El Estadio y el Palacio fueron dos de las grandes obras que dejó este evento.

Almería 2005: de la servilleta al estadio de los juegos

La historia del evento deportivo más importante de la provincia en la Era Moderna se gestó en junio de 1990 en el bar Bahía de Palma

VÍCTOR J. HERNÁNDEZ BRU

Domingo, 10 de julio 2016, 01:37

El pasado día 3 se cumplieron once años desde que concluyeron los XV Juegos Mediterráneos Almería 2005, probablemente el evento más importante de la provincia ... en la era moderna. Un evento del que se ha escrito todo o casi todo, pero que no deja de tener una historia tan rocambolesca como curiosa y misteriosa.

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Para la historia oficial han quedado fechas como la del 28 de abril de 1999, cuando en Túnez, el Comité Internacional de los Juegos Mediterráneos, presidido por Claude Collard, designaba a Almería como sede de los Juegos de 2005; o la 2001, cuando en los propios Juegos de Túnez se producía el relevo, en la ceremonia de clausura del evento.

La servilleta

Sin embargo, hay otras fechas también relevantes, pero en especial una de ellas, la de un día del mes de junio de 1990, en el que dos amigos unidos por sus respectivas profesiones, un político local y un periodista, Antonio Sáez Lozano del Partido Popular y José María Granados de IDEAL, compartían una cerveza en el Bar Bahía de Palma, a espaldas del Ayuntamiento.

En el contexto de la conversación y de un entorno en el que España entera se disponía a volcarse con los Juegos Olímpicos de Barcelona, que se celebrarían dos años después, el periodista sugería al político la posibilidad de intentar traer a Almería un gran evento, no de la dimensión de unos Juegos Olímpicos. Una servilleta fue el soporte para plasmar el boceto de aquel gran proyecto que cambiaría Almería.

Surgió la idea de los Juegos Mediterráneos y ambos llegaron a la conclusión de que no sería una idea descabellada y que, desde luego, colocarían a Almería en la primera plana informativa durante mucho tiempo, otorgándole muchos titulares «en positivo», ante la recurrencia de noticias negativas cada vez que la provincia saltaba a los medios de comunicación estatales. Lo sorprendente de aquella conversación absolutamente informal es que, un mes después, el 10 de julio, se aprobaba por unanimidad una moción en el Ayuntamiento de Almería, en la que se sentaban las bases para la presentación de una candidatura. El primer paso ya se había dado.

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No obstante, habrían de pasar aún cinco años para que el trabajo comenzara formalmente, con la elaboración de un plan de infraestructuras en el que se detallaban las ventajas y capacidades que tendrían la candidatura almeriense en su lucha por ser elegida.

De candidatura a comité

Una candidatura que sería presentada dos años después, en mayo de 1997, después de que las intenciones de Almería fueran presentadas a la asamblea general del propio CIJM en Bari. En ese año fue el Comité Olímpico Español el que ratificó a Almería como candidata.

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Había comenzado un camino que habría de culminarse en 1999 en Túnez, momento y lugar en los que se había fijado la reunión del CIJM para la toma de la decisión.

A partir de ese momento, se disolvería la Asociación Almería 2005, que había sido responsable de la candidatura bajo la presidencia del alcalde Juan Megino y con el famoso lema 'Juntos Podemos', y se configuraría el Comité Organizador Almería 2005, que quedaría presidido por el nuevo alcalde de la ciudad, Santiago Martínez Cabrejas, incorporando tanto al Ayuntamiento como al resto de administraciones: Diputación, Junta de Andalucía, Gobierno de España con el Consejo Superior de Deportes y Comité Olímpico Español, que se unieron para intentar llevar este evento hasta el extremo oriental de Andalucía.

Infraestructuras

En el año 2001 comenzarían a construirse las grandes infraestructuras deportivas de los Juegos, primero con el Estadio de los Juegos Mediterráneos y el Palacio de Deportes anexo a él, el canal de remo y piragüismo de Cuevas del Almanzora, el Estadio de Santo Domingo en El Ejido (remodelación del anterior), el Campo de Tiro de Gádor y los diversos pabellones que, en la ciudad y en el resto de sedes como Huércal de Almería, Gádor, El Ejido, Vícar, Roquetas de Mar y Cuevas del Almanzora acogerían los Juegos Mediterráneos en 2005, considerados por muchos, a su conclusión, como los mejores jamás celebrados.

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Lo que transcurrió a partir de la construcción de estas infraestructuras por toda la provincia ya es sobradamente conocido: los Juegos fueron un gran éxito, que aglutinó un sentimiento colectivo de todos los almerienses, dejó una impronta de buena organización en general y sobre todo un testimonio físico de las mejores instalaciones deportivas que una provincia como Almería hubiera podido soñar hace ya once años.

Durante algo menos de dos semanas, el deporte español y de varios países del Mediterráneo miró hacia Almería y todos los almerienses sintieron el orgullo de estar haciendo, viviendo y contribuyendo a algo verdaderamente importante, a algo histórico, algo que aún hoy es recordado como el mayor acontecimiento deportivo que ha albergado la provincia en toda su historia. Será difícil que se supere, aunque si algo dejaron claro los Juegos es que todo es posible para los almerienses.

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