Indalete, en el Campeonato de España de Atletismo, celebrado en 2004 en Almería. EFE
Almería 2005 cumple 20 años

De las pistas de Pryca a la ciudad del deporte

La más importante transformación de Almería gracias a los Juegos Mediterráneos del año 2005 estuvo en sus instalaciones deportivas

Bernardo Abril

Almería

Lunes, 23 de junio 2025, 23:27

A mediados de los noventa, entrenar en Almería significaba hacerlo en pistas improvisadas en solares, en marcas de pintura sobre cemento o eb infraestructuras bastante ... modestas. Algunos recordaban competir a fútbol sala en las pistas del antiguo Pryca, junto al marasmo de una turba de coches aparcados en el centro comercial o nadar en la piscina de Las Almadrabillas, rodeada de salitre y viento, en un lugar inhóspito como su entorno industrial. Los clubes apenas contaban con recursos, y muchos deportistas entrenaban en condiciones precarias, compaginando la pasión con la improvisación. Pero todo cambió con una fecha marcada en rojo en la historia reciente de la ciudad: los Juegos Mediterráneos de 2005. Aquel evento deportivo no solo colocó a Almería en el mapa internacional, sino que supuso una auténtica revolución urbana, social y, muy especialmente, deportiva. El antes y después de la capital se mide, en buena parte, por el legado en infraestructuras para la práctica del deporte que dejó aquel magno acontecimiento.

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Fue en 1999 cuando Almería fue designada sede de los XV Juegos Mediterráneos. La noticia despertó tanto entusiasmo como incredulidad en una ciudad adormecida, falta de autoestima a la par que de servicios o de expectativas más allá del revolucionario empuje de su agricultura. Con una infraestructura deportiva fuertemente deficitaria pese a sus casi 170.000 habitantes, la ciudad asumía el reto de acoger a más de 3.000 deportistas de 21 países y celebrar 26 disciplinas deportivas en condiciones de primer nivel, Y todo en un momento en el que España ya sabía lo que significaba celebrar un gran evento: a pocos veranos de las Olimpiadas de Barcelona o de la Expo de Sevilla. Era una empresa titánica, pero la ocasión también era irrepetible: transformar la ciudad bajo un objetivo común.

La candidatura fue una apuesta firme del Ayuntamiento de Almería y del entonces alcalde, Santiago Martínez Cabrejas, hoy tristemente fallecido, que con el respaldo del Gobierno andaluz, del Consejo Superior de Deportes del Gobierno de España y del Comité Olímpico Español. La ilusión fue creciendo conforme avanzaban los meses y se confirmaba que Almería tendría muchas oportunidades de vivir algo inédito en su historia reciente.

Con el apoyo de las administraciones local, autonómica y estatal, se impulsó una inversión superior a los 130 millones de euros destinados exclusivamente a la construcción y modernización de instalaciones deportivas, más allá de otras infraestructuras. Y es que a esta cifra habría que sumar el gasto en urbanismo, logística, vivienda y promoción –carreteras, ampliación del aeropuerto, hoteles o la Villa Mediterránea de El Toyo– que elevó el montante total por encima de los 180 millones. Almería, que hasta entonces había vivido de espaldas a las grandes planificaciones urbanas, se convirtió en un ejemplo de ejecución eficiente en tiempo y forma.

Se construyeron nuevas infraestructuras, pero también se mejoraron muchas ya existentes. El Estadio de la Juventud se reformó para acoger competiciones menores, y se diseñaron zonas de entrenamiento para deportistas internacionales. Se priorizó la accesibilidad, la sostenibilidad y la conexión de estas instalaciones con el resto de la ciudad, además de adecuar su dimensión al uso real después de los juegos y complementando sus gradas con instalaciones efímeras.

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Los grandes hitos

La transformación se materializó en un conjunto de instalaciones modernas que aún hoy marcan el pulso del deporte en toda Andalucía. Entre ellas destaca el Estadio de los Juegos Mediterráneos –ahora UDAlmería Stadium– inaugurado en 2004 con los campeonatos de España de atletismo y convertido en estadio oficial del club de fútbol de Almería. Con una capacidad de más de 15.000 espectadores, pistas de atletismo de nivel profesional y un diseño funcional, el estadio fue el epicentro de los Juegos y hoy sigue siendo referencia para competiciones nacionales.

El Palacio de los Juegos Mediterráneos, también construido en 2004, es otra de las grandes apuestas de aquel momento. Con capacidad para 5.000 personas y equipado con pistas polideportivas, salas de musculación y oficinas para federaciones deportivas, ha acogido desde entonces torneos de vóley, campeonatos de gimnasia, conciertos y eventos culturales. Además, sirve de sede para competiciones escolares y entrenamientos de clubes locales.

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Mención aparte merece la Villa Mediterránea de El Toyo, diseñada para alojar a los deportistas y transformada después en un complejo turístico-residencial de referencia, con un campo de golf, hoteles, zonas verdes y playa. Fue una de las primeras experiencias de urbanismo sostenible en el sureste peninsular. Su integración con el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar ha convertido la zona en uno de los polos de atracción más importantes para el turismo deportivo y familiar.

Un cambio de mentalidad

La celebración de los Juegos Mediterráneos supuso un antes y un después en la mentalidad deportiva de la ciudad. Almería, hasta entonces volcada en deportes mayoritarios como el fútbol o el baloncesto, comenzó a diversificar su oferta y a fomentar disciplinas como el atletismo, la natación, el judo, la gimnasia o el bádminton. La población, que había participado activamente como voluntaria —más de 3.200 personas—, hizo suyo el espíritu deportivo y contribuyó a consolidar una cultura activa. Se fomentó también el deporte base con programas escolares, circuitos provinciales y ayudas a clubes. Nacieron nuevas asociaciones deportivas y se profesionalizó la gestión del deporte municipal. Muchas generaciones de jóvenes encontraron referentes en los atletas que compitieron en Almería, y decidieron iniciarse en deportes que antes apenas tenían visibilidad.

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En 2024, el Patronato Municipal de Deportes superó los 30.000 usuarios, entre adultos y niños. Una cifra que habla del arraigo del deporte en la vida cotidiana de los almerienses, y que tiene su origen en la transformación iniciada en 2005. Además, los centros deportivos municipales registran miles de usos semanales, con una ocupación cercana al 90 % en franjas punta.

Otro de los grandes logros fue la descentralización de las instalaciones. Más allá del estadio o el palacio, los Juegos impulsaron la creación o remodelación de más de 40 equipamientos deportivos repartidos por barrios y municipios de la provincia. Pabellones como el de Pescadería, el de Los Ángeles o el Moisés Ruiz han permitido llevar la práctica deportiva a entornos donde antes no existía ninguna infraestructura.

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Descentralización deportiva

Esta red de instalaciones ha contribuido a vertebrar socialmente la ciudad, llevando el deporte a zonas tradicionalmente olvidadas. También ha favorecido la organización de competiciones escolares, provinciales y regionales, lo que ha dinamizado la economía local mediante el turismo de eventos. Asimismo, la mejora de accesos, la peatonalización de zonas cercanas a los centros deportivos y la planificación de espacios públicos para el ejercicio al aire libre han hecho de Almería una ciudad mucho más accesible y saludable. Se han instalado parques biosaludables, circuitos de running, zonas para bicicletas y áreas de calistenia que refuerzan el deporte en la calle.

Casi dos décadas después, la ciudad sigue beneficiándose del legado de 2005, pero también enfrenta nuevos retos. La remodelación del Estadio de los Juegos Mediterráneos para adaptarlo a las exigencias de LaLiga, la modernización de pistas y gimnasios municipales, o la necesidad de integrar el deporte en la estrategia turística y medioambiental, forman parte de una nueva etapa. Además, se plantea la necesidad de una segunda gran oleada de renovación, esta vez con criterios de eficiencia energética, digitalización de servicios y uso intensivo del espacio. Los responsables municipales apuestan por convertir los complejos deportivos en centros de innovación social, donde se integren salud, educación, inclusión y sostenibilidad.

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La apuesta por la «Ciudad Activa», un modelo que busca conectar mar, ciudad y naturaleza a través del deporte, ha ganado peso en los últimos años. Almería quiere consolidarse como destino para el deporte al aire libre, el turismo deportivo y la celebración de grandes eventos. Pruebas como la Media Maratón, las carreras populares, los campeonatos de kárate o las travesías a nado confirman el potencial de una ciudad que mira al deporte como parte de su marca y motor de desarrollo.

Con la conmemoración del 20º aniversario de los Juegos Mediterráneos, la ciudad se prepara para poner en valor su legado. Más allá de las cifras o las infraestructuras, lo que perdura es un cambio cultural profundo. El deporte en Almería ya no es una actividad marginal ni reservada a élites: es parte de la identidad colectiva, de la educación, del ocio y de la salud. Ese espíritu de superación, colaboración y esfuerzo colectivo sigue presente. Desde clubes de base hasta deportistas de élite, pasando por padres, entrenadores, voluntarios o gestores, todos reconocen en los Juegos una chispa que encendió algo más que una antorcha: encendió una forma de entender la ciudad.

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Lo que comenzó entre las pistas junto a un centro comercial es hoy una red de espacios deportivos modernos, accesibles y vivos. Almería ha pasado de improvisar canchas entre asfalto y palmeras a liderar un modelo de ciudad del deporte. Una revolución silenciosa que empezó con una llama encendida en 2005 y que aún sigue ardiendo, con la mirada puesta en un futuro donde el deporte seguirá siendo herramienta de transformación, cohesión y orgullo colectivo.

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