"Nos fuimos a Francia con las ganas, la ilusión y el deseo de encontrar algo mejor"

Qué mejor forma de emigrar que hacerlo en compañía de tu pareja. Eso pensaron hace unos meses Bruno Pérez Jaén y Ana Fernández Prados, una pareja de fisioterapeutas que un buen día decidió abandonar su Granada natal para "empezar una nueva vida". Si bien marcharon lo más cerca posible, su viaje no carece de emociones renovadas, más bien todo lo contrario.

Nada tiene que ver lo que ahora disfrutan en el país vecino de lo que dejaron atrás. Para empezar, su hogar: Montfaucon, un pequeño pueblo de sólo 500 habitantes en el departamento de Lot (región de Midi-Pyrinées). Lo más próximo al ruido que encuentran es Toulouse, a unos 150 kilómetros al norte. En consecuencia, su día a día dista mucho de lo que cualquiera de nosotros pueda imaginar. "La vida aquí es muy distinta a la de la mayoría de granadinos", nos cuentan. Por no decir a la de casi todos.

Si se asoman por la ventana de casa, Ana y Bruno únicamente ven "prados y multitud de árboles". Que no es poco. Quién los pillara, en verdad. Y abundan las situaciones idílicas, como sacadas de algún capítulo de Heidi, según detallan. "Sólo el sonido de la campana de la iglesia, situada a pocos metros de nuestro pequeño estudio, rompe con el sonido de los pájaros". ¿Se imaginan eso aquí? Dejémoslo en que cada lugar tiene sus privilegios.

El hecho de encontrarse con un paisaje atípico al de Granada también implica que echen de menos muchas cosas que no quieren olvidar. Sobre todo, el otro verde: "Lo que daríamos por una 'milnov'", suspiran. ¿Qué tendrá que todo granadino la añora cuando no la tiene cerca? Los horarios de las comidas, a las 12 y a las 7 de la tarde, y la falta de ocio son realidades "extrañas para nosotros", pero a las que no han tenido más remedio que habituarse. Por no hablar de lo que los franceses de la zona tienen en la cabeza. "Otros pasatiempos diferentes", señalan sin querer detallar.

¿Por qué Francia?

La elección de Montfaucon no fue obra del azar. "Las condiciones de Francia para los sanitarios en general, y a los fisioterapeutas en particular, son más que ventajosas", revelan Bruno y Ana. Solo faltaba que el idioma le abriera las puertas a un trabajo que ya habían desempeñado anteriormente en Granada. El necesario diploma 'B2' en francés fue coser y cantar.

Una vez superado "el basto trámite burocrático" y obtenido el permiso de trabajo les aguardaban 1.500 kilómetros de carretera, amenizados con "una amplia lista de canciones". Eso sí, en el trayecto derramaron "muchas lágrimas". No era para menos. Dejaron atrás "familia, amigos, nuestro barrio, nuestra bellísima ciudad, y un sinfin de recuerdos". Pero un futuro prometedor les aguardaba, un futuro, por cierto, que ya es presente e incluso pasado.

Si bien admiten que "comenzar un nuevo trabajo, y encima en una lengua extranjera, es bastante duro", sus "ganas, ilusión y deseo de encontrar algo mejor" han podido con los obstáculos que se han encontrado hasta ahora en el camino. La distancia con sus seres queridos se "minimiza" con los 'papás y mamás del siglo XXI en el exilio': las redes sociales. "No hay noche que no le contemos a nuestros padres por Skype cómo nos ha ido la jornada".

Al igual que nos explicaba Ana desde Texas, y "aunque parezca mentira", avisan, añoran bastante "el bullicio y el gentío de Granada". Mientras asumen que eso de tapear se ha acabado por ahora, Bruno y Ana valoran cada día "los aspectos positivos que nos brinda esta gran experiencia". Su objetivo es claro: "Queremos crecer tanto de forma profesional como personal". ¿Hay opciones de regreso? Parece que sí. "Ojalá dentro de unos años podamos volver con un baúl repleto de historias y recuerdos que poder contar". Y nosotros que los escuchemos.

Manda tu historia

¿Te encuentras en la misma situación que Ana? ¿Conoces a granadinos que estén fuera de España? Queremos saber más de ellos. Contacta con nosotros a través de correo eléctronico: cbalboa@ideal.es , en twitter https://twitter.com/ideal_granada o a través de Facebook.