Los pioneros del movimiento costalero en Granada
Granada ha vivido el auge de su Semana Santa, especialmente desde finales de los años 70, cuando surgió la primera cuadrilla de hermanos costaleros bajo la dirección del legendario Antonio Sánchez Osuna
Álvaro de la Torre Araus
Granada
Sábado, 12 de abril 2025, 00:25
Riza, Villanueva, Santiago, Palacios... cualquier aficionado a la Semana Santa y, en particular, al mundo de los costaleros, reconoce estos apellidos con reverencia y admiración. Sevilla, cuna de profundas tradiciones cofrades, ha sido el escenario donde estas sagas de capataces han florecido, influyendo notablemente en otras provincias andaluzas. Estos nombres han comandado las cuadrillas de costaleros que llevan sobre sus hombros algunos de los pasos más significativos de la capital andaluza, convirtiéndose en sinónimo de devoción y dedicación.
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La historia de Sevilla, sin embargo, no es única en Andalucía. Granada ha vivido el auge de su Semana Santa, especialmente desde finales de los años 70, cuando surgió la primera cuadrilla de hermanos costaleros bajo la dirección del legendario Antonio Sánchez Osuna. Este fue el germen del gran movimiento costalero en la ciudad. Apellidos como Carvajal, Carrasco, Toro, Barrales, Ibáñez, Navajas, Rodríguez y Martín empezaron a resonar con fuerza, marcando una nueva era en la tradición cofrade granadina.
Pioneros del movimiento costalero en Granada
Hermandades históricas como Victoria, Misericordia y Aurora presenciaron cómo jóvenes entusiastas se unieron a sus cuadrillas, infundiendo nueva vida y energía. Los Carvajales simbolizan esta transformación: Pepe y Eduardo Carvajal llevaron la batuta de la cuadrilla de Misericordia, Maravillas, Cañilla, Consolación o la del Corpus. Hoy en día, Pepe Carvajal Linares y José Manuel Carvajal continúan con el legado familiar.
Curro Carrasco es otro de los ilustres que tomó el testigo de su padre, Paco Carrasco. Juntos revolucionaron el mundo costalero en Granada y hoy son referentes indiscutibles en las cuadrillas de Caridad y el Trabajo. La transmisión de la antorcha no se detiene ahí: en 2015, José Luis Peña «Navajas» cedió su puesto de capataz de la Cuadrilla de la Aurora tras 35 años, entregando el relevo a su sobrino, José Manuel Rodríguez Peña, quien mantiene viva la tradición familiar. En el Albaicín alto la familia Martínez, siempre ligada a Pasión y Estrella, ve como Pepe cede su puesto a su hijo Gerardo.
Antonio Rodríguez y su hijo, Antonio Rodríguez Almendros, ejemplifican este relevo generacional en la cuadrilla de la Virgen de los Dolores. Cada Lunes Santo, recorren juntos la icónica Carrera del Darro, perpetuando una pasión que se transmite de padres a hijos.
En la calle San Matías, Jorge Mario Martín, tras más de 50 años al frente de la cuadrilla de Las Penas, ha integrado a su hijo en el equipo de capataces, llevando con entrega a la Emperatriz del Realejo cada Miércoles Santo. Esta sucesión natural, basada en la recomendación del capataz saliente y fortalecida por los lazos familiares, no es vista como un defecto, sino como una virtud invaluable. Dionisio A. Martínez Molina comienza en la cuadrilla de la hermandad del Nazareno, la que mandaba José Ibáñez. En ese tiempo y con esa misma cuadrilla saca los pasos de la hermandad de la Encarnación, Sentencia, Rescate, Nazareno y Silencio, a partir de 1991 alterna la trabajadera con el traje negro siendo contraguía del equipo de Ibáñez. A día de hoy, su equipo lo componen un total de 9 personas, entre los que están presentes sus dos hijos, Ignacio y Carlos Martínez, junto al resto de componentes, que son: Eduardo Salamanca, David Barranco, Julio Aranda, Juan Miguel Espejo, Pablo Salmerón, y Alberto Fernández. En la actualidad, la gestión de sus cuadrillas engloba más de 700 costaleros.
Un un día para la historia: 14 de Junio de 1979
El punto culminante de este renacimiento costalero en Granada se remonta al 14 de junio de 1979. Ese día, los costaleros granadinos lograron que Su Divina Majestad procesionara sin artilugios ni ruedas, marcando un hito inolvidable. Fue entonces cuando la cuadrilla de la Hermandad de los Favores, sobre el paso de María Santísima de la Aurora, estrenado el Jueves Santo de ese mismo año, llevó la Custodia procesional por las calles de Granada. Esta procesión, la primera del siglo XX realizada con una cuadrilla de costaleros, fue un homenaje a la fuerza y determinación de aquellos jóvenes granadinos que, con esfuerzo y tesón, contribuyeron a fortalecer el mundo cofrade.
La herencia de una pasión
El secreto de estas generaciones de capataces radica en mantener viva la llama de la tradición, los valores y la dedicación incrustados en sus cuadrillas. Este relevo, basado en la recomendación del capataz saliente y apoyado en los lazos familiares, no solo asegura la continuidad, sino que fortalece el tejido cofrade. La profesionalidad, exigencia y pasión transmitidas durante todo el año han permitido que estas sagas pervivan, asegurando la confianza de las hermandades en ellos para llevar adelante sus preciados pasos.
Así, la Semana Santa granadina se ha forjado con el sudor y el sacrificio de familias enteras, que han convertido sus apellidos en estandartes de devoción y tradición. Un legado que perdura, celebrando la herencia de los capataces y sus cuadrillas, quienes siguen portando con orgullo el peso de la fe y la historia sobre sus hombros.
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