apertura de la oficina de correos y telégrafos desde la Escuela de Artes se entregó un precioso buzón con forma de cabeza de león. Del bello ornamento se desconoce su paradero actual.
El agitado mes de julio de 1936 había traido el caos y el desorden a toda España. A fecha del 21 de julio de 1936, varias ciudades del país se habían alzado en armas contra la República. Madrid y Barcelona, fieles a la tricolor, se esforzaban en tratar de encontrar el rumbo adecuado con el que encarar lo que parecía el inicio de una larga y cruenta guerra civil.
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En Almería, donde contiuaba alzada la bandera roja amarilla y morada trató de sublevarse el Batallón de ametralladoras, acuartelado en la Misericordia. Con una nula resistencia ofrecida por la Guardia de Asalto, el capitán Navarro y los que le acompañaban tomaron Radio Almería y el edificio de Correos y Telégrafos, aquel decimonónico edificio proyectado por Cuartara. Poco duró aquel acuartelamiento, y el golpe, al menos en Almería, se vio frustrado pocos días después.
Tres décadas después, el edifico baluarte del esplendor modernista de Almería estaba en pésimas condiciones. El inmueble fue condenado al abandono y a la falta de mantenimiento. Descuidado, maltrecho y envejecido, la tendencia arquitectónica de los años 60 basada en el derribo de lo viejo acabó otorgándole la sentencia de muerte: los almerienses parecieron darle poca importancia al derribo de un edificio insigne por su belleza, materiales y diseño. En su lugar, los arquitectos Luis Gámir Prieto y Manuel Valdés contando con un presupuesto de 28.232.455 pesetas fueron los encargados de proyectar un edificio «mamotrético» siguiendo los cánones de la arquitectura brutalista bajo el crisol del desarrollismo de los años sesenta del pasado siglo. Con el derribo iniciado en 1967, se dio punto y final a la que fuera la casa del Diario la Independencia, la Diputación Provincial y la Sociedad Estatal de Correos.
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Tal atentado contra el patrimonio artístico de la ciudad se vio completado con la visita de los príncipes de España, encargados de inaugurar dicho mamotreto de hormigón en 1970. 41 años después, el edificio volvió, como por una casualidad del destino, a ser abandonado, en esta ocasión por la afección provocada por la aluminosis. El edificio era un peligro, tanto para el buen gusto como para aquellos que trabajaban en su interior. Ahora, medio siglo después del decreto 1403/1967 que ordenó su ejecución, la que fuera sede de Correos se convertirá en un espacio para la innovación agrícola.
Paradójicamente, en la actualidad, vecinos y arquitectos se muestran contrarios a la demolición del inmueble, considerándolo uno de los únicos ejemplos del brutalismo en Almería.
Desagradable
«Un mazacote de hormigón» Así se ha calificado en reiteradas ocasiones el aspecto de un edificio más que polémico. Bajo las líneas del estilo brutalista, este edificio sigue unas directrices basadas en el gran tamaño, fachadas sin ornamentación y formas angulosas y geométricas engarzadas en grisáceo y simplón hormigón. El brutalismo es un sistema arquitectónico que, curiosamente, deriva de la arquitectura soviética de posguerra. Triunfó en una época postapocalíptica marcada por la guerra fría, las ucronías y la tensión con el capitalismo.
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Queda abierta una interesante cuestión con el derrumbe del edificio. Durante la edificación de la primigenia Casa de Correos se encontraron una serie de vestigios arqueológicos vinculados con la ulterior Al-Mariyya: las ruinas de una mansión árabe, una posible vivienda de recreo que quedaron, tras la parálisis de las obras, enterradas bajo las líneas de Trinidad Cuartara. Yesos estucados, vasijas, restos humanos... una amalgama de información a la merced de la piedra.
En definitiva, esta será la tercera ocasión en la que una nueva generación de almerienses verá el solar del corazón de la capital rodeado de escombros. Aquí no se podrá distinguir la belleza de la arquitectura ecléctica de Cuartara o los bloques de cemento del desarrollismo. Se tratará de escombro que, a marchas forzadas y entre empujones, dará paso a una nueva sede para un solar conflictivo. Ahora nos quedan algunas preguntas en el tintero, ¿Cuál será la vida util del Smart Green Cube? ¿Superará a los 71 años del Casinello, o se quedará a caballo de los 44 del Gamir y Valdés? ¿Será posible documentar aquellos vestigios del esplendor andalusí, o se han perdido para siempre?
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Cuartara y Valdés no pueden responder a nuestras dudas e incomprensión acerca de los tumbos que ha dado la sede de Correos desde su creación. La sociedad, ciertamente, sí que puede cuestionarse lo sencillo que es, a mano de pala y excavadora, terminar con el pasado y el legado artístico de un municipio. Más ejemplos de arquitectura ecléctica, como la hermosa estación de trenes de Almería, aquella que ahora convive con las grandes torres modernas a sus espaldas, están en la actualidad presas del abandono, la dejadez y el descuido. Solo es necesario echar un vistazo hacia los cristales de la portada del edificio: una lejana voz, un eco, pide a gritos una actuación que la conserve y no la condene al destino de la Casa de Correos.
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