Stop and Go

Balance al fresco

DAVID BAÑOS

Sábado, 25 de julio 2020, 23:39

El tomate, junto con la patata, es el vegetal que más se consume en el planeta. Se calcula que el volumen puede rondar los 170 ... millones de toneladas, lo que vendrían a suponer del orden de 8 millones de camiones en fila, uno detrás de otro. Tocamos a unos 28 millones de kilos por habitante. Unas cifran que confirman el reinado de este fruto rojo dentro del fresco y también como uno de los principales ingredientes de la cocina mundial. Una de las zonas productoras más importantes de tomate es Almería. Las cifras de nuestra provincia se pueden comparar con las de países enteros. Según datos de la FAO, a la cabeza está China, con 61 millones de toneladas. Le siguen, muy por debajo, India, EE UU y Turquía, con datos entre los 19 millones y los 12 millones de toneladas. España ocupa el puesto octavo en el ranking, con una producción total muy próxima a los 5 millones de toneladas por año. Dentro del top ten tenemos también por delante a Egipto, Irán e Italia y por debajo aparecen México y Brasil.

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Los números de los invernaderos de nuestra tierra representan el 20% del total nacional. Esa cifra es parecida a la que ofrece Holanda cada campaña. Sin embargo, está por debajo de los números que arrojan Marruecos, Túnez o Argelia, todos por encima del millón de toneladas anuales. Lo venimos observando durante unas cuantas campañas ya, el tomate va perdiendo protagonismo desde Adra hasta Pulpí ¿Por qué este producto ya no es el Clint Eastwood del agro local? Precisamente es la presión de otras zonas productoras, con costes de producción más bajos y menos requisitos desde el punto de vista de la calidad o la seguridad alimentaria la principal causa. Marruecos o Turquía producen más barato y pueden ofrecer precios de venta más bajos para sus productos. El resto lo ponen la falta de controles reales y efectivos a la entrada de estas producciones.

El resultado se recoge en el informe de campaña que esta semana ha presentado Coexphal. El tomate es el producto más perjudicado. La producción cae un 8%, el precio un 9%, la facturación un 16% y el margen hasta un 28%. Lo único que suben son los costes de producción, un 2%. Parece la tormenta perfecta, ¿no cree? Además, por primera vez Marruecos supera a Almería en las exportaciones de este producto a la Unión Europea. En los últimos diez años, el país alauita ha obtenido un incremento del 66%, mientras nuestra provincia ha descendido un 8% y el conjunto de España un 22%.

El mercado nacional también ofrece síntomas que preocupan, porque en nuestro país también suben las importaciones de países terceros. Marruecos es el principal importador, con 79 mil toneladas por año, superando así a Portugal. La evolución en sólo 6 campañas ha sido del 350%. Todos estos datos son susceptibles de empeorar a lo largo de los próximos años. No se trata de ser alarmistas, sino realistas. Y es que Mohamed VI presentó hace algunos meses la estrategia 'Green Generation 2020-2030', con la que pretende duplicar la participación de la agricultura en el PIB marroquí, incrementando el valor de sus exportaciones. Actualmente venden fuera 3.200 millones de euros y el objetivo es llegar a los 5.500 millones de euros. Marruecos va muy en serio.

¿Tendrá el tomate el mismo final que la judía en Almería? Confío en que no. Es un producto estratégico, porque es el rey de la cesta de la compra en España, Europa y el mundo. Contamos con una larga tradición en cuanto a su cultivo y comercialización. La calidad y la seguridad es otro de nuestros distintivos. El tomate almeriense es el más reconocido y el mejor valorado, otra cosa es su precio. El éxito pasa por diferenciarnos de nuestros competidores y saber transmitir esas cualidades a los consumidores finales. También hay que incrementar la productividad, de manera que se consigan reducir así los costes. El otro gran reto es el de la unificación del sector, para ganar músculo. Ya sé que no son cuestiones novedosas, pero el sector ha ido dando pasos, más o menos rápidos, durante los últimos años.

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Hay que ponerse las pilas, pero los agricultores y las empresas no pueden hacerlo solos. Todos los grandes logros de nuestro campo se han alcanzado sin ayudas. No en vano, es una de las actividades menos subvencionadas por Europa. Durante la actual pandemia, provocada por el coronavirus, se ha comprobado que es un sector estratégico para garantizar la alimentación en todo el continente. Por si fuera poco, en España ha seguido siendo el motor de la economía, incluso cuando el resto del país estaba confinado ¿Hacen falta más razones para actuar ya? El sector necesita rentabilidad. En resumen, que los precios den para vivir a todos los agentes. También precisa de seguridad. Europa debe proteger a sus productores frente a la amenaza de otros de terceros países, con normas que, como mínimo, establezcan las mismas reglas de juego para todos.

¿Es la nueva ley de la cadena alimentaria la solución? Pues a la vista está que no. Primero porque sólo tiene aplicación dentro de las fronteras españolas. Su influencia en la exportación será nula. Por si fuera poco, el sector anda dividido una vez más. Fepex, Cooperativas Agroalimentarias y Coexphal ya han mostrado su rechazo por los efectos secundarios que traerá la ley para agricultores y para empresas ¿No habría sido más fácil convocar al sector, abrir la mesa de dialogo, escuchar a todas las partes y tomar entonces las decisiones? 'Spain is different'.

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No me quiero despedir hoy sin contarles que no todo son lágrimas para el campo almeriense. Es la cabeza tractora de nuestro PIB provincial. Del último informe de Coexphal se desprende que la sandía y el melón han tenido buenos comportamientos durante la campaña de primavera. Además, el nuevo sheriff del agro almeriense es el Pimiento, que subió en superficie, en kilos y en facturación. Nuestra provincia ya es más pimentera que tomatera.

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